lunes, 16 de febrero de 2015

Zozobra política predominó entre 1966 y 1978

Por: Frank Núñez



Más de un cuarto de siglo después de la culminación de los períodos gubernativos que fueron desde el primero de julio de 1966 hasta el 16 de agosto de 1978 es tiempo suficiente para comprender el estado de inseguridad generalizada, falta de institucionalidad, limitada libertad de expresión y de participación democrática que vivió el país en esa traumática etapa histórica.
Si bien es una realidad que durante los doce años consecutivos de gobiernos presididos por Joaquín Balaguer se registró una indiscutible expansión de la clase media, que incluso el gobernante habló de trescientos nuevos millonarios, lo cierto fue que el crimen político se mantuvo a la orden del día, sin respetar a personalidades evidentemente apreciadas por el propio jefe de Estado.
Las construcciones de presas, edificios, avenidas, carreteras, puentes y caminos vecinales por todo el país, fueron empañadas por la represión política, con asesinatos de dirigentes de izquierda, de toda la oposición, líderes estudiantiles y sindicales.
Durante mucho tiempo se pensó que era una exageración del presidente Balaguer cuando dijo que en el país había “sectores incontrolables” que cometían crímenes de los cuales se enteraba en los medios de comunicación, pero analizada la documentación periodística de la época, nos llevaría a concluir en que ni siquiera el mandatario se sentía seguro.
Era indiscutible que la representación norteamericana en el país, a través de su embajada, su cuerpo de asesores políticos y militares y otras agencias mantenía un poder preponderante, además de la presencia activa de los uniformados castrenses en las decisiones de Estado.
La institucionalidad democrática era simple formalidad, con un Presidente aferrado a un poder mediatizado que defendía desesperadamente como niño aferrado a un juguete nuevo. Investigadores como Danilo P. Clime, autor del libro El Caudillismo en la República Dominicana, atribuye esa actitud a la auto compresión mesiánica de Balaguer, concibiéndose a sí mismo como predestinado para dirigir la Nación en ese período convulso tras la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo.
A la muerte del comandante constitucionalista Ramón Emilio Mejía (Pichirilo) le siguió la desaparición del periodista y abogado Guido Gil Díaz, asesor legal del Sindicato Unido de los Trabajadores del Central Romana, por solo citar los sucesos más resonantes del primer cuatrienio.
El gobernante Partido Reformista sufrió su más importante división por la renuncia del vicepresidente de la República, licenciado Francisco Augusto Lora, quien enfrentó el continuismo de Balaguer, enfrentándolo electoralmente en 1970 como candidato del Movimiento de Integración Democrática (MIDA).
Todo un corolario de agitación política, asesinatos en la vía pública, llamados a la insurrección armada por parte de grupos de la izquierda, pérdida de credibilidad en los procesos democráticos, intentos de golpes de Estado y clientelismo reeleccionistas caracterizaron aquella etapa oscura de la vida dominicana, en la que el pueblo se vio atrapado como en un emparedado entre las secuelas de la revolución, seguida por la intervención norteamericana del 1965, y los rigores universales de la Guerra Fría que enfrentaba a las dos superpotencias de entonces( EE.UU.-URSS).

Segundo cuatrienio de Balaguer 1970-1974

En las elecciones de 1970 el MIDA, desprendimiento del gobernante Partido Reformista, fue la fuerza política que enfrentó el continuismo de Balaguer, debido a la abstención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), liderado por el ex presidente Juan Bosch, quien calificó el proceso como un matadero electoral.
De acuerdo con los cómputos de la Junta Central Electoral (JCE), el Partido Reformista y su aliado Movimiento Nacional de la Juventud (MNJ) alcanzaron 653,565 votos, mientras que la totalidad de los votos oposicionistas ascendieron a 584,100 votos.
Las denuncias de fraude electoral no se hicieron esperar, aumentando la desesperanza en la población sobre la posibilidad de producir un cambio de mando por la vía de las urnas, creciendo las posiciones que se inclinaban por la lucha armada y violenta.
La represión política no tenía precedentes en el país, obligando al PRD y su líder a concentrar sus energías en la denuncia local e internacional de los crímenes políticos.
El 1 de julio de 1971, antes de que el nuevo gobierno cumpliera su primer año de instalado, el presidente Balaguer presentó en calidad de detenido ante las cámaras de televisión al general retirado Elías Wessin y Wessin, bajo la acusación de preparar un golpe de Estado para derrocarlo.
El militar en retiro había sido candidato presidencial del Partido Quisqueyano Demócrata (PQD) en las elecciones del año anterior.
Balaguer definió a Wessin como “un conspirador impenitente”, en alusión a su participación en el golpe de Estado al Presidente Bosch el 25 de septiembre de 1963. Wessin era jefe del Centro de Enseñanzas de las Fuerzas Armadas (CEFA) cuando fue derrocado el primer gobierno del PRD, y estuvo del lado de las fuerzas interventoras de los Estados Unidos tras la Revolución del 24 de Abril de 1965.
“Balaguer montó esa noche frente al país un escenario nunca antes visto en la historia de la República Dominicana, sentó al general Wessin y Wessin a su izquierda, al general Enrique Pérez y Pérez, jefe de la Policía Nacional, a su derecha y después de informar al pueblo los detalles de la conspiración, concluyó su mensaje solicitando a los altos mandos militares que decidieran la suerte de su ex compañero”, relata un cronista de la época.
Wessin fue deportado y no pudo retornar al país durante el período restante de los 12 Años de Balaguer.
Una muestra del Estado de represión que vivió el país en aquellos años fue la muerte de la estudiante de economía Sagrario Ercira Díaz Santiago, el 14 de abril de 1972, herida mientras participaba en protestas para que el gobierno aumentara a medio millón de pesos el presupuesto de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
La joven mártir, originaria de la sureña provincia de Barahona, pertenecía al Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), fuerza estudiantil en la UASD del PRD.
Durante esa etapa fueron eliminados altos dirigentes revolucionarios, destacándose el ingeniero Amín Abel Hasbún, llegando la mano del crimen hasta playas extranjeras, como fue el caso de Maximiliano Gómez (El Moreno), quien pereció asfixiado en su exilio de Bruselas. Ambos eran dirigentes del Movimiento Popular Dominicano (Marxista- leninista).
Como recuerda el escritor Manuel Matos Moquete en su libro Caamaño: la Última esperanza Armada, el 12 de enero de 1972 “aconteció en el país un hecho terrible que consternó a todo el país: la muerte por los cuerpos represivos del gobierno de Amaury Germán Aristy, Bienvenido Leal Prandy, Ulises Cerón Polanco y Virgilio Perdomo Pérez, integrantes de los Comandos de la Resistencia o Los Palmeros, en la carretera que conduce a Boca Chica”.
Los caídos formaban parte, según el autor, de los combatientes que servirían de respaldo militar en una eventual expedición guerrillera del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. El jefe de la revolución constitucionalista de 1965 había abandonado su puesto de agregado militar de la República Dominicana en Londres, Inglaterra, y desde el 1967 preparaba su proyecto revolucionario en Cuba, bajo el amparo del régimen socialista de Fidel Castro.
La esperada expedición guerrillera de Caamaño se produjo en febrero del 1973, al mando de ocho combatientes, siendo apresado y ejecutado junto a otros compañeros después de varios combates con efectivos del Ejército Nacional.
El sacrificio de Caamaño constituyó el acontecimiento de mayor resonancia durante esa etapa sangrienta de la vida dominicana. Su figura histórica forjada en el combate a una intervención extranjera le ganó la admiración y el respeto de las mayorías nacionales, independientemente de la filiación política.
Semanas después al desmantelamiento de la guerrilla se produjo el asesinato del periodista Gregorio García Castro, jefe de redacción del vespertino ULTIMA HORA. Como dato de cruel ironía, este comunicador había sido uno de los principales fundadores junto a Balaguer del Partido Reformista.
Estudiosos de la época entienden que la fracasada guerrilla provocó la división del PRD, debido a que incrementó las contradicciones ya existentes entre su presidente Bosch y su secretario general José Francisco Peña Gómez.
Bosch renunció del PRD el 18 de septiembre de 1973 junto a un reducido grupo de dirigentes, y el 15 de diciembre del mismo año fundó el hoy gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
La división del PRD debilitó los esfuerzos unitarios de la oposición en procura de crear un frente de organizaciones que enfrentaran electoralmente al gobierno balaguerista, con un programa que buscara ponerle fin a la represión imperante.
Un arcoíris de organizaciones que iban desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda conformó la coalición que se llamó Acuerdo de Santiago, con el objetivo de participar en las elecciones del 16 de mayo de 1974 contra el continuismo de Balaguer.
El grupo de entidades la encabezaba mayoritariamente el PRD (centrista), seguido por el PQD (ultraderechista), el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), derechista moderado, y el Movimiento Popular Dominicano (MPD), ultraizquierdista.
La coalición llevaba como candidato presidencial al hacendado santiaguero Silvestre Antonio Guzmán Fernández, con el general retirado Elías Wessin y Wessin a la candidatura vicepresidencial, pese a que se encontraba en el exilio. El Acuerdo de Santiago parecía invencible en todo el país, lo que provocó un recrudecimiento de la represión contra sus dirigentes y militantes.
Los periódicos de la época publicaban fotografías de efectivos militares y agentes policiales con cintillos en las culatas de las ametralladoras que rezaban “Balaguer: 1974-1978”. Con decenas de muertos, heridos y presos, los dirigentes del Acuerdo de Santiago anunciaron al país el 14 de mayo, 48 horas antes de los comicios, que no participarían en los mismos bajo el entendido de que no existían las más mínimas condiciones para unas votaciones libres.
Un partiducho conocido como Partido Demócrata Popular (PDP), llevó como candidato presidencial frente a Balaguer al contralmirante retirado Luis Homero Lajara Burgos, con lo que se buscó darle categoría de elecciones al malogrado proceso democrático del 1974.

Cuatrienio 1974-1978 fue más de lo mismo

Las acciones iniciadas por Balaguer en ese último período evidencian que estaba consciente de la impopularidad del régimen, sostenido por la fuerza de la represión contra los opositores. Fue entonces cuando impulsó las Leyes Agrarias para dotar de terreros productivos a empobrecidos campesinos de todo el país.
La legislación contó con el respaldo de sectores progresistas hasta el punto que el Partido Comunista Dominicano (PCD) aportó sus mejores cuadros en procura de que las Leyes Agrarias se aplicaran en beneficio del campesinado sin tierra.
Aunque se distribuyeron parcelas a través del Instituto Agrario Dominicano (IAD), la iniciativa terminó como un recurso más del continuismo oficial.
El periodista Orlando Martínez, director de la revista Ahora, y uno de los miembros del PCD que respaldó las leyes agrarias, cayó abatido próximo a la UASD la noche del 17 de marzo de 1975, víctima de grupos militares que se sintieron desenmascarados por el columnista en sus desbordadas ambiciones de poder, sin importarles incluso la integridad física del gobernante.

No faltaron en el cuatrienio acciones de aventurerismo como las cometidas por Los Trinitarios, foco armado dirigido por Guillermo Rubirosa Fermín, quien bajo una tenaz persecución cayó abatido junto a dos adolescentes en un barrio marginado de San Pedro de Macorís, el 27 de marzo de 1978, a pocas semanas de las votaciones.
A la impopularidad del régimen de los 12 Años se sumó la victoria en los Estados Unidos del candidato del Partido Demócrata, Jimmy Carter contra el republicano Gerald Ford, abriendo expectativas esperanzadoras para la democracia latinoamericana, y en términos particulares para la dominicana.
El PRD aprovechó el soplo de nuevos vientos en la política regional de los Estados Unidos, que abogaba por elecciones libres y el respeto a la voluntad popular en el establecimiento de los gobiernos. Fue de esa manera que, con todo y la represión, con militares y policías con estribillos reeleccionistas en las culatas de sus ametralladoras, el candidato perredeista Guzmán derrotó al reformista Balaguer en las elecciones del 16 de mayo de 1978. El compañero de boleta del triunfador fue Jacobo Majluta y del derrotado Carlos Rafael Goico Morales.
La derrota de Balaguer abrió un nuevo capítulo en la cadena de tragedias que atormentaron a los dominicanos en ese período, con la resistencia al cambio por parte de los altos mandos militares de entonces, colocando al país “al borde del caos”. Los tres meses de aquella transición se recuerdan como una verdadera pesadilla nacional.
(Golpe de Wessin, Sagrario, Guerrilla de Camaño, división del PRD, Acuerdo de Santiago).

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