domingo, 13 de octubre de 2013

UNA ESPERANZA LLAMADA PCR

UNA ESPERANZA LLAMADA PCR
Por Domingo Nuñez Polanco

Cuando un pueblo adopta  su destino, la historia avanza.
Es la lectura principal de lo ocurrido  en los últimos 14 años en la patria grande, como la llamara Bolívar a la  América latina y el Caribe.
Con el naufragio del modelo neoliberal que nos quisieron implantar desde del Norte,  la frustración y la esperanza se juntaron, allí nació la coyuntura.
 La audacia política y la visión de patria de un Guerrero que ya es eternidad, el que demostró con su combate que “si se puede” y le devolvió a esta patria grande los sueños y  las utopías que por más de quinientos años yacían arrinconados  por el yugo opresor del norte y sus socios criollos. Chávez  se hizo presente, ubicándose a la altura de su 
papel histórico.



Estos procesos libertarios, de independencia y justicia social son eventos generadores de cambios profundos en la consciencia de la América morena. Dejan lecciones que urge retomar.
En la República Dominicana el movimiento progresista y liberal ha recorrido caminos  tortuosos, y aún hoy, a las alturas del siglo XXI, no ha logrado cuajar sus sueños.
Quisqueya, la tierra del gran Cacique libertario Enriquillo se rezagó en el proceso latinoamericano. Brasil, Argentina,  Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia etc., nos tomaron ventaja en esta marcha hacia el  futuro y los movimientos de la izquierda nacional, no se escapan a esta crítica. Los soñadores originales no tuvieron descendientes para continuar el desafío. Los pioneros fueron sacrificados prematuramente, o fueron ahogados en las tormentas de los egos. En ambos casos, las proclamadas vanguardias herederas, renunciaron a la dialéctica del crecimiento social y conceptual, se aferraron a la supervivencia del aparato y expulsaron a su fuente natural: el Pueblo.
En los últimos cincuenta años surgieron experiencias y líderes políticos, muchos, que hoy no están: Juan Bosch y su gobierno democrático 1963. Manolo Tavarez  Justo y las Manaclas, Tomas Fernández Domínguez y su movimiento constitucionalista, Francis Caamaño y la guerra patria  de Abril 1965, Balaguer y sus 12 años de contrarrevolución, Juan Bosch y Peña Gómez se dividen, uno, Peña  Gómez ,toma  el camino de la Social Democracia y Juan se hace más progresista y abraza el socialismo como su norte en la búsqueda del bien colectivo, Don Antonio Guzmán y la apertura a la democracia, el retorno de Balaguer y su gobierno conservador, Leonel Fernández y la modernidad, Hipólito Mejía y la crisis financiera, retorno de Leonel Fernández y el fortalecimiento de su liderazgo, llegada de Danilo Medina al Palacio Nacional y sus iniciativas de hacer lo que nunca se hecho.
Si bien los sectores progresistas y liberales han  promovió batallas políticas e ideológicas importantes a nivel de opinión pública y otros escenarios, no estuvieron a la altura de las expectativas generadas. Sin embargo, la historia no se detiene, prosigue su curso trazado por las corrientes sociales, políticas y económicas.



Por las  curiosidades del devenir histórico y del realismo mágico, precisamente gracias a la  crisis económica, social, política y sobre todo a la de orden ético  que se originó en la primera década del siglo XXI, surge una nueva fuerza política llamada PCR.

¿Cuál sería la labor fundamental de esa nueva fuerza?

El PCR debe ser convocador y promotor del rescate de valores ancestrales, que fortalezcan los tejidos sociales, estimulen la investigación propia y la producción de conocimiento que apoye el ejercicio y la creatividad en las artes y que promueva la organización de redes sociales y la participación comunitaria, tareas urgentes para un proceso social.



La gran tarea de comenzar a darle cuerpo a los sueños de un país, es a través de su historia, de la Cultura, esta tiene que ver con el imaginario social, el mayor poder dinamizador de la sociedad.  Tratamos con seres que sueñan, que aman, que  inventan mundos.
La creación de este espacio cívico renovador, educador y conductor es inaplazable.
Si el PCR nació como repuesta  a la  desilusión de las grandes mayorías  y por la audacia de un líder (General Zorrilla Ozuna), que supo  ubicarse a la altura histórica para dar esperanzas a los excluidos, a los pobres de nuestra patria, al igual que aquel Arañero de Barina, Venezuela  que lucho y vivió por los pobres del mundo.


El partido cívico renovador debe constituirse en una nueva experiencia organizativa, social, política y cultural, superando errores del pasado y haciendo aportes a los irreversibles cambios sociales de  la época.

Domingo Núñez Polanco  

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