JUAN BOSCH: LAS DICTADURAS DOMINICANAS

PROLOGO  QUE ESCRIBIERA EL PROFESOR  JUAN BOSCH  EN 1988 DE SU  LIBRO  LAS DICTADURAS DOMINICANAS


 Palabras de introducción

El título de este libro debió haber sido Las dictaduras que han conocido los dominicanos, o Las dictaduras que ha sufrido el pueblo dominicano, pero de haber sido cual­quiera de esos dos, muchos, sino la mayoría de los posibles lectores, habrían dudado acerca del género de la obra, que no es un ensayo o análisis de las dictaduras conocidas por nuestro pueblo ni una historia de nuestros dictadores sino una explicación de las causas que dieron origen a esas dic­taduras, entre las cuales figuran la de Ulises Heureaux y la de Rafael L. Trujillo, pero además otra que no ha sido reconocida como dictadura en ninguno de los textos de historia nacional. 


Si esa tercera dictadura tuviera que ser mencionada colo­cándola en el orden cronológico que le corresponde, tendría que ocupar un puesto entre la de Heureaux y la de Trujillo, y así aparece en este libro, y no podría ser de otra manera por­que sin su existencia no hubiera podido establecerse la que encabezó Rafael L. Trujillo; pero el lector debe tomar en cuenta que esa tercera dictadura, que por razones de orden histórico ocupó el segundo lugar en el tiempo, fue dominicana en tan­to se implantó en nuestro país y sin embargo no estuvo enca­bezada ni formada por dominicanos sino por extranjeros, por­que sus jefes fueron varios, no uno solo como sucedió en el caso de las de Heureaux y Trujillo. 

Así pues, la tercera dictadura dominicana, segunda en el tiempo y servida por varias personas, no por una sola, le fue impuesta a nuestro pueblo por un poder extranjero, el de dos gobiernos de Estados Unidos, uno demócrata (el de Woodrow Wilson) y otro republicano (el de Warren G. Harding), y los que ejercieron esa dictadura en el país fueron los gobernado­res militares que nombraban esos presidentes norteamerica­nos. (Debo aclarar que ignoro si en los meses que le tocó gobernar como sucesor de Harding el presidente Calvin Coolidge nombró un gobernador militar para nuestro país). 

Los gobernadores nombrados por presidentes de Estados Unidos ejercían el poder calificado de omnímodo, palabra que significa total, que nada ni nadie puede limitar; y para gobernar de esa manera no tenían que fusilar a enemigos o adversarios o altos funcionarios como lo hacía Heureaux ni ordenar el asesinato de enemigos políticos como lo hacía Trujillo, pero eran dictadores porque su poder era impuesto, no procedía de la voluntad del pueblo al que gobernaban y del cual extraían los fondos con los cuales se mantenía el apa­rato de poder que habían establecido basando su autoridad en el poder militar de Estados Unidos. 

Los gobernadores norteamericanos que estuvieron gober­nando nuestro país durante siete años encarnaron una dicta­dura porque sin tener autoridad política o jurídica para go­bernar al pueblo dominicano, sin que su presencia en nuestro país y el ejercicio de su poder se explicara como producto de una guerra entre Estados Unidos y la República Dominicana que hubiera sido ganada por Estados Unidos, ellos decidían todo cuanto debía hacerse en nuestro país como producto de decisiones políticas tomadas sin consultar a ningún domini­cano. En pocas palabras, los dos gobiernos norteamericanos de Wilson y de Harding lanzaron sobre nuestro pueblo todo el peso del poder de su país como si ellos y la opinión pública  de Estados Unidos tuvieran la potestad divina de hacer en la República Dominicana lo que no podían hacer en su patria. Creo haber dicho en estas líneas todo lo necesario para que el lector sepa por qué en este libro se describen no dos sino tres dictaduras que estuvieron encabezadas y formadas por Ulises Heureaux, los gobernadores militares norteamericanos y Rafael Leonidas Trujillo.


Juan Bosch Santo Domingo, 10 de agosto de 1988.

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