domingo, 22 de julio de 2012

¿A DONDE VAS ANDRES MANUEL?


A la mitad del foro
El muro de las impugnaciones
México, DF. Integrantes del movimiento #YoSoy132, entre otros, marcharon de Los Pinos al Zócalo en protesta por “la imposición” de Enrique Peña Nieto como candidato ganador en la pasada elección presidencial.
Criminalidad rampante, aquí donde impera la impunidad. Hay en nuestro sistema electoral más candados que en las puertas del imperio ante las que llegaron los bárbaros. La reforma política dejó incólume la no reelección de gobernadores, diputados, senadores y presidentes municipales. Manlio Fabio Beltrones reivindicó la tarea legislativa, los ajustes al presidencialismo y las previsiones para el caso de ausencia temporal o definitiva. Qué hacer señores en caso de un litigio interminable, de un proceso que gira en torno a sí mismo; una espiral en fuga; vueltas a la noria, en espera de tener una segunda vuelta, de un mandato inapelable, del sufragio efectivo que ya era nuestro y lo dejamos ir.
¿Dónde vas Andrés Manuel? Ya nadie se acuerda del gallo al que no le han quitado ni una pluma. Hay nostalgia y desconsuelo en la izquierda que alguna vez persiguió la equidad y la justicia social: ¿Dónde quedó la proclama de primero los pobres? No ha concluido el proceso electoral. Votaron más de cincuenta millones de mexicanos; contaron los votos y hubo recuento en los comités distritales. Los concesionarios de la televisión y la radio acataron lo dispuesto por la reforma del 2008; ningún particular puede comprar tiempos y espacios en medios que son bienes públicos. Ya hace mucho que el Congreso nada califica. Un tribunal juzga, decide y dictamina. Y logramos también el portento de trasladar el acto soberano del mandato a la ventanilla de un juzgado.
Hay sorprendente solemnidad en las imágenes de los dirigentes partidistas y el abogado Jaime Cárdenas Gracia, que aparecen al lado de Andrés Manuel López Obrador en las páginas de la prensa escrita y las pantallas del ágora electrónica. Sobrios, vestidos de gris y con corbatas de seda. Al centro, el tabasqueño que proclamó la república amorosa para responder al miedo sembrado por los dueños del dinero; el que predica virtudes del individuo y valores de la familia; la ética tomista con un toque de humildad franciscana. Seis años en el desierto de la presidencia legítima; profeta airado que volvió al templo para conciliar a los mercaderes y la feligresía. Nada puede diluir la desmesura tropical. Peina canas y habla pausadamente, pero a la hora de rendir cuentas, cita a Yogi Berra: Esto se acaba cuando se acaba.
Jesús Zambrano dejó atrás las experiencias guerrilleras. Dirigente del PRD y creyente en la democracia sin adjetivos. El solemne líder de la izquierda da conferencia de prensa conjunta con el dicharachero conductor de la derecha: con Gustavo Madero, de Chihuahua, de los descendientes del apóstol de la democracia. Las ideologías han muerto, sentenciaron tras la caída del muro. Está en juego la supervivencia de los conferencistas, líderes dependientes, cuyo mando proviene de un poder superior. Y ambos al borde del abismo, sostenidos por la voluntad de Felipe Calderón y de Andrés López Obrador. Los une el enemigo común. No un adversario, un enemigo: el eterno PRI, anciano juvenil en estos tiempos de confusión y litigios.
Nombre es destino, decían los clásicos. Madero es Gustavo, no Francisco. Y Felipe Calderón sabe de dónde vino y dónde quiere llegar. El PAN es partido de la brega de eternidad. Si se hubiera sembrado la semilla de la reelección, la tozuda resistencia de Andrés Manuel López Obrador, las campañas de concientización sobre la defensa de la democracia, que seguirán al litigio en tribunales, pudo haber reverdecido la higuera de la permanencia; el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, protestaría como presidente interino, convocaría a elecciones y tendríamos, por fin, segunda vuelta. Tras larga espera, pero segunda vuelta: Felipe Calderón Hinojosa versus Andrés Manuel López Obrador. Voto por voto, casilla por casilla. Mano a mano; cara a cara. Y sin la amenaza del PRI que no acaba de morir. Las cuentas que hoy impugnan dan la victoria a Enrique Peña. Y volver a empezar.
Milenio que empieza con el voto útil de los impacientes a los que convenció Vicente Fox que él sí podía sacar al PRI de Los Pinos; Cuauhtémoc, no: la derecha al poder. En 2006 fueron los dueños del dinero, los empresarios desilusionados del gobierno de gerentes que tan malas cuentas rindió. Y los del federalismo feudal, amenazados por la ambición desaforada de Roberto Madrazo, escucharon la flauta de lamaestra milagrosa. Y Felipillo Santo recibió la bendición de los fariseos del priato tardío. Y la izquierda, esperanza de un gobierno popular, se refugió en la nostalgia de las barricadas, trató de impedir que el del PAN rindiera protesta ante el Congreso de la Unión. Doce años en el desgobierno.
Es indispensable preguntar, ¿adónde vas Andrés Manuel? Porque el litigio ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene plazo fatal; su resolución en el juicio de inconformidad será inapelable. Y Cecilia Romero, secretaria general del PAN, es voz de Casandra: Enrique Peña Nieto será el presidente de México el 1º de diciembre. Largo interregno de cinco meses entre elección y toma de posesión; tiempo para confusión y conflictos entre el que entregará el poder y quien todavía no puede ejercerlo. En la agenda del PRI está reducir a dos meses la transición para que el 1º de septiembre asuma el cargo el nuevo mandatario. El vacío de poder convoca al caos anarquizante.
El juicio de inconformidad ha de ser resuelto a más tardar el seis de septiembre. Y el 1º de ese mes ha de instalarse el Congreso de la Unión, asumir sus cargos de elección los diputados federales y senadores ante los que deberá rendir protesta quien haya sido declarado presidente electo y cuyo nombre aparezca en el bando solemne que así lo acredite. En Inglaterra, el primer ministro deja la casa de 10 Downing Street al día siguiente de haber perdido las elecciones parlamentarias; en Francia, después de la segunda vuelta, en cuanto se anunció al vencedor, Nicolás Sarkozy dejaba el Elíseo y Francois Hollande entraba al patio y a la residencia sobre el mismo tapete rojo. Aquí, el litigio, la incertidumbre.
La reforma política permitirá que en el futuro ningún presidente tenga que pasar (el) bochorno de haber entrado por la puerta de atrás, asegura Manlio Fabio Beltrones. Aclaró que no es el caso de Enrique Peña Nieto, por lacontundencia del triunfo que le dieron diecinueve millones de mexicanos el 1º de julio. En sus casi seis años de gobierno, Felipe Calderón nunca pudo ingresar a la sede del Poder Legislativo. Hoy podría darse una protesta protocolaria ante el presidente de la Suprema Corte de la Unión. Si eludimos la espiral del caos una vez resuelto el litigio de la impugnación. López Obrador convoca a mujeres y hombres de buena voluntad, a demócratas, estén donde estén (...) a actuar siempre por la vía pacífica.
En España las multitudes protestan la austeridad impuesta por la política económica de la derecha heredera del falangismo; en Chile los estudiantes reclaman educación superior laica y gratuita; en el mundo entero se alzan las voces de mineros, trabajadores agrícolas, empleados públicos, marginados y condenados al desempleo.
Aquí, el litigio en la disputa por el poder, la denuncia y el escándalo como método. Y Felipe Calderón celebra sus logros todos los días. Ya nadie protesta, quizás en espera de la erección de arcos triunfales. O agradecidos por el término fatal del sexenio. O por esperar que López Obrador diga adónde va y hasta dónde se propone ir.
León García Soler (JORNADA)

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