PLD: La estrella que no cesa

Por DIÓMEDES NÚÑEZ POLANCO
diomedesnp[@]gmail.com





Tras finalizado el impasse del Partido de la Liberación Dominicana para que la reforma de la Constitución permita la reelección presidencial, entre otros puntos, y los probables acuerdos con los partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano, además de los ya concertados con el Bloque Progresista, la entidad de la bandera morada tiene sobre sus hombros dos agendas fundamentales, bastante cargadas ambas: la del partido en el marco de sus compromisos institucionales, como organización mayoritaria del país, y las ejecutorias gubernamentales, propias de su responsabilidad de Estado y responsable del Poder Ejecutivo de la nación.


Solo un partido fuerte, en áreas diferentes, como la organización, el respeto ganado ante el pueblo, la disciplina, la mística, la ideología, con clara y definida visión de futuro, es la garantía de continuar, de manera efectiva, con el proceso de crecimiento, modernización y transformación de la sociedad dominicana; así ha quedado establecido en los diferentes congresos peledeístas, incluido el de 2001, que abolió el Programa de Formación Política del partido a través de los Círculos de Estudios, pero estableció un plan especial flexible de estudios: charlas, conferencias, talleres.


No siempre esos mandatos se han ejecutado con la sistematicidad y regularidad necesarios. En la gestión de Gedeón Santos como secretario de Educación Política, se creó el Instituto de Formación Política Profesor Juan Bosch, y a raíz del VIII Congreso Comandante Norge Botello, la titular de esa área, Alejandrina Germán, está impulsando con entusiasmo el programa de estudios.


El PLD tiene un gran desafío en este tema: la formación es la salvaguarda del sustento de la calidad política de la organización. En la medida en que los partidos pierden su cuerpo doctrinario, sus principios, sus esencias, se acercan a su desnaturalización, a la pérdida de su identidad. Ya ha ocurrido con entidades de tradición histórica y heroica, que han traicionado expectativas: Partido Revolucionario Institucional (PRI), de México; Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), de Venezuela; el Partido Justicialista (Peronista), en parte de su historia, en Argentina; y Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), de Perú, entre otras.


Lo que convirtió en poderoso al PLD fue su conjunto de valores, que le hizo merecedor de respaldo popular. En las primeras elecciones en que participó, en mayo de 1978, obtuvo 18,375 votos, equivalente al 1% de los sufragios, pero desde entonces fue creciendo a saltos: en 1982: 179,849; en 1986: 387,881; en 1990: 653,278; en 1996: 1,130,523; en 2008: 2,199,734; y en 2012: 2,323,150.


Siempre insistía Bosch en el tipo de militancia a que aspiraba a fin de que el partido alcanzara sus propósitos. En su discurso, en la Tercera Reunión del Comité Central, celebrada el 2 de abril de 1974, fue categórico al expresar que “junto con el fortalecimiento de la organización sobre la base de la educación y de las tareas prácticas de cada día debemos comenzar a aplicar inmediatamente, sin pérdida de tiempo, nuevos métodos de trabajo que conviertan al PLD en poco tiempo (no en cinco años como dijo alguno de los compañeros, sino en poco tiempo, en meses nada más) en un partido realmente militante, que es lo que tiene que ser el PLD; porque si no es con militancia (militancia permanente, de ese tipo de militancia que se ejerce no solamente durante todo el día sino con la cual se sueña en la noche, cuando se está durmiendo), nuestro partido no va a lograr ni en cinco ni en veinte ni en cincuenta años lo que se propone hacer, que es la liberación nacional”. (El PLD, un partido nuevo en América, 2da. Edición, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1992, p. 127).


En esa misma dirección de la entrega total a las tareas, ya en 1969, en la tesis de la Dictadura con respaldo popular, recomendaba “madrugar y solo descansar en la noche cuando no nos queden fuerzas para seguir de pie”.


Esa escuela de capacitación política que ha sido, y sigue siendo, la historia del PLD está abierta para el presente y el porvenir. Ahí están la vida y la obra de Juan Bosch, cargada de lecciones, con dos epopeyas memorables en este 2015: 150 años del triunfo de la Guerra Restauradora y 50 años de la Revolución de Abril. Tanto para el ejercicio partidario como para el manejo de los asuntos de Estado y de gobierno.


Volver, una vez más, a las raíces de la estrella que no cesa.

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