miércoles, 27 de junio de 2018

Algo que amenaza la recuperación económica


La deuda mundial, 164 billones de dólares, alcanza su récord desde la II Guerra Mundial. Supone el 225% del PIB global, pone en peligro la recuperación económica y anuncia nuevos ataques contra la clase trabajadora.


Juan Carlos Arias, La izquierda diario

Si repartiéramos toda la deuda entre los habitantes del planeta cada uno de nosotros deberíamos 21.866 euros. Para hacernos una idea, en el Estado español el salario medio anual más habitual es de 16.500 euros. Para los trabajadores de países los coloniales o semicoloniales esta cantidad supone varios años de trabajo. Se trata del mayor nivel de endeudamiento desde el final de la II Guerra Mundial, y es un 12% mayor que el logrado en 2009, el peor año de la crisis.

En aquella ocasión la deuda fue generada por la necesidad de restablecer las infraestructuras y los medios de producción que quedaron destruidos o muy dañados tras el conflicto bélico. Esto supuso enormes inversiones productivas de todo tipo que lograron impulsar la economía mundial capitalista a niveles de crecimiento históricos, los conocidos como los “30 gloriosos”.

Un importante paréntesis para los problemas de la fase de decadencia capitalista en la que se encontraba la economía mundial (caracterizada por crecimientos económicos inferiores al potencial, ciclos de alza cada vez más cortos y nuevas y peores crisis). La fase de decadencia volvió a imponerse tras el final de los “30 gloriosos”, con nuevas dificultades desde finales de los 60 principios de los 70 del siglo pasado, sorteados con la ofensiva neoliberal que el 2008 puso en la picota.



Elecciones, democracia y economía

Elecciones, democracia y economía


la democracia no es una máquina para transformar aspiraciones individuales en decisiones sociales. Las elecciones son importantes, pero no son la esencia de la democracia, porque no son un proceso para fabricar consensos.

Todo esto obliga a una reflexión sobre los partidos políticos: ¿serán ellos los agentes esenciales para la democracia como tanto se ha insistido en los debates sobre la transición democrática en México? En realidad los partidos se han convertido en parte esencial de ese entramado electoral que, como hemos visto, es inconsistente con la regla de la mayoría. En teoría, su trabajo consistiría en orientar y encuadrar la opinión para facilitar la agregación de preferencias individuales. En la práctica, como parte del sistema electoral, la prioridad de los partidos es capturar votos más que encauzar el análisis político. No por nada están tan desprestigiados y se les percibe como parte de un engranaje que poco o nada tiene que ver con la democracia. Como decía Simone Weil, los partidos prefieren la opinión sobre el análisis (por esta razón hasta recomendaba su abolición).



Alejandro Nadal, La Jornada

Normalmente se asocia la democracia con elecciones libres. Esa idea está en el corazón de la concepción comúnmente aceptada de democracia. El supuesto clave de este vínculo entre elecciones y democracia es que a partir de preferencias individuales el proceso electoral permite llegar a decisiones colectivas. Para decirlo de otro modo, esto implica que a partir de las inclinaciones y aspiraciones individuales se puede identificar una decisión social (o de grupo) que sea consistente con la regla de la mayoría. La realidad es mucho más complicada.

En 1770 un matemático y enciclopedista francés, el marqués de Condorcet, mostró que un sistema electoral puede llevar a resultados inconsistentes con la regla de la mayoría. Su demostración es sencilla y utiliza el siguiente ejemplo. Imaginemos un grupo de 60 votantes que deben decidir entre tres candidatos, A, B y C. (En lo que sigue, para denotar que un candidato es preferido a otro utilizamos el signo >.) Condorcet supone que los resultados de la votación son los siguientes. Para 23 votantes las preferencias fueron A > C > B. Las de otros 19 votantes fueron: B > C > A. Otros 16 votantes prefirieron C > B > A. Finalmente, dos votantes prefirieron C > A > B. De acuerdo con esos resultados, el candidato A será elegido porque ha recibido 23 votos. Sin embargo, ése no ha obtenido la mayoría porque hay 35 votantes que han preferido al candidato B sobre el A. El resultado es conocido como la paradoja de Condorcet.

En 1951 el economista Kenneth Arrow desarrolló la idea en un planteamiento conocido como el teorema de imposibilidad. El teorema establece que cuando los votantes tienen tres o más alternativas u opciones distintas, no existe un sistema electoral que convierta las preferencias individuales en un orden o ranking social completo. En síntesis, no se puede pasar a través de la agregación de las preferencias individuales a una función de bienestar social o colectiva.

Estos resultados son bien conocidos en las ciencias sociales. Pero lo más importante no es que un sistema electoral pueda ser inconsistente con la regla de la mayoría. Lo más relevante es que a partir de estos resultados es posible cuestionar la idea de que la democracia es una especie de mecanismo que permite elevar las preferencias individuales al rango de decisiones sociales sobre el bienestar de la colectividad. Para decirlo de otra forma, la democracia no es una máquina para transformar aspiraciones individuales en decisiones sociales. Las elecciones son importantes, pero no son la esencia de la democracia, porque no son un proceso para fabricar consensos.

Todo esto obliga a una reflexión sobre los partidos políticos: ¿serán ellos los agentes esenciales para la democracia como tanto se ha insistido en los debates sobre la transición democrática en México? En realidad los partidos se han convertido en parte esencial de ese entramado electoral que, como hemos visto, es inconsistente con la regla de la mayoría. En teoría, su trabajo consistiría en orientar y encuadrar la opinión para facilitar la agregación de preferencias individuales. En la práctica, como parte del sistema electoral, la prioridad de los partidos es capturar votos más que encauzar el análisis político. No por nada están tan desprestigiados y se les percibe como parte de un engranaje que poco o nada tiene que ver con la democracia. Como decía Simone Weil, los partidos prefieren la opinión sobre el análisis (por esta razón hasta recomendaba su abolición).

En México es común escuchar la queja de que los partidos no tienen propuestas. Pero esa no es una crítica certera. Propuestas hay, y muchas. Lo que no existe es un análisis que indique por qué las propuestas son pertinentes. Es como si un médico procediera a recetar a su paciente sin haberle hecho un diagnóstico para ver si las medicinas prescritas son las requeridas.

El mejor ejemplo de falta de análisis en el actual proceso electoral se encuentra en la dimensión económica. En ninguno de los partidos que hoy compiten en México por las preferencias electorales existe algo que se parezca a un análisis sobre la economía mexicana. Ninguno analiza las características estructurales y la dinámica de la economía mexicana actual o las contradicciones del sistema económico que impiden alcanzar un desarrollo socialmente responsable. Parecería que en el fondo todos los partidos aceptan la falsa idea de que la maquinaria económica se rige por sus propias leyes y no debe ser objeto de una discusión política. Desgraciadamente, los partidos parecen compartir la visión de que la esfera de lo económico es autónoma y su funcionamiento no debe someterse a la incertidumbre de la deliberación democrática. Quizás una vez terminado el actual proceso electoral se pueda llevar a cabo un análisis riguroso sobre los principales obstáculos que impiden el desarrollo sustentable en México.

Domingo Nuñez: Volver a Bosch

Domingo Nuñez: Volver a Bosch



El 30 de Junio se define como una corriente ideológica progresista a lo interno y externo del PLD constituyéndose en un espacio para el estudio, análisis y propuestas en el ámbito político, económico, social y cultural desde una perspectiva histórica tomando como referente el legado de amor a la patria que heredamos de los próceres Juan Pablo Duarte padre fundador de la República, del General Gregorio Luperón héroe de la restauración y del apóstol maestro Profesor Juan Bosch. 

El M30J se propone promover la práctica de una cultura política fundada en valores, en la dimensión ética de la política sustentada en el humanismo, en el compromiso social. Por demás, objeta el clientelismo político y el populismo como respuesta a los males que afectan a nuestro país. 

No hay duda y es evidente, una gran parte de nuestra clase política se ha separado del ciudadano común. Los partidos políticos tradicionales ya no escuchan lo que la gente dice, quiere o necesita. No hay un diálogo real entre ellos y la sociedad. La mayor parte de nuestros políticos se la dan de pragmáticos. Una cierta dosis de pragmatismo es necesaria en la actividad política, pero cuando éste se lleva más allá de ciertos límites, el problema es que se fomentan ideas contrarias a los principios y valores. 

En el M30J asumimos el Boschismo como teoría y práctica. El Boschismo es una teoría, una práctica, una acción, un método, una visión ética del Estado y la Sociedad. En esa línea de pensamientos y propósitos entendemos que hoy, más que nunca, en la República Dominicana, se hace impostergable volver a Bosch. Nuestra iniciativa hunde sus raíces en los referentes históricos que le dieron origen al PLD. Muy especialmente en el pensamiento ético, humanista y patriótico enarbolado por el Profesor Juan Bosch. 

La participación política debe entenderse como una tarea de servicio público y representación de los diversos intereses y aspiraciones de la sociedad. Esta forma de hacer política debe ser compromiso de cada uno de las y los miembros del Movimiento no sólo de cara a la sociedad sino también en nuestra actividad al interior de la organización, donde debemos actuar con responsabilidad, disciplina y discreción para resolver nuestras diferencias. 

El PLD y la apertura 

En lo referente al PLD y su masificación, el profesor Juan Bosch, con su fino olfato político, advertía en su libro, El Partido: concepción, formación y desarrollo: 

“Cometeríamos un error mayúsculo, imperdonable, si (…) nos pusiéramos a hacer del PLD un partido populista como el PRD bajo el criterio de que lo que necesitamos es tener un partido grande en cuanto a número de seguidores en vez de tener un partido fuerte por sus cualidades, entre ellas por su unidad ideológica, su conocimiento de los principios políticos que gobiernan a la sociedad y su capacidad militante para luchar. Pero, si ese crecimiento es para convertirlo en un partido populista, en un nuevo PRD, entonces caeríamos en un gravísimo error si permitiéramos ese tipo de crecimiento.” 

El PLD ha resquebrajado su imagen en los últimos años. No se trata de incidentes aislados o excepcionales, sino de conductas y hechos que constantemente se manifiestan en la vida interna del partido, así como en la actuación de algunos dirigentes y de aquellos peledeístas que lograron conquistar un puesto de elección legislativa, municipal o en la administración pública. La sociedad ha percibido ese deterioro y lo juzga a partir de los medios de comunicación, pero también de sus experiencias personales o la de sus vecinos, amigos y parientes. 

La crítica de la ciudadanía no es homogénea ni se remite exclusivamente al PLD, lo es otro tanto para los partidos del sistema. Por el otro lado, los propios militantes y dirigentes peledeístas han hablado tanto dentro como fuera del partido de estos problemas. Algunos lo hacen con pesimismo y argumentan que no hay forma de reencauzar el PLD de Juan Bosch, otros insisten en trabajar a lo interno de las estructuras orgánicas vía los canales institucionales para volver a Bosch. De cualquier manera está claro que estos problemas le restan eficacia al partido y lo alejan de su misión principal, tal como lo concibió el maestro: ser un instrumento de cambios y transformación para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías del país. 

Cada quien puede hacer su lista de críticas y señalar muchos errores del partido, sin embargo, pueden detectarse cuatro problemas fundamentales de los cuales se derivan probablemente todos los demás:

1) El PLD se ha distanciado de la sociedad. Este divorcio se da de varias maneras: por un lado, de la manera más elemental, al dejar de tomar en cuenta los intereses de la sociedad y darle prioridad a los del grupo o los personales. En el mejor de los casos, las agendas se limitan a planear las actividades electorales, pero cotidianamente las discusiones versan sobre los conflictos internos, las ofensas y cuentas pendientes de un grupo con otro. 

2) Se han desplazado las propuestas serias y generosas en aras del pragmatismo electoral. Este pragmatismo se hace en función, en algunos casos, de una política mediática, y en otros, por un simple cálculo de rentabilidad electoral. Se ha dado prioridad a la suma de votos, sin importar el con quién y el para qué. Así se han establecido alianzas con personas o grupos de poder en forma pragmática, sin tomar en cuenta los perfiles ideológicos o programáticos. Este pragmatismo ha llevado al fenómeno de tratar de "agarrar" todo tipo de candidato dando lugar a que surjan poderes personales y de grupos que se revierten contra las aspiraciones de lucha de la sociedad y contra los referentes históricos que le dieron origen al PLD. 

3) Dentro del partido han surgido grupos cerrados, sin vínculos sociales o ciudadanos, sólo cuidan sus intereses burocráticos. Estos grupos dominan, con frecuencia, la vida del PLD en los niveles nacionales, provinciales, municipales, distritales. La existencia de grupos sin propuestas claras para la vida del partido o del país ha provocado una dinámica interna que no sólo agudiza el enfrentamiento sino que fomenta la cultura del populismo y el clientelismo. Los grupos que se apropian de esas posiciones creen que les deben ese puesto a los miembros de su propio grupo. Con ello, se alientan las tendencias patrimonialistas y clientelares que ven al partido y los puestos en el Poder Legislativo o en la administración pública, como "botines" de grupos que tratan de imponer un monopolio de los cargos y candidaturas electivas. 

4) La falta de indicadores, criterios y mecanismo fiscalizadores para evaluar los gobiernos emanados del PLD y muy especialmente los municipales y distritales. Los proyectos de agenda legislativa, municipal o los planes de gobierno se elaboran en el mejor de los casos a nivel personal, pero no hay una instancia partidaria que los sancione o enriquezca. En algunas ocasiones, incluso, ha habido funcionarios repudiados por la población, ya sea por incompetencia o porque con frecuencia se manifiestan altanero y otros que han caído en prácticas no santa. No obstante, a estas críticas, amplios sectores de la sociedad dan importancia al PLD como un instrumento de equilibrio y progreso. También reconocen los aportes del PLD a la lucha democrática. Otros señalan que todavía estamos a tiempo de promover o reencauzar al PLD por el camino del Boschismo. 

A pesar de sus errores, la presencia y fortalecimiento del PLD, resulta imprescindible para encausar políticas que disminuyan la desigualdad entre los dominicanos, así como construir propuestas alternativas que reconozcan la integridad de los derechos ciudadanos y fortalezcan la democracia como vía para llegar a una mayor participación ciudadana como forma de gobierno. Para ello el PLD tiene que retomar lo mejor de su herencia histórica adquirida en muchas décadas de lucha social bajo los lineamientos y principios éticos, humanistas y patrióticos del profesor Juan Bosch. 

El PLD y la Sociedad 

La separación del PLD de la sociedad tiene causas que no se limitan a la vocación burocrática y autoritaria de algunos dirigentes y funcionarios peledeístas. Hay en realidad razones muy variadas que ayudan a explicar esta situación: 

a) Hay causas históricas 

La larga hegemonía del PRD y PRSC sobre la política dominicana produjo una cultura política basada en el clientelismo, el corporativismo, la corrupción y el autoritarismo. Esta cultura política se ha basado en el pragmatismo y en la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace. También ha fomentado la compra de voluntades como el método principal para asegurar lealtades y adhesiones políticas y maniobras como el fraude, el madruguete (comprar voluntades en la oscuridad de la madrugada a víspera de unas elecciones) y violaciones de las leyes para ganar posiciones políticas. Todas estas formas de hacer política han contaminado a la cultura de los valores del quehacer político 

b) La gestión del poder (Desgaste en el ejercicio de gobierno) 

En la medida en que el ejercicio del poder se da sin principios, sin lineamientos programáticos para satisfacer necesidades básicas de la población, no hay dudas, que se crean condiciones que lleva también hacia una separación del partido y la sociedad. La imposibilidad de solucionar problemas ancestrales tomando iniciativas con tímidas políticas públicas que muy poco hace para disminuir la pobreza, la exclusión y la marginación social. Estas políticas públicas al no fomentar la participación ciudadana llevan a un franco desencanto de la población. 

c) Torpeza y falta de voluntad 

La torpeza y la falta de voluntad de un gran número de funcionarios han conducido al gobierno del PLD a una permanente disputa política con amplios sectores de la sociedad dominicana. Casi forzados por esta circunstancia, el PLD no ha encontrado ocasiones propicias para la discusión de los programas y propuestas ni al interior del Partido ni en los foros públicos. 

d) La conquista de espacios de poder 

Hay que reconocer que la conquista de espacios de poder crea intereses de grupo y genera una dinámica de lucha por el dominio de estamento de decisión. El PLD ha creado su propia clase política, una burocracia que vive de los puestos políticos y que se han agrupado más por razones de interés propio que por coincidencias ideológicas. Esta burocratización es más fuerte en un país que ofrece muy pocas posibilidades de movilidad social. A todo esto agregamos los pocos esfuerzos que se han hecho por la formación de cuadros y fomentar la discusión política, derivando en una clase política que acepta con prontitud y mucha facilidad la disputa política facciosa y sin principios. La existencia de estos grupos de interés dificulta la transformación del PLD. Establecen redes de complicidad y tienen prácticas clientelares con distintos grupos de la sociedad. La existencia de grupos del dentro del PLD se da sobre la base de lealtades más que de afinidades políticas o ideológicas. A ello hay que agregar la falta de una democracia institucional y una cultura política muy pobre que pone el acento en la lucha por los puestos y no en el debate programático. 

Para volver a Bosch el 30 de Junio propone: 

Transformar el PLD y renovarlo a partir de una definición sobre sus objetivos. Proponemos como objetivo central construir una mayoría social y política de pensamiento democrático y progresista capaz de realizar los cambios que requiere el país. Esta mayoría no puede verse sólo como una mayoría electoral. Se trata de construir una mayoría participativa, organizada y capaz de hacer oír su voz en las definiciones de las políticas públicas y en el rumbo de los gobiernos del PLD. 

Proponemos que el PLD construya un espacio de diálogo permanente con los diversos actores sociales. Este diálogo deberá establecerse a todos los niveles de dirección del Partido. Se trata de establecer un diálogo de iguales, sin condiciones y con el propósito de escuchar y recoger las demandas y las voces de la sociedad. Al mismo tiempo, el PLD debe reconocer que existe un retraso conceptual en sus reflexiones y líneas programáticas. De ahí la necesidad de abrir un espacio sobre la discusión programática permanente para que el debate se actualice y se renueve constantemente. 

La definición de un programa de profundos cambios es un problema conceptual pero también requiere actualizar el conocimiento y la información. Este programa debe ser congruente y ordenado, no sólo una lista de demandas o buenos deseos. Tampoco se propone partir de cero. En el PLD, los trabajos realizados con estos mismos propósitos y las aportaciones individuales de muchos peledeístas, representan un valioso arsenal acumulado de experiencia que facilita la construcción de una alternativa propia, integral y progresista tal como plantea la teoría de Boschismo. 

Por igual proponemos también, que el PLD abra un debate permanente sobre el Programa del Partido, que se realice mediante el fomento de los centros de investigación y formación política, así como la realización permanente de mesas de análisis y desarrollo, conferencias y foros con especialistas, organizaciones académicas, sociales y ciudadanas. Esta actividad no debe verse como un asunto secundario o propio de un pequeño grupo. La intención debe ser incorporar al mayor número de compañeros del partido y de ciudadanos. 

En el PLD se hace impostergable también, impulsar la discusión sobre las formas de llevar a cabo un nuevo ejercicio del poder. Desarrollar una política desde los gobiernos peledeístas que promueva el cambio y no se limite a administrar la realidad. Para ello será necesario encontrar el método de trabajo para que el partido pueda hacer, de manera permanente, una crítica de los gobiernos emanados del PLD, con el objeto de mejorar su desempeño y acercarlo a la sociedad. El PLD está abocado a construir espacios de evaluación permanente del gobierno nacional, legisladores y gobiernos municipales del partido. Esta evaluación debe realizarse sobre la base de consideraciones políticas y colectivas, y no personales o individuales. En este espacio de dialogo y discusión, seria y transparente, deberán participar los gobiernos evaluados y se debe rechazar cualquier tentación de convertirlo en un espacio de ajuste de cuentas entre las facciones que pudieran surgir a los interno del partido, en cambio debe darse un debate de altura, basado en datos e informaciones fidedignas. 

Otra propuesta es que el PLD pueda replantear la discusión sobre la organización del partido en la perspectiva de abrir cada vez más espacios para las distintas expresiones del pensamiento democrático y progresista con el propósito manifiesto de fortalecer su vida institucional y evitar las disputas internas. 

Resumen: 

1. Establecer un diálogo permanente entre el partido y la sociedad. 

2. Fomentar y apoyar acciones que permitan la recuperación de las articulaciones sociales. Eso significa, en otras palabras, restaurar el liderazgo, la autoridad política y social desde la base. 

3. Conjugar esfuerzos para la creación de una sociedad participativa y solidaria, capaz de auto organizarse y ser autogestora. 

4. El PLD debe postular en los cargos electivos a ciudadanos comprometidos, pero ello debe ser resultado de un pacto donde se establezcan compromisos mutuos, muy claros, sobre las agendas legislativas, municipales y de gobierno. 

5. Además, el partido debe ser una llave de acceso para que los distintos sectores de la sociedad puedan plantear sus demandas y propuestas ante los gobiernos y las instancias legislativas y municipales. 

El 30 de Junio se define como un proyecto democrático y progresista. Tiene por propósito preservar el legado teórico de Juan Bosch, expresado en sus obras de investigación política, sociológica, histórica y cultural como en su praxis política sustentada en los valores éticos, humanistas y patrióticos que por igual sustentaron Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón y todos aquellos dominicanos que amaron y aman esta patria quisqueyana.

Domingo Nuñez: Volver a Bosch

Domingo Nuñez: Volver a Bosch


                            Domingo Núñez Polanco habla de volver a Bosch 



El 30 de Junio se define como una corriente ideológica progresista a lo interno y externo del PLD constituyéndose en un espacio para el estudio, análisis y propuestas en el ámbito político, económico, social y cultural desde una perspectiva histórica tomando como referente el legado de amor a la patria que heredamos de los próceres Juan Pablo Duarte padre fundador de la República, del General Gregorio Luperón héroe de la restauración y del apóstol maestro Profesor Juan Bosch. 


El M30J se propone promover la práctica de una cultura política fundada en valores, en la dimensión ética de la política sustentada en el humanismo, en el compromiso social. Por demás, objeta el clientelismo político y el populismo como respuesta a los males que afectan a nuestro país. 


No hay duda y es evidente, una gran parte de nuestra clase política se ha separado del ciudadano común. Los partidos políticos tradicionales ya no escuchan lo que la gente dice, quiere o necesita. No hay un diálogo real entre ellos y la sociedad. La mayor parte de nuestros políticos se la dan de pragmáticos. Una cierta dosis de pragmatismo es necesaria en la actividad política, pero cuando éste se lleva más allá de ciertos límites, el problema es que se fomentan ideas contrarias a los principios y valores. 


En el M30J asumimos el Boschismo como teoría y práctica. El Boschismo es una teoría, una práctica, una acción, un método, una visión ética del Estado y la Sociedad. En esa línea de pensamientos y propósitos entendemos que hoy, más que nunca, en la República Dominicana, se hace impostergable volver a Bosch. Nuestra iniciativa hunde sus raíces en los referentes históricos que le dieron origen al PLD. Muy especialmente en el pensamiento ético, humanista y patriótico enarbolado por el Profesor Juan Bosch. 


La participación política debe entenderse como una tarea de servicio público y representación de los diversos intereses y aspiraciones de la sociedad. Esta forma de hacer política debe ser compromiso de cada uno de las y los miembros del Movimiento no sólo de cara a la sociedad sino también en nuestra actividad al interior de la organización, donde debemos actuar con responsabilidad, disciplina y discreción para resolver nuestras diferencias. 


El PLD y la apertura 


En lo referente al PLD y su masificación, el profesor Juan Bosch, con su fino olfato político, advertía en su libro, El Partido: concepción, formación y desarrollo: 


“Cometeríamos un error mayúsculo, imperdonable, si (…) nos pusiéramos a hacer del PLD un partido populista como el PRD bajo el criterio de que lo que necesitamos es tener un partido grande en cuanto a número de seguidores en vez de tener un partido fuerte por sus cualidades, entre ellas por su unidad ideológica, su conocimiento de los principios políticos que gobiernan a la sociedad y su capacidad militante para luchar. Pero, si ese crecimiento es para convertirlo en un partido populista, en un nuevo PRD, entonces caeríamos en un gravísimo error si permitiéramos ese tipo de crecimiento.” 


El PLD ha resquebrajado su imagen en los últimos años. No se trata de incidentes aislados o excepcionales, sino de conductas y hechos que constantemente se manifiestan en la vida interna del partido, así como en la actuación de algunos dirigentes y de aquellos peledeístas que lograron conquistar un puesto de elección legislativa, municipal o en la administración pública. La sociedad ha percibido ese deterioro y lo juzga a partir de los medios de comunicación, pero también de sus experiencias personales o la de sus vecinos, amigos y parientes. 


La crítica de la ciudadanía no es homogénea ni se remite exclusivamente al PLD, lo es otro tanto para los partidos del sistema. Por el otro lado, los propios militantes y dirigentes peledeístas han hablado tanto dentro como fuera del partido de estos problemas. Algunos lo hacen con pesimismo y argumentan que no hay forma de reencauzar el PLD de Juan Bosch, otros insisten en trabajar a lo interno de las estructuras orgánicas vía los canales institucionales para volver a Bosch. De cualquier manera está claro que estos problemas le restan eficacia al partido y lo alejan de su misión principal, tal como lo concibió el maestro: ser un instrumento de cambios y transformación para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías del país. 


Cada quien puede hacer su lista de críticas y señalar muchos errores del partido, sin embargo, pueden detectarse cuatro problemas fundamentales de los cuales se derivan probablemente todos los demás: 


1) El PLD se ha distanciado de la sociedad. Este divorcio se da de varias maneras: por un lado, de la manera más elemental, al dejar de tomar en cuenta los intereses de la sociedad y darle prioridad a los del grupo o los personales. En el mejor de los casos, las agendas se limitan a planear las actividades electorales, pero cotidianamente las discusiones versan sobre los conflictos internos, las ofensas y cuentas pendientes de un grupo con otro. 


2) Se han desplazado las propuestas serias y generosas en aras del pragmatismo electoral. Este pragmatismo se hace en función, en algunos casos, de una política mediática, y en otros, por un simple cálculo de rentabilidad electoral. Se ha dado prioridad a la suma de votos, sin importar el con quién y el para qué. Así se han establecido alianzas con personas o grupos de poder en forma pragmática, sin tomar en cuenta los perfiles ideológicos o programáticos. Este pragmatismo ha llevado al fenómeno de tratar de "agarrar" todo tipo de candidato dando lugar a que surjan poderes personales y de grupos que se revierten contra las aspiraciones de lucha de la sociedad y contra los referentes históricos que le dieron origen al PLD. 


3) Dentro del partido han surgido grupos cerrados, sin vínculos sociales o ciudadanos, sólo cuidan sus intereses burocráticos. Estos grupos dominan, con frecuencia, la vida del PLD en los niveles nacionales, provinciales, municipales, distritales. La existencia de grupos sin propuestas claras para la vida del partido o del país ha provocado una dinámica interna que no sólo agudiza el enfrentamiento sino que fomenta la cultura del populismo y el clientelismo. Los grupos que se apropian de esas posiciones creen que les deben ese puesto a los miembros de su propio grupo. Con ello, se alientan las tendencias patrimonialistas y clientelares que ven al partido y los puestos en el Poder Legislativo o en la administración pública, como "botines" de grupos que tratan de imponer un monopolio de los cargos y candidaturas electivas. 


4) La falta de indicadores, criterios y mecanismo fiscalizadores para evaluar los gobiernos emanados del PLD y muy especialmente los municipales y distritales. Los proyectos de agenda legislativa, municipal o los planes de gobierno se elaboran en el mejor de los casos a nivel personal, pero no hay una instancia partidaria que los sancione o enriquezca. En algunas ocasiones, incluso, ha habido funcionarios repudiados por la población, ya sea por incompetencia o porque con frecuencia se manifiestan altanero y otros que han caído en prácticas no santa. No obstante, a estas críticas, amplios sectores de la sociedad dan importancia al PLD como un instrumento de equilibrio y progreso. También reconocen los aportes del PLD a la lucha democrática. Otros señalan que todavía estamos a tiempo de promover o reencauzar al PLD por el camino del Boschismo. 


A pesar de sus errores, la presencia y fortalecimiento del PLD, resulta imprescindible para encausar políticas que disminuyan la desigualdad entre los dominicanos, así como construir propuestas alternativas que reconozcan la integridad de los derechos ciudadanos y fortalezcan la democracia como vía para llegar a una mayor participación ciudadana como forma de gobierno. Para ello el PLD tiene que retomar lo mejor de su herencia histórica adquirida en muchas décadas de lucha social bajo los lineamientos y principios éticos, humanistas y patrióticos del profesor Juan Bosch. 


El PLD y la Sociedad 


La separación del PLD de la sociedad tiene causas que no se limitan a la vocación burocrática y autoritaria de algunos dirigentes y funcionarios peledeístas. Hay en realidad razones muy variadas que ayudan a explicar esta situación: 


a) Hay causas históricas 


La larga hegemonía del PRD y PRSC sobre la política dominicana produjo una cultura política basada en el clientelismo, el corporativismo, la corrupción y el autoritarismo. Esta cultura política se ha basado en el pragmatismo y en la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace. También ha fomentado la compra de voluntades como el método principal para asegurar lealtades y adhesiones políticas y maniobras como el fraude, el madruguete (comprar voluntades en la oscuridad de la madrugada a víspera de unas elecciones) y violaciones de las leyes para ganar posiciones políticas. Todas estas formas de hacer política han contaminado a la cultura de los valores del quehacer político 


b) La gestión del poder (Desgaste en el ejercicio de gobierno) 


En la medida en que el ejercicio del poder se da sin principios, sin lineamientos programáticos para satisfacer necesidades básicas de la población, no hay dudas, que se crean condiciones que lleva también hacia una separación del partido y la sociedad. La imposibilidad de solucionar problemas ancestrales tomando iniciativas con tímidas políticas públicas que muy poco hace para disminuir la pobreza, la exclusión y la marginación social. Estas políticas públicas al no fomentar la participación ciudadana llevan a un franco desencanto de la población. 


c) Torpeza y falta de voluntad 


La torpeza y la falta de voluntad de un gran número de funcionarios han conducido al gobierno del PLD a una permanente disputa política con amplios sectores de la sociedad dominicana. Casi forzados por esta circunstancia, el PLD no ha encontrado ocasiones propicias para la discusión de los programas y propuestas ni al interior del Partido ni en los foros públicos. 


d) La conquista de espacios de poder 


Hay que reconocer que la conquista de espacios de poder crea intereses de grupo y genera una dinámica de lucha por el dominio de estamento de decisión. El PLD ha creado su propia clase política, una burocracia que vive de los puestos políticos y que se han agrupado más por razones de interés propio que por coincidencias ideológicas. Esta burocratización es más fuerte en un país que ofrece muy pocas posibilidades de movilidad social. A todo esto agregamos los pocos esfuerzos que se han hecho por la formación de cuadros y fomentar la discusión política, derivando en una clase política que acepta con prontitud y mucha facilidad la disputa política facciosa y sin principios. La existencia de estos grupos de interés dificulta la transformación del PLD. Establecen redes de complicidad y tienen prácticas clientelares con distintos grupos de la sociedad. La existencia de grupos del dentro del PLD se da sobre la base de lealtades más que de afinidades políticas o ideológicas. A ello hay que agregar la falta de una democracia institucional y una cultura política muy pobre que pone el acento en la lucha por los puestos y no en el debate programático. 


Para volver a Bosch el 30 de Junio propone: 


Transformar el PLD y renovarlo a partir de una definición sobre sus objetivos. Proponemos como objetivo central construir una mayoría social y política de pensamiento democrático y progresista capaz de realizar los cambios que requiere el país. Esta mayoría no puede verse sólo como una mayoría electoral. Se trata de construir una mayoría participativa, organizada y capaz de hacer oír su voz en las definiciones de las políticas públicas y en el rumbo de los gobiernos del PLD. 


Proponemos que el PLD construya un espacio de diálogo permanente con los diversos actores sociales. Este diálogo deberá establecerse a todos los niveles de dirección del Partido. Se trata de establecer un diálogo de iguales, sin condiciones y con el propósito de escuchar y recoger las demandas y las voces de la sociedad. Al mismo tiempo, el PLD debe reconocer que existe un retraso conceptual en sus reflexiones y líneas programáticas. De ahí la necesidad de abrir un espacio sobre la discusión programática permanente para que el debate se actualice y se renueve constantemente. 


La definición de un programa de profundos cambios es un problema conceptual pero también requiere actualizar el conocimiento y la información. Este programa debe ser congruente y ordenado, no sólo una lista de demandas o buenos deseos. Tampoco se propone partir de cero. En el PLD, los trabajos realizados con estos mismos propósitos y las aportaciones individuales de muchos peledeístas, representan un valioso arsenal acumulado de experiencia que facilita la construcción de una alternativa propia, integral y progresista tal como plantea la teoría de Boschismo. 


Por igual proponemos también, que el PLD abra un debate permanente sobre el Programa del Partido, que se realice mediante el fomento de los centros de investigación y formación política, así como la realización permanente de mesas de análisis y desarrollo, conferencias y foros con especialistas, organizaciones académicas, sociales y ciudadanas. Esta actividad no debe verse como un asunto secundario o propio de un pequeño grupo. La intención debe ser incorporar al mayor número de compañeros del partido y de ciudadanos. 


En el PLD se hace impostergable también, impulsar la discusión sobre las formas de llevar a cabo un nuevo ejercicio del poder. Desarrollar una política desde los gobiernos peledeístas que promueva el cambio y no se limite a administrar la realidad. Para ello será necesario encontrar el método de trabajo para que el partido pueda hacer, de manera permanente, una crítica de los gobiernos emanados del PLD, con el objeto de mejorar su desempeño y acercarlo a la sociedad. El PLD está abocado a construir espacios de evaluación permanente del gobierno nacional, legisladores y gobiernos municipales del partido. Esta evaluación debe realizarse sobre la base de consideraciones políticas y colectivas, y no personales o individuales. En este espacio de dialogo y discusión, seria y transparente, deberán participar los gobiernos evaluados y se debe rechazar cualquier tentación de convertirlo en un espacio de ajuste de cuentas entre las facciones que pudieran surgir a los interno del partido, en cambio debe darse un debate de altura, basado en datos e informaciones fidedignas. 


Otra propuesta es que el PLD pueda replantear la discusión sobre la organización del partido en la perspectiva de abrir cada vez más espacios para las distintas expresiones del pensamiento democrático y progresista con el propósito manifiesto de fortalecer su vida institucional y evitar las disputas internas. 


Resumen: 


1. Establecer un diálogo permanente entre el partido y la sociedad. 


2. Fomentar y apoyar acciones que permitan la recuperación de las articulaciones sociales. Eso significa, en otras palabras, restaurar el liderazgo, la autoridad política y social desde la base. 


3. Conjugar esfuerzos para la creación de una sociedad participativa y solidaria, capaz de auto organizarse y ser autogestora. 


4. El PLD debe postular en los cargos electivos a ciudadanos comprometidos, pero ello debe ser resultado de un pacto donde se establezcan compromisos mutuos, muy claros, sobre las agendas legislativas, municipales y de gobierno. 


5. Además, el partido debe ser una llave de acceso para que los distintos sectores de la sociedad puedan plantear sus demandas y propuestas ante los gobiernos y las instancias legislativas y municipales. 


El 30 de Junio se define como un proyecto democrático y progresista. Tiene por propósito preservar el legado teórico de Juan Bosch, expresado en sus obras de investigación política, sociológica, histórica y cultural como en su praxis política sustentada en los valores éticos, humanistas y patrióticos que por igual sustentaron Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón y todos aquellos dominicanos que amaron y aman esta patria quisqueyana.

lunes, 25 de junio de 2018

Filosofando un poco con Nietzsche


Nietzsche y la construcción del sujeto consumista 

 

Acción anticonsumista en el Día sin compras ISIDRO JIMÉNEZ GÓMEZ


El capitalismo atrae hacia su lógica de consumo incluso a aquellas propuestas que pretenden plantarle cara, en muchas ocasiones a costa de transformarlas hasta volverlas irreconocibles. Este es el caso de la filosofía de Friedrich Nietzsche. 

Una de las características que se suele atribuir al capitalismo es su capacidad fagocitadora. Como si se tratara de un agujero negro, todo lo que se aproxima a sus dominios es engullido, pero también descompuesto, por la fuerza incontrolable de su gravedad. Incluso la luz acaba formando parte de su oscuridad. Los ejemplos son infinitos y de los más diversos ámbitos. Y especialmente significativos cuando nos referimos a aquellas llamaradas que surgieron como posibles alternativas al propio capitalismo. 

La misma filosofía no ha sido ajena a esta lógica devoradora del capitalismo y muchas de las propuestas antagonistas que han osado hacerle frente han sido engullidas por él, aunque, en la mayoría de los casos, a costa de tergiversarlas y volverlas casi inidentificables. En este texto veremos cómo algunas de esas propuestas han servido como fundamento espúreo para la construcción del sujeto de consumo que alimenta al capitalismo en la actualidad. A este respecto, creemos especialmente relevante la “interpretación” que se ha hecho de la filosofía de Friedrich Nietzsche. 

Primer movimiento: el ser como posesión 

Una de las primeras formulaciones del sustancialismo metafísico la encontramos en Aristóteles (s. IV a de C). Para el filósofo de Estagira existen dos modos fundamentales de ser: el ser sustancial y el ser accidental. El primero se refiere a lo que representa la esencia de lo real, aquello que lo define. El segundo a aquello que forma parte de lo real pero que, de ser diferente, no afectaría a su identidad. Por ejemplo, el color de una mesa forma parte de su ser, pero si la pintamos de otro color, sigue siendo una mesa; de hecho sigue siendo la misma mesa. El ser sustancial –la esencia–, sin embargo, se refiere a algo que forma parte indisoluble de lo real; algo que, de cambiar, supondría el fin de la existencia de esa realidad. 

De entre las críticas a esta concepción que se desarrollaron en la filosofía occidental cabe destacar la de David Hume (s. XVIII), para quien toda realidad sería, por decirlo en términos aristótelicos, una suma de “accidentes”. Detrás de las características perceptibles de lo real no existe ninguna sustancialidad, ninguna esencia. Un análisis que le llevaría a defender igualmente la inexistencia del alma o de Dios. Friedrich Nietzsche, como veremos maś adelante, desarrollará una concepción de lo real similar a este respecto, aunque desde una perspectiva algo diferente. 

Esta crítica a la metafísica sustancialista –vinculada históricamente a la visión social y política del poder– ha sido asimilada por la sociedad de consumo a través de la identificación de esa “accidentalidad” con la posesión. Dicho de otro modo, el ser, entendido como accidental, es identificado con el tener. Efectivamente, lo que cada individuo sea no dependerá de una esencialidad que nos define, sino de aquellos atributos que acaban conformando nuestra identidad como suma de agregados que son adquiridos a través del consumo y la posesión. 

La escala social, por tanto, ya no se muestra como radicada en nuestro origen social y en la naturaleza -la sustancialidad- de nuestro linaje, fundamento del orden social del Antiguo Régimen. En la sociedad burguesa nuestro ser social se identifica con la capacidad de acumular objetos que son entendidos como constituyentes de nuestro ser individual, el cual deberemos construir a partir de nuestro nivel adquisitivo. Un estatus que –consecuentemente con la mentalidad meritocrática del capitalismo– dependerá de nuestro trabajo y esfuerzo. 

Tal concepción la encontramos, por ejemplo, en la última campaña de una famosa marca de ropa cuyo eslogan –que nada ni nadie te defina– invita a la autodefinición –la definición es en la metafísica clásica donde se manifiesta el ser de lo real– a través del consumo de sus productos. Un eslogan que, además, nos remite a otra de las ideas recurrentes en la publicidad: la del acto de consumir como supuesta forma de rebeldía frente a la autoridad y el orden establecido. 

Segundo movimiento: el consumo como forma de rebeldía 

La obra de Friedrich Nietzsche (s. XIX) supuso una crítica radical a toda la cultura construida sobre la filosofía platónico-cristiana y abriría el camino a multitud de propuestas políticas alternativas al pensamiento hegemónico. Sin embargo, en lo que se refiere al tema que nos ocupa, es el autor cuyas ideas han corrido peor suerte en su proceso de asimilación por la cultura dominante. 

El diagnóstico que realiza Nietzsche de la cultura occidental, según el cual “Dios ha muerto”, nos puede servir de punto de partida. Para el filósofo alemán, Europa ha dejado de creer en Dios como fuente de ser, de valores y de sentido. No solo se refiere Nietzsche al Dios cristiano en su famosa sentencia, sino a todo principio trascendente –como las ideas platónicas– desde el que la realidad adquiere su ser y su sentido. No existe, por tanto, ningún principio trascendente que fundamente lo real, ninguna sustancialidad: solo existe lo particular y contingente. Así, el vitalismo de Nietzsche impele al individuo a definirse a sí mismo desde su propia existencia particular y concreta, desde su propia inmanencia. 

Tras el fin de un sentido venido “de arriba”, el superhombre será aquel capaz de dotar de sentido y valores a su existencia desde el respeto absoluto a su inmanencia y al único valor fundamental que debe regir nuestras acciones: la propia vida. El superhombre, por tanto, no sigue ninguna moral preestablecida desde un ámbito trascendente (Dios), sino que se impone a sí mismo y sigue sus propias normas, siempre afines a la afirmación de lo vital. 

Las técnicas de marketing publicitario han asumido esta visión antropológica pero, como venimos diciendo, adecuándola a sus intereses hasta hacerla irreconocible. 

Una vez –al menos desde el punto de vista de la descripción de la lógica del consumo– se ha identificado el ser con el tener , el individualismo propio del capitalismo busca ocultar su propia naturaleza aborregante invitando a la construcción de nuestra identidad a través de un tener que nos hace, supuestamente, diferentes y ajenos a la normatividad establecida. 

Por un lado, el objeto de consumo se convierte no solo en el símbolo de nuestra identidad, sino de aquello que nos diferencia y nos hace superiores a los demás: aquellos y aquellas que, en su mediocridad, cumplen con las normas establecidas. Un punto de vista en realidad tan paradójico como sorprendente: la identidad específica de cada uno y cada una se alcanza no solo a través del consumo, sino del consumo de aquello que la marca del producto en cuestión pretende vender al mayor número posible de consumidores y consumidoras. 

Por otro, esa supuesta diferencia la construye el individuo –como en el caso del superhombre– al margen de la sociedad y sus normas. El acto supremo del consumo se muestra así como acto de libertad y rebeldía contra lo establecido, a pesar de que –segunda paradoja– el consumo sea precisamente pilar fundamental de lo establecido. El producto –como ocurre de manera recurrente en los anuncios de coches– se convierte en fundamento de una vida en auténtica libertad. Una libertad que se ejerce en la propia decisión de comprar como acto propio de aquel que no acepta las normas establecidas (todo un leitmotiv en los anuncios publicitarios). 

Tercer movimiento: Temporalidad inmanente y hedonismo estupidizante 

La muerte de Dios implica para Nietzsche la inexistencia de todo tiempo ultraterreno, de todo horizonte de sentido y de valores más allá del aquí y del ahora. La afirmación de este tiempo inmanente como fuente de toda moral desemboca en la metáfora del eterno retorno. El superhombre vive su vida como si cada uno de los instantes que la componen –que construye él mismo– fueran a repetirse tal y como los ha creado. La implicación con cada uno de esos instantes debe ser, por tanto, total y absoluta y al alcance únicamente de unos pocos con la suficiente “potencia” vital (voluntad de poder). Otro filón para el marketing publicitario. 

Así, el acto de consumo es identificado como una actividad con un valor absoluto dado su carácter inmanente: la satisfacción de nuestros deseos aquí y ahora. Si Dios ya no existe, si no hay que aguardar una recompensa futura para nuestras acciones, el criterio moral pasa a ser exclusivamente el de la satisfacción inmediata –no existe otro tiempo que el ahora– de nuestros deseos proyectados libidinalmente hacia el producto. No hay que esperar ni plantearse cuestiones morales vinculadas al consumo: el sentido de la vida y de la moral se encuentran de manera instantánea y absoluta en la afirmación aquí y ahora de nuestro ser y de nuestra diferencia con respecto a los y las demás a través del objeto de consumo. La afirmación de la vida como valor fundamental toma así la forma, por ejemplo, de bebida burbujeante, como el ya “legendario” eslogan de “la chispa de la vida”. 

Aún más, el marketing publicitario apelará de manera constante al potencial consumidor en forma de reto, como manera de transmitir el espejismo de su singularidad y superioridad frente a la masa: ¿estás listo para romper las reglas y construir tu propia identidad al margen de las normas que rigen la sociedad? ¿Estás verdaderamente preparado para “vivir la vida” aquí y ahora sin pensar en las consecuencias? El hastío existencial y las adormecidas esperanzas de no convertirse en un borrego más encuentran así una fácil escapatoria: la adquisición de un 4x4 para ir de compras a las grandes superficies no solo te permite construir tu identidad en base a un tener que no todo el mundo puede permitirse, sino que te convierte en un ser superior, libre, alejado del sometimiento a lo establecido y listo para hacer de tu vida una auténtica aventura, sin tener que esperar tiempos futuros en los que ya nadie cree. La responsabilidad moral del superhombre y su compromiso con la construcción de una nueva identidad al margen del orden metafísico tradicional se vuelve mucho más llevadera: solo hay que pagarla en cómodos plazos.

Sergio de Castro Sánchez 







"Cómo funciona el capitalismo"

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