Leonel Fernández, el nuevo camino
Por: Humberto Salazar
Como hemos podido notar en esta serie de artículos, el recorrido político de la República Dominicana ha estado dominado desde la independencia por la preeminencia de los gobiernos de corte conservador, y especialmente por el caudillismo, los cuáles se convirtieron muchas veces en dictadores de largo ejercicio en el poder.
La década de los 90 del pasado siglo encontró a nuestro país y al resto del mundo en el debate ideológico sobre la ruptura del paradigma comunista. con la disgregación de la Unión Soviética y el inicio de la integración de China al eufemismo que se denomina, aún en nuestros días, como ¨un país dos sistemas¨, donde se asume la apertura comercial y la economía de mercado como las bases de su desarrollo mientras se mantiene políticamente el represivo sistema de partido único.
No hay dudas, sobretodo por las políticas económicas radicalmente liberales implementadas por los gobiernos conservadores de Reagan y Tatcher en los Estados Unidos e Inglaterra, que parecía que el sistema económico y político fundamentado en la disminución del poder estatal y su paso al sector privado había triunfado, es decir, aquellas ideas liberales económicas y políticas sustentadas en el siglo XVIII.
La República Dominicana en 1990
En nuestro país, la década se inició con las discutidas elecciones del año 1990, donde el Partido Reformista de Balaguer y el Partido de la Liberación Dominicana de Juan Bosch, con los dos líderes como candidatos, iniciaban el cierre del ciclo que se inició con la muerte del dictador Trujillo y el establecimiento de una democracia con poca fortaleza institucional y elecciones poco creíbles en sus resultados.
En el proceso electoral de ese año, se produjo la ruptura, que sería momentánea, de la amistad que habían tenido estos dos líderes políticos durante varias décadas y todavía en el día de hoy es imposible llegar a un acuerdo sobre el ganador de esas elecciones, donde se declaró a Balaguer ganador por un poco mas de 20 mil votos.
La crisis que condujo al cambio
En el momento en que se produjeron las elecciones de 1990, Balaguer y Bosch representaban modelos de pensamiento divergentes y enfrentados, recordemos que apenas el año anterior se habían producido los acontecimientos globales que, en su desarrollo, dibujarían un nuevo mapa político del mundo.
Balaguer era el político de corte conservador en la aplicación de la mayor parte de sus políticas públicas, con un fuerte componente autoritario que había ido perdiendo a través de los años, y Bosch era el dirigente político que había sufrido un cambio en sus planteamientos ideológicos desde la democracia liberal, que fracasó con el golpe de estado de 1963, hasta la creación de un partido de cuadros con tendencia de izquierda, unas veces radical, como cuando planteaba la dictadura con respaldo popular, y otras veces de liberación nacional cuando asumía la obra de Duarte como su meta al organizarse políticamente.
Es decir, desde el punto de vista ideológico-político, ambos representaban espacios de pensamiento que se habían enfrentado en el terreno de la teoría política durante muchos años, por un lado las reformas paulatinas regidas por las fuerzas dominantes y por el otro la ruptura de moldes de dominación mantenidos durante siglos.
El acercamiento personal nueva vez de los dos ancianos líderes, se produce después de las fallidas elecciones de 1994, cuando ambos reconocen a un adversario común por razones diferentes: José Francisco Peña Gómez, quien a su vez encabezaba la boleta del Partido Revolucionario Dominicano, parecía ser el fácil ganador de esas elecciones.
Por el lado de Balaguer, en ejercicio del poder, Peña Gómez significaba un peligro para la nación dominicana por sus orígenes haitianos, en un momento en que existía una crisis internacional con respecto a ese país.
Por parte de Juan Bosch y el PLD, permitir sin pelear, que su archi-enemigo el PRD, llegara al poder en 1994, podría significar la simbología del fracaso de su organización en cuyo seno militaban los cuadros ideológicamente mas avanzados, que lo habían seguido en 1973.
El Consenso de Washington
Al tiempo que el drama de las elecciones truncadas y el pacto por la democracia, que transformó el sistema político electoral dominicano entraban en vigencia, el mundo se veía sacudido por el avance al parecer indetenible de la receta neo-liberal planteada desde el llamado Consenso de Washington.
En términos generales el FMI y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, usaron una receta general para los países en vías de desarrollo que incluía: disciplina fiscal. aumento de las recaudaciones vía los impuestos, disminución del gasto público, tipo de cambio competitivo, liberación del comercio, privatización de las empresas en manos del estado y des-regulación del sistema financiero.
Con estas medidas de política económica lo que se planteaba era la sustitución de cualquier tema ideológico por una receta apegada al liberalismo económico, que por esto se denominó la ola neoliberal que no era mas que el símbolo de la victoria del capitalismo sobre el sistema socialista.
Sin embargo, en un país como la República Dominicana, donde no se había avanzado lo suficiente en materia de legitimidad institucional, la discusión se centró en la búsqueda de una respuesta política a la salida de la escena pública de los líderes que habían dado forma a nuestro incipiente sistema democrático.
Es por esto, que frente al peligro común y la percepción general de que las elecciones planteadas por el recorte del mandato en 1994, para mayo de 1996 estaban planificadas para el triunfo de Peña Gómez y el PRD, se produjo el acercamiento, cada uno por sus propias razones del PLD y el PRSC que culminó con el Frente Patriótico y la llegada al poder de Leonel Fernández.
Leonel no era el pla de USA
A raíz de los acuerdos que dieron lugar a la extensión del mandato de Balaguer por dos años, no había dudas que el poder extranjero que había intervenido en la crisis, la OEA y el gobierno de los Estados Unidos, calcularon la llegada al poder del PRD y Peña Gómez.
Pero dos fenómenos se iban a producir que iban a variar los planes de los interventores y provocarían la pérdida electoral del preferido del gobierno norteamericano y la sonrisa complice del viejo caudillo que coronaba su carrera política con una derrota a los planes trazados desde el norte.
En primer lugar, dentro del PLD se produjo una transición desde el liderazgo de Bosch hacia un colectivo que fue capaz de ponerse de acuerdo y trazar un plan táctico y estratégico para convertir la derrota del año 1994 en la victoria de 1996.
Y en segundo lugar, las posiciones políticas de ese partido entraron en el terreno del pragmatismo, alejándose de la línea confrontacional con las fuerzas representantes del sistema que habían sido la característica del discurso de ese partido hasta convertirse en un proyecto de poder.
Para nada Leonel Fernández y el PLD eran el plan trazado desde Washington para producir la transición y dejar atrás el régimen de Balaguer, que se había convertido en un dolor de cabeza por los continuos cuestionamientos de legitimidad que se producían en cada proceso electoral y sus evidentes falencias físicas que se agravaban al pasar de los años.
Sin embargo, Balaguer maniobró de modo tal, que ante la imposibilidad de imponer de nuevo al candidato de su partido y como entendía que el proceso electoral de 1996 fue una imposición para entregarle el poder a su adversario, Peña Gómez, impuso una mayoría matemática que resultaba de la suma de los votos del PLD y el PRSC en una segunda vuelta electoral, para lograr un resultado inimaginable hacia solo seis años cuando las relaciones personales de el y Bosch habían sufrido una ruptura al parecer insalvable.
El PLD y el pragmatismo como ideología
El llamado pragmatismo no es una simple palabra que se puede usar y desechar, ella incluye toda una actitud política que tiene su origen a fines del siglo XIX y se basa en la eficacia y utilidad de las acciones.
Es decir, la visión pragmática consiste en echar de lado la discusión ideológica y plantearse resolver los problemas de la gente por encima de temas estériles de índole ideológica.
Filosoficamente el pragmatismo esta vinculado a la noción de que cualquier idea, verdad o decisión tiene que tener en cuenta los efectos prácticos de su implementación.
Es decir, ¨lo cierto´ es lo que funciona para los pragmaticos, la discusión ideológica de verdades absolutas con exclusiones radicales que llevan a enfrentamientos estériles y eternos no tienen ningún sentido.
La principal crítica del pragmatismo se encuentra en la imposibilidad de miras hacia el largo plazo, por lo efectista de sus planteamientos, y los errores que se pueden cometer por la imposibilidad de preveer las consecuencias de nuestras acciones por la corta visión de trabajar para efectos momentáneos.
Hacia un estado social democrático y de derecho
A nuestro entender, el primer gobierno del PLD encabezado por Leonel Fernández, desde sus inicios es un ejemplo de pragmatismo político, que se expresa en el acto de alianza de ese partido con el PRSC y su líder Joaquín Balaguer.
Hay que recordar lo diferente que eran en ese momento el PLD y el PRSC, el primero un partido de cuadros ideologizado en la lucha por la liberación nacional y el método marxista de estudio comparado de la historia para tomar decisiones políticas, mientras el segundo era la representación mas acabada de un partido uní-personal y caudillista, integrado por miles de ciudadanos organizados alrededor de una persona.
Sin embargo, la integración de esta alianza electoral, produjo el mayor trasvase de votos de un partido a otro en la historia contemporánea de la República, solo habría que destacar que el 12% obtenido por el PLD en las elecciones de 1994, se convirtió en un 39% en la primera vuelta electoral en 1996.
Y asimismo, el Partido Reformista convirtió su 42% obtenido en 1994, en el 13% que obtuvo en la primera vuelta de las elecciones de 1996.
En el caso del PRD y su candidato José Francisco Peña Gómez, el 41% obtenido en 1994, se convirtió en un 44% y un 49% en la primera y segunda vuelta respectivamente en 1996.
Es decir, la ideologia conservadora del PRSC y la izquierda liberal representada por el PLD, intercambiaron sus votos para lograr la victoria electoral y llevar a Leonel Fernández al Palacio Nacional.
Esto no se hubiera logrado sin una enorme dosis de pragmatismo y oportunidad política, ya que los poderes fácticos del país vieron en el PLD a un partido capaz de centrar sus posiciones para hacerlas coincidir con sectores que hasta ese momento eran sus adversarios tradicionales.
Lo que Leonel llama ¨el pase de la antorcha¨ no fue mas que el inicio de una transición política, que aún no termina, desde el estado presidencialista cuasi monarquico que existía hasta ese entonces en el país, hasta el deseo de construir un régimen democrático social y de derecho de corte liberal.
La semana próxima culminaremos esta serie de artículos sobre las ideologías con el análisis del avance que hemos tenido en esta transición.
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