sábado, 13 de junio de 2015

Edgar Morín Reformar la política para transformar el mundo

Por MU-KIEN ADRIANA SANG
mu-kiensang[@]pucmm.edu.do 
Morir soñando, sí, mas si se sueña
morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.

Vivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿aprender lo que al punto al fin se olvida
escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?,
Miguel de Unamuno

Edgar Morín es una personalidad en el mundo, especialmente en su Francia natal. En 1997 publicó su obra “Una política de la civilización”, en la cual el autor profundiza su análisis sobre el estado del mundo, proponiendo una reforma de la política y del pensamiento a fin de superar la crisis de credibilidad existente en el mundo.
La periodista Anne Rapin publicó en larevista francesa Label France, en su edición No. 28 07-87 una entrevista muy interesante a Edgar Morín, en la cual el autor plantea una severa crítica a los políticos del mundo, especialmente del occidental, su tecnicismo exagerado, pero sobre todo el individualismo que promueve el más cruel de todos los egoísmos:
Todo aquello que constituyó la faz luminosa de la civilización occidental presenta ahora un envés cada vez más negro. Así, el individualismo, que es una de las grandes conquistas de la civilización occidental presenta ahora un envés cada vez más negro. Genera hoy cada vez más fenómenos de atomización, de soledad, de egocentrismo o de degradación de la solidaridad.
Otro producto ambivalente de nuestra civilización es la técnica, que ha librado a los hombres de enormes gastos energéticos confiándoselos a las máquinas, pero ha hecho que la sociedad sea esclava de la lógica cuantitativa de dichas máquinas.
El pensador francés es crítico con la economía capitalista mundial. Los industriales, en su búsqueda de ganancias, producen masivamente bienes para que la gente los compre en los mercados. Y esa es, dice el pensador, la causa de la contaminación y de la degradación que está amenazando la biósfera:
El automóvil es un perfecto ejemplo de los vicios y virtudes de nuestra civilización. Incluso la ciencia, de la que se pensaba que solo aportaba beneficios, con- lleva aspectos preocupantes como son el peligro atómico o la manipulación genética.
Morín es crítico con la idea del progreso occidental. Señala que se suponía que con el paso del tiempo viviríamos mejor, pero ha sucedido lo contario. Critica el mito civilizador de occidente así como del marxismo:
Así podemos decir que el mito del progreso, fundamento de nuestra civilización que pretendía que el mañana sería indudablemente mejor que el presente, y que compartían el mundo del oeste y el mundo del este -puesto que el comunismo prometía un porvenir radiante- ha caído en cuento mito.
La lógica pregunta que provoca esa afirmación es la que le hizo la periodista: Esta crisis ¿concierne solamente a las sociedades occidentales? La respuesta no se hizo esperar. Su punto de partida es que occidente y su cultura de consumo se ha expandido por el mundo:
Es una situación general en la medida en que la civilización occidental se ha mundializado, al igual que es el ideal al que había llamado desarrollo… Sin embargo, nos damos cuenta de que el desarrollo, contemplado únicamente desde un punto de vista económico, no descarta ni mucho menos un subdesarrollo humano y moral… Esta degradación de la calidad respecto a la cantidad es síntoma de nuestra crisis de civilización, pues vivíamos en un mundo dominado por la lógica técnica, económica y científica…
Morín sostiene que la crisis actual del mundo debe asociarse a la saturación, ahogado por problemas que es incapaz de resolver. Solo podría asociarse a la caída del Imperio Romano. Su ambición sin medida de conquista y poder exacerbó su capacidad, provocándose primero la división y posteriormente su derrota definitiva.
La periodista le preguntó sobre la diferencia entre la mundialización y globalización que impera en el mundo y la llamada “era planetaria” por la que aboga el intelectual:
La mundialización tiene evidentemente un aspecto muy destructor por propiciar el anonimato, la uniformación de culturas, la homogeneización de las identidades, pero representa también una oportunidad única para los hombres de las diferentes culturas del planeta comunicarse, comprenderse y favorecer los mestizajes.
Para Morín, una de las razones para que la situación se agrave es la política y los políticos, y sobre todo por su visión individualizada de los problemas colectivos y sociales. Propone el diseño de políticas civilizadoras humanizadas y humanizantes. Por esta razón, el periodista le pregunta: ¿En qué supone nuestro modo de pensar y aprehender la realidad un impedimento para superar nuestros problemas actuales? Morín aboga entonces por la reforma del pensamiento diciendo:
La reforma del pensamiento enseña a afrontar la complejidad con ayuda de instrumentos, de conceptos capaces de relacionar los diferentes saberes que están a nuestra disposición en este fin del siglo XX. Se trata de algo vital para esta era planetaria en la que se ha hecho imposible, y artificial, aislar a escala nacional un problema importante. Esta reforma de pensamiento, que precisa a su vez de una reforma de pensamiento, que precisa a su vez una reforma de la educación, no está en marcha en ningún sitio y sin embargo es necesaria.
Finaliza la entrevista entre su canto triste de canción desesperada por el mundo y su necesidad de anunciar la esperanza. El mundo va por mal camino. Es necesario, aseguraba y asegura, pensar en un futuro diferente, pensar que somos del planeta, no de una nación o continente:
Las razones que me hacen tener esperanza se fundan igualmente en el hecho de que estamos en la prehistoria del espíritu humano, lo que significa que las capacidades mentales están aún subexplotadas, especialmente en el plano de las relaciones con los demás. Somos bárbaros en las relaciones con los demás, no solamente entre religiones y pueblos diferentes sino en el seno de una misma familia, entre los padres donde falta comprensión. … el peligro nos ayudará tal vez a salvarnos, a condición de tomar conciencia de ello.
¡Qué hermosa conclusión! Morín aboga por la unidad de la raza humana, sin importar el color, ni la religión… sin importar nada… solo el hecho de que formamos parte de la humanidad como un todo.
TOMADO DEL PERIÓDICO HOY

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