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El territorio del Lince
Enfoque histórico: yo y... yo
Ya estamos en guerra oficialmente. No una guerra clásica, todavía, pero sí una guerra híbrida en toda su extensión. Y cuando digo extensión es que incluye a todo el planeta y no solo uso de peones internos quintacolumnistas, comercio o diplomacia. Quien la ha desatado es EEUU. El derrumbe del capitalismo occidental es evidente con la crisis del coronavirus. El desastre en Europa y, sobre todo, en EEUU es determinante. Por lo tanto, hay que identificar rápidamente al enemigo y hacer resurgir el patriotismo de la población. Como el enemigo es invisible, el COVID-19, lo más eficaz es ponerle cara: China.
EEUU, Gran Bretaña y Francia están coordinando al unísono los ataques tanto al país como al Partido Comunista de China. Detrás de ellos van a ir, lo están ya, aunque de una forma aún no tan burda, el resto de perros falderos.
Es el pistoletazo de salida de la Guerra Fría 2 en toda su extensión, así que preparémonos contra ella desde ya. Sobre todo, a nivel mental.
Ayer el Senado de EEUU anunció que va a estudiar la aprobación de una ley anti-china que tiene como objetivo acusar al país asíatico de la pandemia y preparar a EEUU para un escenario de reclamaciones judiciales de indemnización, algo a lo que son tan aficionados los estadounidenses. Para ellos, es una forma muy rápida de salir de la miseria y nunca jamás lo hacen a la inversa, aceptan que otros países les reclamen a ellos. Eso se llama patriotismo, yo y yo y tú me importas una mierda. Sobre todo si el tú no es como el yo.
Quieren llamar a la ley "Justicia para las víctimas del COVID-19" y lo primero que se establece en ella es que se priva a China de su inmunidad soberana para que así se puedan entablar "demandas privadas" contra el PCCh por "acciones aventureras" como "ocultar información". Y se dice que el Departamento de Estado llevará a cabo una "investigación internacional para descubrir el alcance del engaño del PCCh al mundo" que haga posible responsabilizar al gobierno chino, "que debe ser responsable ante sus víctimas".
Esto supondría, entre otras cosas, permitir que los tribunales congelen los activos del gobierno chino para que "sus víctimas" puedan recibir las indemnizaciones.
Desde luego, si se aprobase la respuesta china sería demoledora. O imaginad que los múltiples países que han sido agredidos por EEUU hiciesen lo mismo. Sería bastante divertido. Pero no adelantemos acontecimientos.
Porque también, y dentro del articulado de este proyecto de ley se habla del "papel fundamental" que ha tenido en todo ello (la ocultación, el oscurantismo, el aventurerismo, etc.) la Organización Mundial de la Salud, "que ha ayudado a China con sus mentiras".
Es un intento muy torpe, al estilo de EEUU del yo y yo y nadie más que yo, de transferir sus errores hacia otros, de ocultar el desastre de su sistema no ya social, sino sanitario y del bochornoso sistema médico que tiene.
Pero es, también, una muestra, otra más, de que no hay ninguna diferencia entre republicanos y demócratas y de cómo actúa, más allá de las películas de Hollywood y sus cuentos de hadas.
La agresión contra la OMS, otra vez más, no es más que la guinda de todas y cada una de las actuaciones de EEUU, además de la constatación de que la ONU no sirve para nada. Es, también, la demostración más evidente de la preocupación que tiene EEUU, y Occidente en general, por el cada vez menor peso que tiene en la ONU y cómo le preocupa lo que pueda pasar este año con la elección de seis directores generales de otras tantas agencias de la ONU. Ya os dije que Occidente controla 21 de las 32 agencias, pero pese a ello tiene mucho miedo porque cada una que pierde es una pérdida de su poder.
Supongo que sabéis que EEUU ha decidido "suspender" su contribución a la OMS por su supuesta "postura pro-china". Y está de moda culpar a Trump por ello, por actuar como hacen todos los empresarios del mundo mundial: amenazar, actuar, presionar... y volver a negociar bajo sus condiciones. El objetivo es siempre el mismo: cuantificar las ganancias. Y en este caso, las ganancias son una OMS bajo su tutela.
Voy a hacer un poco de historia: el cargo de director general de una agencia de la ONU se elige cada cuatro años. El año que viene toca elegir (o reelegir) al de la OMS. En 2016 se presentaron seis candidatos, cuatro occidentales (Francia, Italia, Hungría y Gran Bretaña) y dos no occidentales (Etiopía y Pakistán). La votación es secreta entre todos los miembros de la Asamblea General de la ONU, aunque hay un proceso previo de revisión de candidaturas e idoneidad de los propuestos. En este caso, quedaron tres candidatos tras ese proceso: una paquistaní, un británico y el etíope. En la votación posterior se eliminó a la pakistaní y quedaron solo el británico y el etíope. Aquí ya se conocieron los votos de cada uno: 52 el británico (todo Occidente en pleno y las neocolonias británicas de la Commonwealth, aunque no todas porque algunas votaron por la pakistaní y, en el caso de África, por el etíope) y 95 el etíope. Luego, la Asamblea General realizó una última votación para ratificar al que era claro ganador y recibió el apoyo de 186 países de un total de 194 que forman parte de la ONU.
Nada más ser elegido Tedros Adhanom Ghebreyesus, desde EEUU se lanzó una primera andanada contra él acusándole de haber ocultado una epidemia de cólera en Etiopía durante su etapa como ministro de Asuntos Exteriores. Pero se añadía otra variable que es la que está detrás de todo lo que ahora vemos: su pasado como dirigente del Frente Popular de Liberación del Tigray (o Tigré), una organización marxista-leninista que luchó contra el gobierno etíope de las décadas 1970-80 y que también se proclamaba socialista, curiosamente. Primero fue ministro de Salud del Tigray y después de Asuntos Exteriores de Etiopía en un gobierno que si hay que situarle en algún lado, habría que decir que es "ligeramente socialista". Pero entonces la labor sucia contra Ghebreyesus no corrió a cargo del gobierno de EEUU, sino de uno de sus engrendros: la pretendida ONG de derechos humanos Human Right Watch.
Así que no es nueva la campaña contra él. Derrotó a un occidental y eso Occidente no lo olvida, ni lo perdona. Ese es el derecho internacional que entiende Occidente: el que está a su servicio. El yo y... yo.
La campaña de EEUU contra la OMS no es nueva, ni tampoco única. Desde hace mucho tiempo, y no solo con Trump, EEUU tiene otras muchas maneras de hacer la guerra cuando le conviene sin mandar a los marines. Aunque sí es cierto que Trump lo ha convertido en su principal arma de guerra en estos momentos, junto con las sanciones a países (ilegales según el derecho internacional).
Por ejemplo, ya en 1984 EEUU se retiró de la UNESCO (Organización para la Educación y la Cultura) argumentando el "sesgo anti-israelí". Pues lo mismo, con el mismo argumento, hizo en 2017. La razón fue que la UNESCO aceptó el ingreso de Palestina en la organización pese a no ser un país reconocido por la ONU. Para EEUU eso fue "parcialidad contra Israel".
Ese mismo año se retiró del Acuerdo del Clima porque "impone restricciones engorrosas en el sector energético".
Y de la Asociación Trans-Pacífico, afirmando que volvería al mismo "si se le ofrecían mejores condiciones".
En 2018, le tocó el turno a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA). EEUU lo hizo para preparar el terreno para su "acuerdo del siglo" en el que desaparece el derecho al retorno y se presiona a los países árabes que acogen a unos 8 millones de refugiados palestinos para que se mantengan allí.
Y al Acuerdo Nuclear con Irán, con las consiguientes sanciones (ilegales según el derecho internacional) al considerar que "hay falta de protección de los intereses de la seguridad nacional de EEUU".
Y al Consejo de Derechos Humanos de la ONU tras la condena a EEUU por separar a los niños migrantes de sus padres en la frontera, lo que para EEUU fue "sesgo político".
En 2019 le tocó el turno al Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio que tenía con Rusia.
Y ahora la OMS. En medio de la pandemia y aunque la OMS deje mucho que desear, sea proclive a los intereses de las farmacéuticas y no tenga, en realidad, poder decisorio. Pero tampoco es nuevo, porque EEUU ya amenazó a la OMS con retirada de fondos cuando el SIDA, o el rebrote de tuberculosis, o... a los propios organismos estadoundienses que se encargan de la salud, que solo en la etapa de Trump han visto reducir su presupuesto el 35%. A lo mejor eso ayuda a entender el desastre sanitario de ahora.
EEUU tiene fama de contar con una de las poblaciones más ignorantes del planeta. No es de extrañar, el único enfoque histórico que conocen es el yo, yo y yo. Así que aquí va un pequeño recordatorio solo de la etapa Trump porque no es un comportamiento único de este presidente. Para que luego no se extrañen de por qué se les odia. Sin contar otras agresiones ni las guerras, por supuesto.
El Lince
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