Teresa Parodi: La cultura es transformadora
Entrevista con la cantora Teresa Parodi, Ministra de Cultura de Argentina
Por Nirma Acosta y René Hernández
Salgo a caminar
Por la cintura cósmica del sur
Piso en la región
Más vegetal del viento y de la luz
Siento al caminar
Toda la piel de América en mi piel
Y anda en mi sangre un río
Que libera en mi voz
Su caudal.
Armando Tejada Gómez y César Isella
Por la cintura cósmica del sur
Piso en la región
Más vegetal del viento y de la luz
Siento al caminar
Toda la piel de América en mi piel
Y anda en mi sangre un río
Que libera en mi voz
Su caudal.
Armando Tejada Gómez y César Isella
La negra Eulogia golpea el agua y enjuaga su ropa en el río mientras repite antiguas historias que nadie recuerda. Su abuelo soldado, su madre india, sus manos negras. Rostros cansados del campo argentino. Miedos. Ausencias. Voces silentes. El canto que no cesa. La guitarra de la abuela. Sueños que no le pueden arrebatar. Atahualpa, La Negra, Las Madres, una Plaza. Argentina. 117 nietos recuperados. Latinoamérica. Cuba. Martí.
Teresa Parodi nació en Corrientes y tenía solo nueve años cuando su abuela le regaló la primera guitarra. Conoció a la negra Eulogia y la convirtió en canción. Luego vinieron José, Pedro –el de la canoa–, Julián y María Pilar, musiqueros, albañiles, campesinos y muchos otros que le han acompañado y han sido protagonistas, desde los días en que descubrió el canto como compañero de batallas. Son historias de su pueblo, pero son también las voces de un continente. Cuando era aún muy niña, un pescador le advirtió que frente al río no se puede mentir y ella aprendió de verdades, solo así.
Con 16 años se hizo maestra y fue a enseñar a una escuelita rural. En 1979, Astor Piazolla la invita a acompañarle en su gira por la Argentina. El Festival de Folklore de Cosquín la reconoce con el Premio Consagración de 1984 y en 1999 regresa para recibir el “Camín de Oro” por su trayectoria. La Secretaría de Cultura de su país la distingue con el Premio Nacional de Música 2011 por su canción a los desaparecidos “Aún caminan conmigo”.
En mayo de 2014 fue llamada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para asumir como primera Ministra de Cultura de Argentina. Un año después, la cantora regresa a La Habana para asistir a la Tercera Reunión de Ministros de Cultura de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Esta conversación empezó recordando su relación particular con la literatura y con el pensamiento latinoamericano. El punto de partida fue el ensayo “Nuestra América”, en el que José Martí, en 1891, propone reflexionar sobre lo que significaban los EE.UU. y la urgencia para los pueblos de América Latina de pensar en términos de integración: “Es la hora del recuento y de la marcha unida”.
Ese sueño de Martí se viene dando hoy muy claramente en la relación de los pueblos latinoamericanos, que se han unido a lo largo y a lo ancho del territorio, justamente a través de las grandes embajadas culturales y embajadores culturales naturales que son los artistas emergentes de esta “cocina” extraordinaria que es la cultura en cada uno de nuestros países. Esos artistas hallaron la forma de encontrarse, y a través de la cultura han escrito páginas gloriosas en la historia de nuestros pueblos.
El canto de Mercedes Sosa, por ejemplo, nos ha unido como un gran río caudaloso donde fuimos a brevar para identificarnos con una manera de ser, con una forma de usar el lenguaje, y de pensar la música. Mercedes fue el punto de encuentro, la gran voz de América. Si uno tuviera que dibujar el rostro de América, pensando que América es mujer, el rostro de América es la silueta de Mercedes, pues en su gesto y en la belleza de su rostro, se sintetiza esa extraordinaria forma de ser Latinoamericano; un ser que se refleja y se reconoce en sus referentes mayores; asume lo heredado y a partir de ahí construye su identidad, su obra y su mensaje.
La Tercera Reunión de Ministros de Cultura de la CELAC en La Habana, los días 18 y 19 de septiembre, propone profundizar en la articulación regional desde la cultura. ¿Cuáles son las propuestas de Argentina al encuentro partiendo de la relevancia que tiene la cultura en las políticas públicas frente a las plataformas neoliberales?
Esta Reunión en La Habana es muy importante, porque propone un espacio para la reflexión. La CELAC agrupa a los Ministros de Cultura de América Latina y del Caribe y el encuentro propone temas importantes que estamos sosteniendo para que esta articulación regional pueda profundizarse. La idea de vincularnos a través de estos organismos regionales con el resto de América hay que fortalecerla, porque son espacios de integración concreta, y política, en donde la cultura cumple un rol fundamental.
Permite pronunciarnos y llevar un empeño integrador que pueda concretarse por decisión de los Estados soberanos en los circuitos que nos posibiliten, como latinoamericanos, el intercambio de lazos culturales con mayor naturalidad. Subsisten problemas aduanales, dificultades para la circulación de las obras de arte y los elencos artísticos y todo esto deberíamos comenzar a pensarlo como prioridades desde nuestros Estados para solucionarlos y tratar de favorecer la integración posible que ha costado tanto realizar. Confío plenamente en la capacidad de nuestros gobiernos para lograrlo.
Es nuestra intención mostrar cómo Argentina ha podido establecer ese vínculo enriquecedor con América Latina y en especial con Cuba, durante este último año; y también, con otros países cercanos del área como Paraguay, Uruguay y Chile, así como trasmitir la inquietud y la necesidad que tenemos de que la cultura sea el eje cardinal de nuestros propósitos.
En estos momentos soy candidata al Parlasur, que es el Parlamento del Mercosur, y voy a tratar de trasladar también estas inquietudes e iniciativas que ya llevo adelante como Ministra, y que iré profundizando. Se avecinan tiempos en los que esos serán los temas que estarán a la orden del día para nuestras gestiones.
Hemos tenido muchas expectativas con este encuentro, sobre todo con la reunión bilateral con el Ministro de Cultura cubano y, particularmente, con la firma del acuerdo para mantener la continuidad de las acciones y puentes que hemos venido trazando entre Cuba y Argentina.
Termino mis funciones en diciembre próximo, pero estoy convencida de que nuestro proyecto político seguirá, y apostamos por eso. Seguramente vendrá un nuevo ministro o ministra que continuará enriqueciendo estos nexos con América Latina y, por supuesto, con Cuba. Pero me gustaría cerrar este ciclo que ya hemos avanzado, y consolidarlo. Tenemos como base 40 años de relaciones entre los dos países y traemos la necesidad de seguir fortaleciéndolas.
La Isla es emblemática en las luchas latinoamericanas. La Revolución cubana ha sido motivadora, inspiradora para nuestros pueblos. Siempre hemos amado este lugar, y hemos ido con la ilusión de tocar, de rozar esa Revolución que su pueblo sostuvo con tanto coraje, y guiado por convencidos e indiscutibles líderes, no solo de Cuba, sino de América y del mundo.
Pretendemos perpetuar, en este marco de colaboración, el compromiso de continuar trabajando con el Ministerio de Cultura de Cuba y sus instituciones, como el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau y la Casa de las Américas. Hay una necesidad de profundizar en esa reciprocidad y mantenerla con la fluidez que nos ha caracterizado.
En ese sentido, el Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK) inaugurado en Buenos Aires en mayo de este año, surge en una circunstancia excepcional para Argentina. ¿Qué proyecciones y estrategias abarca la institución en la nueva geografía política de la región?
Desde que Néstor Kirchner asume la presidencia de la nación manifiesta venir de una generación que es hija de las Madres de la Plaza de Mayo, asegura su pertenencia a esa generación militante y asume el compromiso de ser Presidente, pero trae el inmenso sueño que tuvieron varias generaciones de argentinos y latinoamericanos: construir un país donde la desigualdad tienda a desaparecer y si es posible desparezca. Néstor nos devolvió a los argentinos el sueño de la inclusión, de la igualdad, del respeto por la diversidad, y sobre todo, el despertar de la conciencia latinoamericana que debe primar en todos y cada uno de nosotros, justamente para fortalecernos como Patria Grande.
Esto tiene que ver con los mismos anhelos en pos de afianzar los lazos que nos unen: históricos, identitarios, culturales, políticos, que nos han atravesado a lo largo de la historia de nuestros países e, indiscutiblemente, con la finalidad de consolidar nuestros espacios políticos si nos uniéramos internacionalmente. Una alianza que nos permita sostener nuestras libertades y nuestros ideales; lo que estamos haciendo es defender la decisión soberana y la posición emancipatoria de nuestros derechos frente al avance del imperialismo en todas sus formas.
Antiguo Correo Central de Buenos Aires; hoy Centro Cultural Néstor Kirchner.
Justamente en el marco de esta política continuadora de la Presidenta Cristina Fernández nace este espacio cultural en el edificio del Correo Central de Buenos Aires, que era el centro de las comunicaciones. Los caminos infinitos llevaban y traían las cartas para comunicarnos entre nosotros mismos como país, con América Latina y con el resto del mundo; ahora esa magna construcción se convirtió en un espacio cultural, pensado por Néstor y materializado por Cristina, que mantiene ese mismo sentido de la comunicación, pues los pueblos se comunican a través de su arte, y en todas sus vertientes. Su cúpula es un enorme faro que ilumina estos caminos por los que irán y vendrán los artistas populares de nuestros países para abrazarnos más, conocernos más y sentir verdaderamente que compartimos un ideal para reconocemos en una misma historia.
¿Qué significación ha tenido como artista popular llevar adelante la creación y puesta en marcha de ese centro cultural con una visión inclusiva y latinoamericana, y como parte de su gestión al frente del Ministerio de Cultura?
Como artista, como cantora popular, y ahora como Ministra de Cultura −puesto que me ha pedido que asuma la Presidenta de la nación y que ha sido un honor asumir, para crear un Ministerio que no existía y luego tener la oportunidad de inaugurar este espacio extraordinario, de 116 mil metros cuadrados, que fue pensado y concebido para brindar arte−, significa un antes y un después en mi vida, pero mucho más allá de mi vida en la cual sería sólo una anécdota, significa un antes y un después en la vida de los pueblos latinoamericanos. Su aparición marca una etapa porque esa gran vidriera que constituye ese lugar nos va a permitir mostrar lo mejor de nuestro arte y mostrar la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos.
Creemos que la cultura no debe quedar en los edificios. El Estado con su propuesta cultural no debe quedarse en el margen de las edificaciones, debe salir a buscar al otro, debe ir a buscar el lugar donde el pueblo verdaderamente está haciendo su quehacer e iluminarlo; debe darle herramientas, potenciarlo y visibilizarlo.
Iniciamos el vínculo con el interior del país y las distintas regiones culturales que lo habitan, pero llevamos adelante ese mismo proyecto con los distintos países de América Latina. Han viajado, desde muchísimos países hermanos, los artistas y las expresiones más diversas porque el CCK se abrió para pensar, desde ese escenario posible y extraordinario, la conjugación de la cultura desde las miradas multiculturales que habitan en nuestros pueblos.
¿Qué causalidades –y azares– se juntaron para que el programa de Cuba en el Centro Cultural Kirchner se inaugurara con la presentación del libro “Por todo espacio, por este tiempo”, que registra la gira interminable de Silvio Rodríguez por barrios cubanos, y su concierto en Villa Lugano?
Fue muy importante la presencia de Silvio, que es siempre un gran compañero y el gran inspirador amigo de todos los de mi generación.
“Fue muy importante la presencia de Silvio, que es siempre un gran compañero y el gran inspirador amigo de todos los de mi generación”.
Conocíamos la experiencia extraordinaria de lo que estaba haciendo en su recorrido por los barrios en La Habana. Compartí con él uno de sus conciertos en mi último viaje a la Isla y pude apreciar la profundidad de esta experiencia, lo cual se refleja en el libro que presentamos en el CCK, y que tanto tiene que ver con todas estas políticas que asumimos desde el primer momento al salir a los barrios e ir a buscar a los artistas donde quiera que se encuentren, pero también ir hasta los distintos lugares para llevar el arte.
Esa política inclusiva se inauguró con el concierto de Silvio en Villa Lugano, una gran barriada de Buenos Aires, y tuvo una acogida impresionante. Hacía frío y sin embargo la gente permaneció todo el tiempo que Silvio estuvo cantando. Emocionados, coreaban sus canciones que son como un himno, como un ritual. Fue una experiencia conmovedora. Ahí es donde se comprueba esa hermandad; el pueblo argentino canta en la calle las canciones de Silvio Rodríguez; los pueblos se unen ahí, en esos lazos entrañables que no hay cómo desarmar. El trovador estaba recibiendo el gran abrazo del pueblo argentino, sintetizado en ese barrio. Y con él estaban también Sara, Pablo, Noel, toda la historia y la obra que nos trajeron desde Cuba.
Durante estos primeros meses, en la programación del CCK se incluyeron además las presentaciones de jóvenes músicos cubanos como Harold López-Nussa, el dúo Karma y Aldo López-Gavilán. ¿En qué medida este programa que ha propiciado el diálogo con artistas no solo de Argentina, sino también de otros países latinoamericanos, es resultado también de la resistencia cultural de nuestros pueblos?
Desde muchos antes de que estas experiencias tuvieran una expresión en las políticas de Estado, los pueblos habíamos hallado formas de encontrarnos y cruzarnos en nuestro continente. Se hacían festivales que los organizábamos entre nosotros mismos. Eran casi peregrinaciones a las que íbamos los artistas de todos los países, para encontrarnos e intercambiar nuestro arte. Pero la deliberada estrategia del neoliberalismo logró romper este entramado extraordinario que ya habíamos tejido los artistas y el pueblo en forma natural. Lograron separarnos y disminuirnos hasta un punto en el que ya uno mismo no sabía ciertamente lo que pasaba en Brasil, o en Chile, así que cómo íbamos a saber lo que ocurría en Cuba. Fue una política que intentó, y sigue intentando, socavar todos los movimientos populares que llevaron como emergentes políticos a los nuevos presidentes; hombres y mujeres que tuvieron la misma visión y que han buscado unirse sobre todo.
Hay un antes y un después también en América Latina a partir del “No al ALCA”−que cumple 10 años−, cuando los presidentes de los países latinoamericanos se unieron y se enfrentaron al neoliberalismo, y juntaron fuerzas, y firmaron una declaración conjunta e histórica. Los pueblos se sienten identificados con este momento del continente. De alguna manera, a partir de ahí comienza la reconstrucción de ese entramado, otra etapa en la que los Estados comprometidos, los que volvieron a ser protagonistas en defensa de los intereses del pueblo, empezaron a preocuparse por materializar esa integración.
Se han multiplicado los ámbitos de ejecución política en todo el continente. Hay una clara consciencia en nuestros gobernantes, porque los gobernantes también son emergentes de las necesidades del pueblo. Nacen cuando al pueblo no le tuerce el destino una dictadura, no le tuerce el destino un imperialismo poderoso que termina maniatando y socavando a fondo para hacer tambalear cualquier ideal colectivo que queramos poner en marcha.
Nuestro país, mi país, ha venido de grandes dolores, de guerras destructivas, pero resistió en la cultura y en el ideal político. Por eso no es casual que un militante de aquellos sueños, haya sido quien propusiera el cambio y la transformación en Argentina. No fue casual que pasara lo mismo en otros países latinoamericanos. Los tiempos también los va marcando el pueblo que camina a su propio tiempo. Esos presidentes supieron fundirse en un abrazo extraordinario, y sintetizaron las necesidades de nuestros pueblos. Por ello, se abrieron tantos espacios donde podemos pensar en conjunto, para facilitar entre nosotros la interacción a través de distintos circuitos por donde transiten nuestros proyectos culturales.
Centro Cultural Kirchner.
El Centro Cultural Kirchner se propone producir un cambio. Porque los artistas se conocen y se encuentran, y es el Estado quien lo está propiciando. Es muy importante la proximidad y la colaboración que hemos establecido con la Isla, y en particular con elCentro Pablo, que es fundamental para el diálogo permanente que se ha sostenido y que vamos a seguir sosteniendo.
Estamos demostrando que es posible, y no importa la distancia cuando hay una decisión tomada, cuando hay políticas que gestionan y se proponen fortalecer alianzas para emparentarnos cada vez más, caminando en el mismo sentido por esta América nuestra.
Deberíamos entonces llegar a un ideal único que abarque, como decía Martí, a toda la América, como dueños de esta, nuestra casa, como hermanos que somos, compartiendo las necesidades territoriales, pero unidos para enfrentarnos a ese enemigo que viene a extirpar quiénes somos. Existe hoy definitivamente una política que apunta en el sentido de la integración y fomenta la unión como alternativa.
Como parte de este viaje a La Habana usted ha anunciado la firma de un convenio con el Ministerio de Cultura cubano que resume la continuidad de proyectos que han tenido sustantiva expresión en las acciones promovidas por su gestión durante este 2015. ¿Qué expectativas genera la actualización de este documento y qué propone para el futuro de nuestras relaciones bilaterales en el ámbito de la cultura?
En este poco tiempo que he asumido al frente de la gestión y como parte de ese puente con el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, se han presentado en Argentina creadores y cantautores cubanos, algo que ya venía haciendo desde hace algunos años el Centro, de manera aislada y con gran empeño. También han viajado algunos artistas argentinos a Cuba como la coplera Laura Peralta, Dafne Usorach y Coqui Ortíz.
Yo misma fui invitada a cantar en Cuba por el Centro Pablo, a raíz de ese intercambio. Víctor Casaus y su compañera María Santucho, que es una argentina-cubana apasionada por la cultura, han realizado un gran esfuerzo para que nuestros pueblos dialoguen y tengan ese acercamiento como propuesta unificadora.
Teresa Parodi junto al poeta, cineasta, narrador y periodista cubano Víctor Casaus, y su compañera María Santucho.
Es relevante que estos jóvenes cantautores de la Isla, trovadores y artistas hayan girado por las provincias argentinas como parte del proyecto “Nuestra voz para vos”; y es trascendental que pudieran recorrer el territorio y llevarse una experiencia viva del país, y no tocar solamente en Buenos Aires. Ocurría que los artistas se presentaban solamente en la capital, e imagino que en otros países sea también así.
Por ejemplo, la primera vez que hice una gira consciente por Cuba fue a través del Centro Pablo, en mi último viaje antes de ser Ministra. En otras ocasiones había cantado solo en grandes eventos organizados en La Habana y en Varadero. Pero, en general, no conocía la Isla. Regresé de esa última visita con una visión completamente distinta, porque nos encontramos con los músicos y con el pueblo de las distintas regiones del país, en Matanzas, en Santa Clara, Trinidad… Hablar con ellos, palpar desde otro lugar, compartir con el público y llegar hasta los sitios donde realizan su trabajo fue la oportunidad de enriquecerme personal y profesionalmente. Esa experiencia me marcó intensamente.
Por eso me parecía importante continuar trabajando desde el Ministerio de Cultura con el Centro Cultural Pablo, y potenciar el recorrido de estos jóvenes artistas, e impulsar su paso por las provincias del país y que además brindaran su arte en el Centro Cultural Kirchner y la Casa Nacional del Bicentenario.
Estos son algunos de los temas de las conversaciones con el Ministro cubano de cultura junto a la propuesta de que ahondemos y dejemos este acuerdo inquebrantable como política de nuestros Estados hacia el arte. Y convertir al CCK en uno de los espacios permanentes de intercambio y hermanamiento con otras instituciones insignes como la Casa de las Américas, pero también, de articulación Ministerio a Ministerio para que se pueda seguir avanzando en la integración a través de la cultura.
¿Qué otros relatos sugiere este hermanamiento de Casa de las Américas con el Centro Cultural Kirchner que tendrá lugar en octubre como parte del programa por la celebración del Día de la Cultura cubana en Argentina?
La Casa de las Américas ha formado parte siempre de mi trabajo. Es muy significativo que se hermanen estos dos centros culturales, por la historia que tiene la Casa de las Américas y justamente porque el Centro Cultural Kirchner nace como proyecto con los mismos principios latinoamericanos que alentaron la Casa.
Recuerdo, en conversaciones con Mercedes Sosa, y también a partir de videos y fotos sobre sus viajes a la Isla, que cuando ella viajaba a Cuba y se reunía con los jóvenes artistas para compartir la música, se nutría. Ella y otros cantautores fueron a llevar su arte, pero a su vez trajeron ese espíritu que nos convoca en un mismo sentido, y por un sueño compartido: la utopía común de una Patria que nos involucre a todos, con las mismas necesidades de unión y un único entramado que permita fortalecernos, porque precisamente nos tenemos que enfrentar a un enemigo que ha querido destruir nuestras raíces.
Encontrarnos con músicos de otras regiones es hablar en un lenguaje que viene a sintetizar los sentimientos de los pueblos. El pueblo está todo el tiempo elaborando una manera de ser y de allí emerge el artista popular; brota de las sensibilidades e identidades que hierven, se mezclan, se cocinan, para finalmente convertirse en portadores de un mensaje que el pueblo mismo le da, para entregarlo, para llevarlo al mundo. En nuestro caso, el mensaje es la necesidad de sentirnos parte de un todo, con el resto de América Latina.
¿Cómo posicionar nuestros productos culturales frente a mercados tan concentrados y qué otras acciones se requieren para preservar nuestra identidad de esos modelos globalizadores?
Recientemente hemos celebrado en Argentina la tercera edición del MICA (Mercado de Industrias Culturales Argentinas) al que asistieron delegados de todos los países de América Latina y del mundo. Y lo hicimos en el Centro Cultural Kirchner, precisamente porque esta institución nace para buscar que los pueblos estrechen sus vínculos a través de sus creadores.
Fueron intercambios ciertamente emocionantes. Eventos como este no solo transforman la cultura, transforman a los propios artistas que necesitan el diálogo para enriquecerse; y transforman a los pueblos. Tuve la oportunidad de reunirme con muchos de ellos para ir pulsando cómo se sentían, y constatar que vivíamos un momento excepcional.
Las industrias culturales generan puestos de trabajo: en Argentina, 500 mil para ser más precisos, muchos más que la pesca o la minería, rubros importantes del país. Es decir, que en términos concretos es una manera de dar respuesta a las necesidades populares, son puestos de trabajo para el pueblo. Eso lo genera la cultura.
Estas industrias son las que se contraponen a lo que nos quieren imponer desde el mercado concentrado, a fuerza de dinero, y vienen de arriba hacia abajo; en cambio, el pueblo va gestando sus necesidades expresivas en el sentido inverso: de abajo hacia arriba. Los artistas brotan desde los estratos más profundos del pueblo y son los que llevan, articulan, exponen la voz del pueblo. Lo que sucede a veces es que son ninguneados por estos medios concentrados que pretenden globalizar, hegemonizar el mensaje y transformarlo en único, idéntico y global. Aunque estés en cualquier parte del mundo, no te permiten conocer la identidad real del sitio donde te encuentras. Entre la seudocultura de los “shoppings”, la tergiversación de las formas musicales y expresivas del pueblo, la falta de originalidad y la universalidad intencionada con la que intentan enviar un mensaje único, uno termina por desconocer el lugar que ocupa como ser social y se pierde la huella, la identidad. Es el método pensado por el imperialismo para arrebatarnos nuestras originalidades. Pero los pueblos inteligentes, los pueblos con memoria histórica se abroquelaron, se miraron hacia adentro y se redescubrieron desde allí, como hicieron en su momento los pueblos originarios en América. ¿Dónde resistieron? En su cultura.
Hoy, estamos generando no solamente los emergentes políticos, sino además los líderes culturales, y estamos buscando la forma de continuar siendo nosotros mismos, vinculándonos con el otro y enriqueciéndonos mutuamente. El encuentro del MICA en el Centro Cultural Kirchner simulaba un colmenar de personas contraponiéndose a la dictadura del mercado consumista, mostrando la diversidad y riqueza que poseemos. El Centro Cultural se transformó en un hervidero humano: 35 mil reuniones fueron gestionadas desde la plataforma web para juntarse en “la ronda de negocios”, espacio que consistió en hacer circular todo lo producido por los artistas y gestores culturales que no transita por los circuitos que establece el mercado corporativo. Es el Estado quien tiene la responsabilidad de potenciar estos foros. Ya lo decía claramente Néstor Kirchner cuando asumió: el Estado debe existir para visibilizar lo que el mercado expulsa, lo que el mercado ignora. Porque debe ser la representación de nosotros mismos, que somos la mayoría, y el CCK es el resultado de esa política y de ese concepto.
En el MICA se estaba discutiendo verdaderamente y se estaba elaborando de forma conjunta un pensamiento nuevo e inclusivo, con la participación de todas las provincias argentinas y de nuestras manifestaciones culturales representadas por las distintas regiones de América Latina, además de las delegaciones de otras partes del mundo. Eso nos demuestra el lugar que puede ocupar un espacio cultural que desde su reciente inauguración asume un papel protagónico para la cultura de Argentina y deLatinoamérica, y al mismo tiempo, provoca estos encuentros de enriquecimiento con los artistas, intelectuales y con la gente; en este intercambio, los artistas y los productores culturales sentían, como nunca antes, su voz amplificada.
Recientemente, un importante filósofo cubano advertía sobre el peligro de “una guerra que no es de pensamiento, sino de inducción a no pensar, a una idiotización de masas”. Argentina está viviendo hoy una revolución en términos culturales y ha potenciado la capacidad de los jóvenes a pensar su propio destino. ¿Qué saldo le concede a este momento de cambio y qué responsabilidad tendrán las nuevas generaciones en la construcción de ese futuro posible?
Una de las virtudes del kirchnerismo fue que volvió a instalar la política como una herramienta transformadora en el pueblo, sobre todo en las nuevas generaciones. Nosotros habíamos perdido los cuadros políticos en las generaciones que debían tomar la posta, porque fue deliberado este proceso para la dictadura más feroz que tuvo la Argentina, que tuvo muchas, pero esta última fue quizá la más feroz. Estaba claro para ellos: había que desaparecer a toda una generación para instalar el miedo; para instalar, en complicidad con las grandes corporaciones del imperialismo, un modelo neoliberal devastador, con un mensaje único: “se terminaron las ideologías, no existe otra forma de poder imaginar el mundo y este es el único sentido en el que pueden caminar”. Usaron a la clase trabajadora y denigraron a este integrante de la cultura del trabajo sobre la que se había construido este país.
Los logros de la clase obrera y trabajadora en Argentina, después del gobierno de Perón, que también fue tremendamente revolucionario, se perdieron en la década del menemismo. Concretamente fue el cómplice necesario, partícipe imprescindible, para instalar el neoliberalismo más feroz y encarnizado. La generación a la que pertenezco, a la que pertenecen Néstor y Cristina, sostuvieron ese sueño de cambiarlo todo y esperaron el momento necesario. Néstor vino a ser entonces el presidente encargado de realizar la gran transformación en Argentina, para devolvernos la dignidad a todos nosotros; a mí, que viví esos años de la dictadura y del genocidio que también fue el neoliberalismo pensando que no iba a ver otra realidad: la realidad posible que soñé junto a tantos compañeros para este país.
Por si fuera poco, me proponen en este tiempo ser integrante del gabinete que conduce esta Presidenta, una compañera militante extraordinaria; y ha sido un honor y un compromiso tremendo asumirlo.
Hoy veo a los jóvenes y percibo otra vez el fuego de la militancia renovado, la ilusión que provocan las ideas y la pasión al hablar de política en lo cotidiano. Volvió a debatirse en las casas, en las universidades, se volvió a hablar en las calles. Hemos puesto las ideas en el centro de las transformaciones, y la política como herramienta transformadora. Ese es el gran cambio cultural que está viviendo la Argentina, y las nuevas generaciones ya nacen con estos derechos adquiridos, derechos que nos habían quitado y hemos recuperado; impensables años atrás. Por eso la Presidenta siempre les dice a los jóvenes: “Ahora les toca a ustedes defender el proyecto”. Se ha empoderado a la gente. Esto fue lo que se logró, pero falta mucho por hacer todavía, y para que ese “falta mucho” se achique cada vez más, solamente se logrará si los jóvenes se sienten dueños de este proyecto y lo defienden en todos los sentidos. Confío en que vamos a seguir avanzando en el futuro.
¿Cómo vislumbra a la Argentina después de las elecciones presidenciales de octubre de 2015?
No va a ser fácil encontrar un líder político como Cristina Fernández de Kirchner, la vamos a extrañar: su mirada lúcida, su estatura de estadista y su capacidad para reaccionar permanentemente ante cualquier dificultad. Ante tantos golpes respondió con hechos, con más coraje y más política a favor de la gente. Ha sido la conductora de este proceso y no la imaginamos marchándose a casa simplemente a cuidar a los nietos; nadie puede imaginar que una mujer así se resigne a estar callada. Creo que va a seguir teniendo una gran gravitación en el escenario político del país y en el contexto latinoamericano. El propio Fidel ha dicho sobre ella que “es una persona de convicciones profundas.”
La vida está llena también de renuncias. Este año ha sido importante, porque ha logrado cumplir sueños colectivos, pero quienes le quieren y reconocen como creadora, su público, reclama su canto. Queda la interrogante: Teresa, ¿qué pasará con la canción?
Nunca se me pidió que dejara de cantar, lo decidí porque creí que debía dedicar toda mi energía y el mayor tiempo posible a la magna tarea de construcción del Ministerio de Cultura. Pero no he dejado de componer, porque simplemente no se puede. He compuesto mucho en este tiempo; cuando termine la gestión será un año y ocho meses. Lo cierto es que desde este lugar que ocuparé en el Parlasur quizá no sea tan necesario que deje de cantar. De cualquier manera, más allá de lo que no quiero dejar de hacer, voy a buscar los espacios para seguir cantando.
Quisiera volver a los escenarios. Lo extraño, sí. Extraño sobre todo la complicidad con mi guitarra, con el público que seguía mis canciones y que trabajaba con esas creaciones, más allá de los escenarios. Gente que tomaban esos cantos para trabajar con la comunidad. No hace mucho me invitaron a un encuentro de docentes y de militantes de casi todo el país y fue muy emocionante para mí darme cuenta que ellos las utilizaban como material de trabajo y enseñanza para pensar una forma de ser argentino, desde nuestras raíces.
Llega un momento en la vida donde uno parece haber recorrido todos los caminos que pensó para su música, y para la relación con el pueblo; y siente la necesidad de realizar una síntesis. De golpe abriga esa complicidad con la guitarra y por los sonidos más despojados, para que la palabra tenga una relevancia aún mayor. Y aquello que uno está contando en la canción llegue de una manera inequívoca al que está enfrente y de un modo más potenciado, porque aparece una canción más desnudada. Esos serán los caminos que buscaré ahora. Necesito un momento de reflexión también con mi propia canción y con mi misión de cantautora, que me complace mucho y que no voy a poder dejar nunca.
Ha sido bueno este tiempo de guardarme un poco, porque me ha permitido esbozar otros temas, asistir a conciertos de amigos queridos, tomar una distancia de mi propio andar, que a veces no nos permite vislumbrar; tanto uno anda que a ratos deja de escuchar y de ver a otros. Este período sirvió para acopiar muchas emociones, recibir información diversa, que seguramente procesaré más adelante y terminará reflejándose también en mi trabajo. Ha sido como una especie de paréntesis enriquecedor.
Tengo una guitarra en la oficina, siempre está por ahí, y cuando me siento un poco cansada me abrazo a ella; como pasó durante toda la vida, la guitarra siempre tiene algo para decirme, algo existe dentro de ella que me apacigua el espíritu y me permite volar en otras direcciones, recuperar una energía maravillosa conectada con los sonidos entrañables y la memoria de mi lugar. Busco esos momentos como una necesidad perentoria.
Los discos y las canciones son como los hijos y su más reciente obra discográfica –el CD/DVD 30 años + 5 días (2014)-, no ha tenido quizá ese recorrido y vida propia que esperaba. ¿Cómo tiene pensado que convivan esas “viejas” y las “nuevas” creaciones?
Las canciones de ese disco no las he cantado mucho y quiero hacerlo. Mis músicos están preparados, deseosos por tocar de nuevo. Y es algo que voy a volver a hacer, pero también voy a ir colocando las nuevas, que he ido escribiendo durante este tiempo. Esto también me obliga a verme a mí misma y buscar cómo comunicarme con la gente, y me exige trabajar permanentemente junto al desafío hermoso de apostar siempre a seguir.
El ser humano, consciente o inconscientemente, apela a la eternidad, a quedarse de algún modo. Pero para el autor y compositor el momento más maravilloso de su trabajo es cuando la canción deja de ser suya, y la gente la canta como si fuera parte de su memoria, y la elige y la representa. A veces, ni siquiera se conoce el nombre del autor. Quizá uno trabaje toda la vida para terminar siendo “anónimo”, afianzándose otra vez como parte del pueblo. Para poder llegar a esto uno tiene que haber producido una obra que realmente sintetice la voz de la mayoría. Ese camino es hermoso, no se agota. A veces hay tanta obra maravillosa producida que también tenemos que convertirnos nosotros mismos en transportadores, para que no desaparezca.
Esos grandes cantores latinoamericanos nos fueron dejando señales en el camino, que de alguna manera permanecen: Atahualpa, Zitarrosa, Mercedes, Violeta, Raúl Carnota, Spinetta… Y este tiempo se ha caracterizado también por esa necesidad de hacer justicia con sus obras. ¿Cómo preservar ese legado para continuar los caminos de la canción?
Hay un repertorio extraordinario en la música argentina, latinoamericana, y si nosotros no la cantamos, nadie lo hará. Le trasmito eso a los jóvenes: “canten sus canciones, pero también la de los maestros”, y así no iremos perdiendo todo cuanto tenemos detrás. Es una memoria que hay que continuar relatando y construyendo en forma oral. Hay que seguir cantando las canciones de los grandes autores que formaron la voz que nos identifica; tenemos esa gran tarea de hacer permanecer en la memoria colectiva de toda la América las creaciones que dicen quiénes somos y de dónde venimos.
No podemos dejar de celebrar sus vidas y sus obras, porque hay una tendencia al olvido, a lo efímero. Esa fue una parte de la cultura que quisieron instalar en nuestros pueblos, pero no lo lograron. En casi todos mis discos he grabado canciones de otros que me marcaron y deseo que sigan marcando a otros. Es para decir: no perdamos la memoria; recuerden estas canciones, porque nos formaron como pueblo.
La historia necesita de la oralidad, porque nadie va a escribir nuestra historia. Pero nosotros tenemos la obligación de pasarla a las nuevas generaciones, y las nuevas generaciones de hacerlas propias. Esa continuidad es lo que nadie ha podido romper. Gracias a eso nuestros pueblos volvieron a encontrar el camino. Cuba lo encontró mucho antes y fue capaz de sostenerlo de una manera ejemplar y conmovedora, pero nosotros pasamos por demasiadas penurias hasta que por fin hallamos el rumbo para recuperar lo que nos arrebataron, en el trabajo social, en los sentimientos como Patria. Ese camino nos devolvió la dignidad como país, y no ha sido fácil conseguirlo. Como dice la Presidenta: “no fue magia”, fue coraje, pasión y convencimiento.
Y seguiremos haciendo, continuaremos trabajando con ese sentido de continuidad, porque el horizonte siempre está más allá. Ese horizonte es un hermoso sueño, y caminamos hacia él.
Como afirmaba Martí: “con los pobres de la Tierra” usted ha echado suerte y le ha cantado a la lavandera, al pescador, al albañil, al hombre del campo, al de los pies descalzos… Ha dicho que prefiere usar la palabra “pueblo” y a través de su obra ha tratado de sustentar la verdadera dimensión de lo que significa ser parte de él. ¿Qué otros mensajes del pueblo le siguen inspirando?
Mis canciones cumplieron con ese rol de hacer visible a un pueblo que no siempre fue visto ni escuchado. Sacaban a la luz esas historias de gente, de personas con nombre, y de golpe, eran un retrato sonoro de una realidad que muchos no conocían.
Y es que los pueblos resisten desde la cultura. Cuba lo ha demostrado. Y justamente, este proyecto político de Cristina y de Néstor Kirchner, ha puesto como eje fundamental la garantía de que la gente tenga acceso a la cultura, precisamente porque es un derecho, un derecho humano. La cultura es transformadora o no es.
Las revoluciones y la cultura nacen desde el pueblo, de abajo hacia arriba: “no hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie”. Lo decía Alfredo Zitarrosa: Crece la pared por hiladas / crece la pared / crece desde el pie amurallada / crece desde el pie. Y también: Crece desde el pueblo el futuro / crece desde el pie / ánima del rumbo seguro / crece desde el pie. / Crece desde el pie, musiquita, / crece desde el pie…
Hace pocos días le preguntaban a Silvio sobre el final de la gira por los barrios y respondió que cuando no quedaran más barrios, empezaría de nuevo…
Es así, nunca se termina. Nosotros sabemos que es una tarea inagotable. Pero Silvio tiene la obligación, la responsabilidad de hacerlo… Y yo también.
(Tomado de La Jiribilla)
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