¿Cuáles son los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad?


Los puntos ciegos del desarrollo
En el desarrollo, al igual que en otros ámbitos de la política, tendemos a menudo a centrarnos en los problemas más visibles, olvidando que lo que necesitamos son soluciones inteligentes.





Medida. Se debe analizar fríamente los costes y beneficios, y considerar honestamente lo que sabemos y lo que no sabemos.


Bjorn Lomborg
Especial para LISTÍN DIARIO
Santo Domingo


¿Cuáles son los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad? En cualquier parte del mundo en donde hago esta pregunta, escucho respuestas bastante similares: la falta de educación y oportunidades, la pobreza, la desigualdad, la violencia y la guerra, la degradación ambiental.

Pero estar de acuerdo en que existe un problema no es lo mismo que saber cómo solucionarlo. Cuando hablamos de gasto en desarrollo y de filantropía, es demasiado fácil malgastar el dinero -y perder oportunidades- porque esta importante distinción es ignorada.

Por lo tanto, debemos analizar fríamente los costes y beneficios, y considerar honestamente lo que sabemos y lo que no sabemos.


Esto requiere tomar algunas decisiones difíciles, incluyendo dar un paso atrás a la hora de gastar dinero en cosas que no funcionan, apostando por investigar posibles alternativas, y priorizar aquellas intervenciones y políticas que consiguen mejores resultados.

Durante una década, el Centro de Consenso de Copenhague ha llevado a cabo una serie de investigaciones y estudios únicos sobre posibles soluciones a los principales problemas y desafíos a nivel nacional, regional y mundial. Este conjunto de investigaciones económicas revela áreas en las que a menudo, y erróneamente, pensamos que tenemos todas las respuestas.

Todo el mundo está de acuerdo en que mejorar la calidad de la educación es fundamental, y un gran número de donantes -públicos y privados- invierten dinero con el objetivo de que esto ocurra en el mundo.

Perú tuvo buenas intenciones cuando trató de mejorar los resultados de la educación a través del famoso programa de un ordenador portátil por niño, One Laptop per Child. Recibió un tercio de las computadoras distribuidas en el mundo a través de este programa. Un ensayo controlado aleatorio concluyó que no se había producido “ningún impacto sobre el rendimiento académico o las habilidades cognitivas” y los profesores informaron que los niños a quienes se les había entregado un ordenador portátil se esforzaban menos que el resto. Estudios similares han arrojado resultados parecidos o muy escasos con respecto a la donación de libros de texto, la construcción de nuevas bibliotecas o el aumento en los salarios de los profesores.

Sin embargo, hay otros modos de mejorar el rendimiento educativo, a menudo ignorados y en cierta medida indirectos. Puede parecer que las intervenciones nutricionales no tienen relación, pero aseguran que los niños reciben los micronutrientes que necesitan y evitan las infecciones ocasionadas por parásitos, por lo que se mejora el rendimiento escolar.

En Guatemala se puso en marcha un experimento sobre nutrición en 1969, en el que se estudió a niños en edad preescolar de varios pueblos que contaban con una dieta rica y se les comparó con niños de comunidades vecinas, que contaban con una dieta nutricionalmente más pobre. Treinta y cinco años más tarde, al observarles en edad adulta, las diferencias fueron sorprendentes.

Los niños con una buena nutrición que no contaban con retraso en el crecimiento a los tres años de edad, permanecieron en la escuela más tiempo y desarrollaron mejores habilidades cognitivas en edad adulta. Tenían más posibilidades de encontrar trabajo y ganar salarios más altos; contaban con un mejor desarrollo físico y mental, lo que les hacía más aptos para puestos de trabajo tanto manuales cualificados como administrativos.

Existen otras preocupaciones importantes igualmente difíciles de abordar, entre ellas el matrimonio infantil. Las medidas aparentemente obvias para combatirlo, como prohibirlo o decirle a la gente que no lo haga, raramente funcionan. La mayoría de los programas destinados a frenar el matrimonio infantil no han sido objeto de una rigurosa investigación, y es difícil encontrar una relación causal con los resultados. Definitivamente, se necesita más investigación al respecto.

Sin embargo, abordar de forma indirecta el problema puede funcionar. Intervenciones para mejorar la educación de las niñas, facilitando las oportunidades para las mujeres a la hora de tener negocios o heredar la riqueza, han demostrado que pueden ayudar. En el sur de Bangladesh, desde el año 2008 al 2010, el aceite de cocina se distribuyó a los padres de las jóvenes solteras de entre 15 y 17 años, bajo la condición de que un supervisor confirmara que las chicas seguían estando solteras. Las jóvenes receptoras de esta ayuda tenían hasta un 30% menos de probabilidades de casarse antes de los 16 años. Por cada dólar gastado, se alcanzaron aproximadamente US$4 en concepto de bien social.

Otra gran preocupación -de la que sabemos menos de lo que pensamos- es la pobreza. Las transferencias de dinero condicionales e incondicionales, que básicamente significan dar dinero en efectivo u otro tipo de asistencia a los pobres, son muy populares.

Pero un nuevo metaanálisis concluye que cada dólar gastado en estos programas genera beneficios anuales por valor de sólo 28 centavos de dólar. Hasta el momento, sólo tenemos pruebas evidentes de que estos beneficios duran alrededor de 3 años, lo que significa que la cantidad total de beneficios es de 84 centavos por cada dólar gastado. Es evidente que se trata de un mal uso del dinero. Incluso si de forma optimista (y por ahora sin pruebas) asumimos que estos beneficios serán constantes durante 10 años, cada dólar generará menos de US$3 de beneficio.

En el desarrollo, al igual que en otros ámbitos de la política, tendemos a menudo a centrarnos en los problemas más visibles, olvidando que lo que necesitamos son soluciones inteligentes. Es fácil sobreestimar las certezas y pasar por alto las áreas en las que se necesita más investigación. Pero no debemos tener miedo de reconocer las lagunas existentes en nuestros conocimientos. Áreas como la educación y el empoderamiento de la mujer son demasiado importantes como para aceptar que las buenas intenciones podrían ser suficientes.

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