sábado, 29 de agosto de 2015

¿Por qué los masones han sido clandestinos en tantos países?


La masonería, que comenzó con la asociación de albañiles durante la construcción de catedrales, se ha convertido en un potente símbolo del poder oculto. El carácter liberal de la organización, unido a la influencia económica y política de sus miembros, desligada del catolicismo, motivaron que el papa Clemente XII iniciara su persecución con la bula In eminenti en 1738. Algunos reyes, como Fernando VII, los declararon ilegales. Su ideología también los enfrentó con regímenes de extrema izquierda y derecha del siglo XX.


 

Tiene como objetivo la búsqueda de la verdad a través de la razón y fomentar el desarrollo intelectual y moral del ser humano, además del progreso social. Los masones se organizan en estructuras de base denominadas logias, que a su vez pueden estar agrupadas en una organización de ámbito superior normalmente denominada "Gran Logia", "Gran Oriente" o "Gran Priorato".



Aparecida en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la masonería moderna o "especulativa" ha sido descrita a menudo como un sistema particular de moral ilustrada por símbolos. Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular que, basado en el simbolismo de la construcción, permite a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, de reflexión y de diálogo, para transmitir estos valores a su entorno.



La historia institucional de la masonería presenta numerosas disidencias, cuyas principales causas, con importantes matices y derivaciones, están relacionadas con la admisión de la mujer en la masonería, la cuestión de las creencias religiosas o metafísicas, la naturaleza de los temas tratados o la forma de trabajar de las logias, así como con las bases sobre las que se fundamenta la regularidad masónica. La existencia de distintos puntos de vista sobre estos y otros temas ha dado lugar al desarrollo de distintas ramas o corrientes masónicas, que a menudo no se reconocen entre ellas.


Francmasón inglés del siglo XIX.



Una de las leyendas más importantes de la francmasonería atribuye a Hiram Abif, mítico arquitecto del Templo de Salomón en Jerusalén, la fundación de la orden masónica. Algunos textos retrotraen el origen de la masonería a épocas de aún mayor antigüedad, y llegan a considerar como fundadores a distintas figuras bíblicas, como Tubal-Caín, Moisés, Noé o el mismísimo Adán. Más realistas, pero todavía en el ámbito de lo mítico o de lo pseudohistórico, diversos autores han atribuido este origen a los constructores de las pirámides en el antiguo Egipto, a los Collegia Fabrorum romanos, a la orden de los Templarios, la de los Rosacruces o a los humanistas del Renacimiento.


La hipótesis más aceptada afirma que la francmasonería moderna procede de los gremios de constructores medievales de castillos y catedrales (la llamada masonería operativa1 ), que evolucionaron hacia comunidades de tipo especulativo e intelectual, conservando parte de sus antiguos ritos y símbolos. Este proceso, que pudo iniciarse en distintos momentos y lugares, culminó a principios del siglo XVIII.


Los constructores o albañiles medievales, denominados masones, disponían de lugares de reunión y cobijo, denominados logias, situados habitualmente en las inmediaciones de las obras. Era común a los gremios profesionales de la época el dotarse de reglamentos y normas de conducta de régimen interior. Solían también seguir un modelo ritualizado para dar a sus miembros acceso a ciertos conocimientos o al ejercicio de determinadas funciones. Los masones destacaron especialmente en estos aspectos.


Los tres grados de la masonería son:
Aprendiz – es el primer grado, el de los iniciados, con el que una persona se vuelve masón;
Compañero – es un grado intermedio, donde el masón se dedica a aprender;
Maestro – es el tercer grado, en el cual se requiere que el masón participe en la mayor parte de los aspectos de la logia y de la masonería.


Si bien en los inicios de la masonería las actividades de las logias se mantenían en secreto para protección de sus miembros (sobre todo por seguridad, pues eran organizaciones prohibidas por las leyes de entonces), quedan actualmente aún dos tipos de secreto, uno de ellos asociado con el reconocimiento. Las palabras de pase, los toques al saludarse y las respuestas a preguntas específicas para poder ingresar a la orden forman parte del conocimiento esotérico que sólo se transmite en el interior de la institución y a quienes han alcanzado el conocimiento para llegar ahí. El otro tipo de secreto es ritual y es personal: es el conocimiento que cada miembro de la logia va adquiriendo de sí mismo conforme aprende. Es una experiencia personal que no se puede transmitir a nadie.

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