jueves, 5 de julio de 2012

LA LABOR REPORTERIL DE MARTÍN HATCHOUN


Desde Siria: hacer periodismo entre el riesgo y la emoción


  
Por Martha Andrés Román

Desde Siria: hacer periodismo entre el riesgo y la emoción La labor reporteril de Martin Hatchoun, recientemente galardonado en Cuba con el premio de periodismo 26 de Julio, permitió a la agencia Prensa Latina transmitir desde su escenario directo los principales acontecimiento de la crisis en Siria.

  Hatchoun llegó a Damasco como enviado especial de esa organización periodística en octubre de 2011, y allí se mantuvo durante siete meses dando a conocer los principales hechos y características de un proceso muchas veces reflejado con falta de objetividad por los medios occidentales.

Para el reportero, la experiencia vivida en ese país del Oriente Medio fue tremendamente enriquecedora en los planos profesional, personal y humano, y en particular propició que Prensa Latina pudiera cubrir en directo ese conflicto y buscar y divulgar la verdad de esa crisis.

Aunque su trabajo lo había llevado con anterioridad a escenarios en conflicto -como la India, en 2008, año de mayor número de ataques terroristas reportados en el país asiático-, afirmó que nunca había vivido de cerca situaciones de tanta intensidad como las presenciadas en Siria.

Llegué a Damasco en medio del acrecentamiento de la crisis, a principios de octubre de 2011, y ya en noviembre la Liga Árabe comenzó a tomar medidas y sanciones contra esa nación, a la vez que se intensificó la campaña mediática internacional, apuntó.

Para el periodista, desde el punto de vista profesional, el contacto con la situación siria supuso un gran reto, pues debió estudiar todas las condiciones del conflicto, así como la cultura, particularidades y circunstancias históricas de ese pueblo y de la región.

También fue muy fuerte la cobertura periodística, ya que se producían hechos a diario, hubo jornadas en las que me levantaba a las seis de la mañana y me sorprendía la madrugada del día siguiente, todo eso en una realidad muy cruda y dolorosa, manifestó.

Las principales fuentes de información empleadas, además de las directas, comentó, eran los medios sirios, como la televisión, que transmitía imágenes en directo de lugares a los que no podíamos trasladarnos.

De acuerdo con Hatchoun, la televisión siria era muy rápida en mostrar las consecuencias de los atentados producidos en diferentes localidades, por lo que cuando ocurrían hechos muy alejados de la capital ese era un modo inmediato de acceder a la noticia.

Además, destacó, utilicé con frecuencia los contactos que fui creando durante mi estancia allá, pues en el mundo periodístico es clave contar con fuentes confiables y fidedignas para obtener información o contrastar la que nos llega por otras vías.

Tuve que aplicar todo lo aprendido durante 30 años de trabajo en la agencia, donde me he formado y crecido, y enfrentarme además a situaciones de riesgo que llegaron a costar la vida de profesionales de otros medios de prensa en ese país, recordó.

Al decir del reportero, la experiencia de Siria también fue muy importante desde el punto de vista personal y humano, porque representó el contacto con una cultura vasta y ancestral, así como el descubrimiento de Damasco, considerada la ciudad habitada más antigua del mundo al sobrepasar los cinco mil años de historia.

No solo me acerqué a la crisis en Siria y la región, sino a un mundo de grandes riquezas y valores arquitectónicos, musicales, literarios y humanos, lo que podía ayudarme a hacer comprender mejor a los lectores las circunstancias de ese país, su pueblo y sus comunidades.

Además, rememoró, en Siria sentí cuán frágil es la vida, pues varias veces tuve ante mí los destrozos de lo que eran hombres y mujeres, mínimas partes a las que se veía reducida una persona, y sufrí las consecuencias de una guerra.

Como periodista, llegar al lugar de un atentado terrorista contra una estación de policía, un control militar, o como sucedía en ocasiones, contra objetivos civiles como un monasterio que funcionaba además como orfanato, resultaba un golpe emocional fuerte.

El impulso por buscar la información y salir con la noticia, unido a la situación intensa que se vivía constantemente, provocaba un fuerte estrés, te hacía concentrarte en el aspecto periodístico, pero después venía un momento reflexivo en el que hacía una pausa y me detenía en todo el destrozo a mi alrededor, comentó.

A todo eso se unía el clima de inseguridad y de riesgo que debían enfrentar los periodistas, sobre todo cuando se trasladaban hacia localidades como Homs, Daraa o Hama, pues varias veces las carreteras por las que se trasladaban eran escenarios de ataques.

A partir de enero y febrero los grupos armados comenzaron a atacar a profesionales, incluidos de la prensa, y se iniciaron las amenazas contra el Ministerio de Información donde nos reuníamos los reporteros de los diferentes medios, refirió Hatchoun.

El punto culminante de ese tipo de ataques, afirmó, aconteció hace algunos días cuando una enorme banda armada destruyó toda una estación de televisión y resultaron muertos tres periodistas y cuatro guardias de seguridad del lugar.

Sobre la cobertura informativa brindada por los diferentes medios a los hechos de Siria, consideró que en ocasiones se alejaban de los principios éticos del periodismo, al desvirtuar la realidad y manejarla según los intereses específicos de las empresas de la información.

En ocasiones, expresó, las agencias y otros medios de prensa tenían enviados especiales durante algunos días, pero muchas veces cubrían a distancia sin objetividad las informaciones desde fuera, en lugares como Beirut, el Cairo e incluso, Estambul, el centro desde donde se ha improvisado una oposición siria.

Recordó el caso de un colega, colaborador de la BBC, que le cerraron el contrato por mantenerse fiel a los acontecimientos según se producían en el país árabe, y no cumplir con los intereses mediáticos de la empresa periodística.

Al realizar un balance de su estancia en Siria, el reportero dijo haber arribado a un país totalmente desconocido, donde se encontró con un pueblo culto, afable, hospitalario, con hombres y mujeres que saben brindar una amistad sincera.

Cuando llegué, agregó, la crisis y el sufrimiento no se manifestaban todavía a nivel nacional, pero con el paso del tiempo el sentimiento se fue extendiendo.

En medio de ese contexto, de las duras condiciones, conocí a personas maravillosas e hice amistades que me enseñaron a identificarme más con ese país y sus  La Habana, circunstancias, y de las que conservaré grandes recuerdos, confesó.



rmh/wmr/mar
 

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