País de contrastes
ADRIANO MIGUEL TEJADA
Este es un país de grandes contrastes, capaz de hacer grandes cosas, pero que no le gusta perder tiempo en las pequeñas; que construye aulas, pero no educa; que importa miles de autos, pero no puede ordenar el tránsito; que hace kilómetros y kilómetros de magníficas carreteras, pero no sabe dar mantenimiento, y que cambia las leyes por “viejas”, dejando intactas las prácticas que las hacen inoperantes.
Este país ha sido capaz de hacer enormes presas, pero no un programa de reforestación para cuidar los ríos que llenarían esas presas.
Hemos llenado el país de autopistas, elevados, aeropuertos y enormes edificios, pero no hemos podido organizar el tránsito, ni sacar a los niños de las esquinas.
Hemos combatido contra el mejor ejército del mundo, pero no hemos podido parar la migración ilegal por una frontera de pocos cientos de kilómetros, ni de organizar a los emigrantes luego que están aquí.
Tenemos los médicos mejor formados de casi toda la zona, pero no podemos combatir mosquitos que nos infectan y nos cuestan todo el dinero del mundo.
Nos llamamos “modernos”, pero todavía tenemos la Policía que nos legó la dictadura, la que no hemos podido reformar, a pesar de la batalla que nos da la delincuencia.
Y todos los males ancestrales, corrupción, ignorancia, sumisión al “superior gobierno”, pobreza y desorden social, se han exacerbado en los últimos tiempos.
¿Tenemos remedio? Depende de todos.
atejada@diariolibre.com
Hemos llenado el país de autopistas, elevados, aeropuertos y enormes edificios, pero no hemos podido organizar el tránsito, ni sacar a los niños de las esquinas.
Hemos combatido contra el mejor ejército del mundo, pero no hemos podido parar la migración ilegal por una frontera de pocos cientos de kilómetros, ni de organizar a los emigrantes luego que están aquí.
Tenemos los médicos mejor formados de casi toda la zona, pero no podemos combatir mosquitos que nos infectan y nos cuestan todo el dinero del mundo.
Nos llamamos “modernos”, pero todavía tenemos la Policía que nos legó la dictadura, la que no hemos podido reformar, a pesar de la batalla que nos da la delincuencia.
Y todos los males ancestrales, corrupción, ignorancia, sumisión al “superior gobierno”, pobreza y desorden social, se han exacerbado en los últimos tiempos.
¿Tenemos remedio? Depende de todos.
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