martes, 16 de junio de 2015

Democracia disfuncional y educación

POR EDUARDO GARCÍA MICHEL
La democracia que se gasta el país no ha acertado desde su vigencia a partir de 1962 a encontrar la tecla de las soluciones de fondo. Los problemas de antaño siguen siendo los de ahora, quizás algunos de ellos agravados: pobreza, electricidad, agua potable, transporte, recursos naturales, entre otros.
Se resuelven, eso sí, problemas puntuales, pero las soluciones suelen quedarse más en la forma. No se cierra nada importante en todas sus aristas. Y lo que posee tinte de relevancia tiende a ser mediatizado.
Y este no es un asunto de una administración. Es una costumbre ya vieja, que se va heredando como praxis política.
No vamos a proponer en este artículo que se cambie el sistema democrático por uno de fuerza. No. Jamás. Pero si intentar crear consciencia acerca de la necesidad de que se de mayor funcionalidad a esta democracia desteñida y desacoplada que se ha ido consolidando después de grandes tropiezos.
La política se concibe como un certamen de simpatía, de modo que los mandatarios se ven incitados a hacer lo que caiga bien, lo que no lastime ni toque intereses, y jamás a enfrentar aristas conflictivas. Lo importante son los índices de popularidad y no la solución de fondo de los problemas fundamentales.
Y el caldo de cultivo es una población con grado de instrucción muy bajo, con analfabetismo funcional extendido en la clase profesional, y con carencias económicas muy marcadas.
El secreto para llegar al poder y luego mantenerse estriba en sintonizar con las aspiraciones simples de la gran masa votante, desprovista de instrumentos de juicio elaborados para exigir la aplicación de políticas que cambien su destino, y se conforma con anuncios de políticas de bienestar social que aparentemente le favorecen pero que en verdad tienden a perpetuar su condición.
Quizás una de las excepciones a este comportamiento pueda encontrarse en la transformación que se intenta lograr el en el área educativa, ya que se trata de planes de largo plazo, bien encaminados a resolver el grave problema de la pérdida de tiempo en los planteles y de baja calidad de la enseñanza, cuyo producto es un alumno sin herramientas para enfrentarse con los retos que plantea la vida en sociedad.
Es claro que se necesitan aulas, como ya se están construyendo, pero el reto mayor es organizar, disciplinar, aplicar en extenso los programas escolares, y disponer de profesores de gran calidad que inspiren respeto y se hagan respetar.
Y para esto se requiere de una determinación indestructible de resolver la tragedia de la endeblez de la educación y cultura propias, por medio del ejercicio de un liderazgo enérgico que se transmita a toda la nación como especie de cruzada a efectuar.
Habría que ser muy mezquino para no reconocer y encomiar el gran esfuerzo que está realizando la actual administración en materia de construcción de aulas y jornada extendida. Puede decirse que es una revolución en marcha, complementada ahora por la disposición a abrir decenas de estancias infantiles para dar acogida a los infantes de menores recursos en su etapa esencial de crecimiento y formación de la personalidad. Sin duda una gran obra.
Pero a pesar de su enorme relevancia, se requiere más, muchísimo más. Se necesita que estas aulas sirvan eficientemente al propósito para el cual están siendo construidas: formar los estudiantes, instruirlos, capacitarlos, garantizar que aprendan. Se puede aprender dentro de un aula, debajo de un árbol de tamarindo, o en el patio de una casa.
Y para eso se necesitan libros, útiles, programas escolares apropiados, y, por encima de todo, profesores de verdad, con vocación y capacidad para trasmitir conocimientos y enseñar.
Parecería que el reto es construir las aulas, ¿verdad? Pues si lo es, pero aunque de dimensión ciclópea no constituyen por si solas la solución. Hay que acompañarla con la disponibilidad de maestros competentes. Garantizar que los alumnos aprendan y no pierdan el tiempo. Velar que la jornada extendida se aproveche para estudiar, leer, hacer la tarea bajo supervisión, en vez de dejar que pase el tiempo en asuntos intrascendentes.
Este gobierno está dando el impulso decisivo con las nuevas aulas, tanda extendida y estancias infantiles. Pero esta revolución, que lo es, tiene que ser continuada incorporando los aspectos cualitativos mencionados.
TOMADO DEL DIARIO LIBRE

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