miércoles, 25 de octubre de 2017

Dura lucha para salvar la biodiversidad de Dominica

Del baobab derribado en 1979 por el huracán David, nació un nuevo tronco que resistió los vientos de María. Foto: del autor
ROSEAU.–Los seres humanos no son las únicas víctimas de los desastres naturales. En medio de los daños causados por el huracán María, que cambió para siempre el paisaje de Dominica, un grupo de especialistas se dedica a recuperar el mayor tesoro de la isla: su rica biodiversidad.
«Según las evaluaciones que hemos hecho hasta ahora, podemos decir que toda la biodiversidad del país ha sido impactada, tanto los bosques como la vida silvestre», asegura a Granma el especialista de la División Forestal dominiquesa, Steven Durán.
Durán es el encargado de la investigación y el monitoreo de las reservas naturales, que atraen a cientos de miles de turistas cada año, así como de educar a los 72 000 pobladores en los temas medioambientales.
Las ráfagas de cerca de 300 kilómetros por hora barrieron bosques enteros, que quedaron reducidos a troncos tan secos como si hubiesen recibido una descarga de herbicidas. El verde desapareció casi por entero de la isla.
Si bien el daño es generalizado, el especialista está preocupado en específico por dos especies de cotorras endémicas: los cuellos negros (Amazona arausiaca) y la cotorra imperial, también conocida como sisero (Amazona imperialis).
Así quedaron la mayor parte de los bosques de la isla tras el paso del huracán Maria en Dominica. Foto: Sergio Gomez
El sisero, el ave nacional, aparece enmarcado por un círculo rojo en la bandera del país, que también lleva los colores blanco, amarillo, negro y verde.
Después del huracán, se han avistado cuellos negros fuera de su hábitat natural, incluso en lugares cercanos a las ciudades. Normalmente esas aves viven en los bosques de las montañas de más de 500 metros de altura.
«Los pájaros están transformando sus hábitos debido al huracán. Su hábitat quedó totalmente destruido y no hay alimentos», asegura Francisco Maffei, quien trabaja en Protección y Conservación de la Flora y la Fauna del Ministerio de Agricultura de Dominica.
Una de las principales amenazas para las especies en peligro, agrega, es la caza furtiva, pero en los últimos años se ha hecho un trabajo educativo con la población que ha comprendido la necesidad de preservar las especies representativas, añade Maffei, formado como especialista en Pinar del Río.
Pero más preocupante es la situación de la cotorra imperial. Nadie ha logrado divisar una en la vida silvestre desde el paso del huracán.
«Hay esperanza y creemos que algunos especímenes pueden haber sobrevivido», refiere Durán. «Pero todo indica que la mayoría murió ante la intensidad de la devastación».
Algo similar ocurrió en el año 1979 con el ciclón David, que también impactó la isla con categoría 5. Las poblaciones de ambas especies de cotorras quedaron reducidas entonces a cerca de 200 ejemplares.
«Ahora tuvimos una tormenta incluso más intensa», añade el especialista.
Dominica cuenta con un Centro de Investigaciones para la Preservación de las Cotorras, instalado en el Jardín Botánico de la capital, Roseau.
Edmond Mackentire trabaja directamente con las aves. Cada mañana pasa a llevarles comida, cambiarles el agua y acompañarlas por algunas horas. «El contacto con los humanos las tranquiliza», afirma.
Antes del huracán, había una decena de ejemplares y luego del desastre, llegaron al aviario otros siete en malas condiciones. Uno de ellos falleció y a otro se le amputó un ala.
Posiblemente, los especímenes que hoy están en el centro de conservación sean los encargados de repoblar toda la isla de su ave nacional si la naturaleza no puede lograrlo por sus propios medios.
RECONSTRUIR EL JARDÍN
El Jardín Botánico de Roseau es una muestra a microescala de la devastación sufrida en el resto del país.
Árboles de más de 30 metros de altura fueron arrancados de raíz. Las casas protegidas para el crecimiento temprano de las plantas volaron por los aires. El criadero de ranas toro quedó inaccesible y aún hoy no se sabe en qué condiciones quedaron los animales.
Las cotorras imperiales son el ave nacional de Dominica. Foto: del autor
El Jardín Botánico se comenzó a construir en el siglo XIX, cuando la isla todavía era una colonia británica. En su momento, fue considerado como uno de los más completos y refinados del Caribe.
Pero el huracán David barrió con árboles centenarios poco después de que el país obtuviera la independencia y las autoridades locales comenzaron a reconstruirlo.
Heinson Paul lleva más de 40 años trabajando en el Jardín Botánico y  recuerda claramente los efectos de David.
«Entonces teníamos árboles mucho más grandes y antiguos», afirma. «María encontró bosques más jóvenes».
Las más de 70 hectáreas del parque estaban plantadas de especies endémicas del Caribe, muchas de ellas de alto valor económico. Hoy la mayor parte se perdió o quedó con afectaciones considerables en su follaje.
Paul considera que uno o dos años serán suficientes para que el verde tradicional regrese al parque y a los bosques del país. Pero la recuperación total de los árboles tomará décadas.
AYUDA CUBANA
Como parte de la ayuda prestada por Cuba a Dominica tras el paso del huracán María, el pasado viernes llegó a la isla un barco de la Mayor de las Antillas con una donación de 300 toneladas de bienes de primera necesidad, dos brigadas de linieros, un grupo de jóvenes diplomáticos y diez trabajadores forestales.
«La brigada de forestales está compuesta por nueve motoserreros y un jefe», precisa a este diario el coordinador del equipo, Osiris Martínez Oropesa, especialista en Ordenación del Grupo Agroforestal del Ministerio de la Agricultura de Cuba.
La primera tarea de los especialistas cubanos será asistir al Ministerio de Agricultura local en el saneamiento del Jardín Botánico de Roseau. También se espera que laboren en otras reservas naturales de alto valor ecológico y económico para el país.
«Esas han sido las áreas donde el gobierno ha solicitado la ayuda en este inicio», refiere el coordinador. «El daño es grande y generalizado».
Además de tiempo, añade, la recuperación de la flora conlleva importantes recursos humanos y materiales.
Los trabajadores forestales cubanos vienen de las empresas La Palma y Macurije, de Pinar del Río. Tienen experiencia en zonas afectadas por huracanes intensos.
René Ravelo Delgado, uno de los motoserreros, asegura que la destrucción de María en Dominica es incluso más intensa que la de Ike y Gustav en territorio pinareño en el año 2008.
Su trabajo ahora consistirá en cortar los árboles caídos y despejar caminos con el objetivo de habilitar la llegada de visitantes a lugares de alto impacto ecológico y turístico.
«La prioridad en el corto plazo es sanear las reservas naturales lo antes posible», afirma Durán. «En el largo plazo serán necesarias otras acciones mucho más ambiciosas».
El especialista de la División Forestal de Dominica apunta que la colaboración internacional es clave para lograr recuperar parte de la biodiversidad de la isla. «Aunque sabemos que nunca será como antes».
En el Jardín Botánico, donde laborarán los cubanos, el huracán David derribó un baobab llamado Goliat sobre un autobús escolar, que quedó aplastado como si se tratase de una lata de refresco. Las autoridades preservaron la escena tal cual para que futuros visitantes conocieran la intensidad del desastre de 1979.
El baobab es venerado por muchos pueblos africanos que, al migrar a América, lo identificaron con la ceiba. De la raíz del árbol caído salió hace décadas un tronco nuevo, que se mantuvo en pie ante los vientos de María, como un monumento  viviente a la capacidad de esta isla del Caribe de levantarse una y otra vez ante los embates de la naturaleza.

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