En la industria del medicamento la vida de los pacientes importa poco-
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En el Día Internacional de la Propiedad Intelectual, Sputnik te acerca una radiografía de las patentes farmacéuticas, un supuesto modo de financiar la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos. Sin embargo, los intereses de la industria han pasado por encima de la salud ciudadana.
Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, los derechos de autor, las marcas y las patentes "permiten obtener reconocimiento o ganancias por las invenciones y creaciones". Al fomentar "un entorno propicio para que prosperen la creatividad y la innovación", sirven para "equilibrar el interés de los innovadores y el interés público".
Pero una mirada al costo de los fármacos, el acceso a los tratamientos de amplios sectores de la población y la efectiva evolución de los principios activos pone un poco en duda tal afirmación, explicó a Sputnik Javier Llamoza, decano del Colegio Químico Farmacéutico Departamental de Lima (Perú).
Para el experto, desde 1994 a la fecha, las regulaciones internacionales sobre las patentes "se han convertido en una barrera" para acceder al medicamento, debido a los "altos precios", una "consecuencia de la exclusividad" que los laboratorios tienen sobre la sustancia una vez que acceden al mercado. La innovación no es tampoco evidente, subrayó el experto.
"Si uno mira la revisión de los derechos de propiedad intelectual, respecto a cuánta innovación han promovido en los últimos 10 años, no han ingresado al mercado medicamentos que curen enfermedades sino aquellos que las tratan. Por lo tanto no se están solucionando los problemas de salud", comentó Llamoza.
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Dolencias como la tuberculosis, la malaria o la lepra —que afectan sobre todo a los países pobres— siguen teniendo "los mismos medicamentos hace más de 50 años", pues "no hay investigación y desarrollo" que se centre en estos males. En su lugar, los laboratorios se enfocan en "medicamentos orientados a tratar enfermedades de poblaciones con capacidad de pago".
"El modelo como tal ha sido cuestionado en varios espacios. Existen algunos informes que aseguran que este modelo no ha servido para solucionar los problemas de salud. Hoy se habla de la necesidad de buscar nuevos modelos de innovación y desarrollo que garanticen la investigación, orientados a las necesidades de salud y no a las del mercado", dijo el químico, también miembro de la ONG Acción Internacional por la Salud (AIS).
Un ejemplo son los medicamentos de alto costo utilizados para tratar la hepatitis C, como el sofosbuvir. El tratamiento de 12 semanas en América Latina ronda los 100.000 dólares, mientras que en en EEUU —donde fue creado y patentado— cuesta 84.000. Según Llamoza, ese alto precio se debe a una simple ecuación de oferta y demanda.
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"La respuesta que dio [el laboratorio] fue que en EEUU un trasplante de hígado como consecuencia de la hepatitis C cuesta 100.000 dólares, por lo que el tratamiento lo colocaban a 84.000 dólares'. El precio no se fija como consecuencia de los costos de investigación y desarrollo sino con lo que el mercado pauta", comentó.
En el medio está la vida de las personas. En casos así, varios países han hecho primar el interés supremo de la vida de sus ciudadanos frente al lucro de los laboratorios. Con el sofosbuvir, la India debió reconocer la patente, luego de fabricar las píldoras a un costo sensiblemente menor, hecho que en su momento suscitó críticas de organizaciones como Médicos Sin Fronteras.
Sin embargo, Llamoza indicó que la India "tiene una ley de patentes muy interesante" que solo da lugar al registro de verdaderas innovaciones. Muchas veces, los laboratorios hacen pequeñas modificaciones no significativas en las moléculas, lo que les permite prolongar su propiedad sobre las sustancias.
Un fármaco cuya patente está por caducar se cambia de modo de crear cristales o enantiómeros de la misma molécula, "a pesar de que es lo mismo". Esta práctica es conocida en la jerga de la farmacia como 'evergreening' (algo así como 'volver perenne').
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Si bien los lineamientos de las patentes son mundiales, cada país tiene grados de interpretación que varían. Así como la India, China y Malasia aplican "licencia obligatoria" en medicamentos de necesidad o de interés público. Tampoco permiten patentar en régimen de 'evergreening'.
En América Latina "no hay pautas de patentamiento definidas". En Argentina, Venezuela o Colombia, no es posible registrar los cristales de una misma molécula. En Perú sí lo es, lo que genera "patentes indebidas" y varios millones de dólares innecesariamente erogados en fármacos, un problema en un país con un sistema de salud en deterioro.
Los megaacuerdos comerciales incluyen lineamientos vinculantes rígidos sobre propiedad intelectual, que atan las manos y los pies de los países al momento de buscar maneras de proporcionar cuidados sanitarios asequibles a sus ciudadanos. Por eso, AIS se opone al Tratado Transpacífico (TPP), en cuya elaboración participa Perú.
Al ingresar a estos tratados, las "flexibilidades" que en otros países existen para fabricar los medicamentos se ven en riesgo, pues "se encuentran agarradas a otros elementos de negociación". Los países latinoamericanos que acepten estas condiciones pueden encontrar puertas cerradas para acceder a un determinado fármaco.
A la acción de la industria se suman también las estrategias de marketing de los laboratorios, que incentivan a los médicos a recetar sus productos por medio de viajes, pago de congresos y regalos. Se trata de un "comportamiento antiético" que debería ser "proscrito" en cualquier código profesional, opinó Llamoza.
"Lo que hacen es inducir a los pacientes a consumir algunos productos que no tienen la misma significación terapéutica con respecto a otra molécula ya conocida. La situación se empeora cuando vemos que las cadenas de boticas ofrecen un dinero adicional si es que el vendedor coloca ese producto al paciente", comentó.
Por eso, el ciudadano debe tener la "información necesaria", de modo de no terminar pagando un precio injustificado "no relacionado con la molécula o los beneficios terapéuticos".
Sin embargo, las esperanzas de los activistas por el acceso a los medicamentos no están agotadas. A su criterio es posible "un nuevo modelo de innovación y desarrollo" que no se recupere en el precio del tratamiento, sino a través de otras herramientas como fondos concursables.
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