De hecho, Correa, autocalificado como cristiano de izquierda, consideró su arrasadora victoria del domingo un "triunfo de la patria grande" con la que "consolidamos la democracia no sólo en Ecuador sino en toda nuestra América Latina".
Para que la tendencia implantada por los gobiernos "progresistas" en la región sea irreversible debemos "consolidar los procesos revolucionarios" en Venezuela, Bolivia, Uruguay e incluso Brasil, mencionó el mandatario ecuatoriano.
Alfredo Castillo, catedrático de la Universidad Estatal de Guayaquil, opinó que Correa "representa la vivencia de un proceso de integración regional que juega un papel determinante para el destino de los pueblos".
Expresó que el mandatario "recuperó al Estado ecuatoriano en un momento de decadencia y destrucción y el proceso de integración es un factor esencial para la reconstitución de los Estados latinoamericanos".
Correa expuso políticas que deben aplicarse a nivel regional a través de organismos como la Unión de Naciones Suramericanas.
"Hemos propuesto políticas regionales, salarios mínimos", afirmó al tiempo que ratificó que "si empezamos a negociar individualmente con el capital transnacional, el capital transnacional pondrá las reglas, (pero) si nos unimos somos nosotros los que vamos a poner las reglas al capital transnacional".
Así, para Correa "la integración ya no solo es un sueño... es una necesidad de supervivencia".
Michael Shifter, presidente de la organización Diálogo Interamericano con sede en Nueva York, señaló a la AP que a diferencia de Chávez, Correa "tiene poca capacidad para construir una coalición de países de América Latina para reducir el poder de los Estados Unidos".
Destacó que la riqueza de recursos en Ecuador "es suficiente para ganar la reelección, pero no para dominar un conjunto de gobiernos afines en la región. Correa puede tener delirios de grandeza, pero no tiene la ambición desmesurada de Chávez... y ciertamente no tiene el dinero para pasar a comandar aliados leales".
Pero el catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Mauro Cerbino, opinó diferente.
Consideró que Correa "ya está proyectado como un líder en América Latina" con este "triunfo abrumador" y para lo cual "el probable ocaso de Hugo Chávez contribuye a reforzar esa postura".
El sociólogo indicó que Correa cuenta con una ventaja sobre Chávez y es su "carisma", algo que le permitiría tener "una mejor proyección y desempeño a nivel internacional".
Shifter añadió que "el impresionante dominio de Correa de las comunicaciones lo hace hoy en día líder indiscutible de la retórica de izquierda de América Latina... la aplastante victoria de Correa mejorará aún más su posición como el favorito sentimental en la izquierda de la región".
Por su parte, el catedrático y analista de Flacso, Fernando Martín, dijo a la AP que "tiene buenas posibilidades de un liderazgo regional, porque su imagen internacional también es buena, ha dado imagen de solidez y fortaleza y eso ha sido reconocido internacionalmente... las perspectivas están favorables a que pueda hacerlo".
Correa llegó al poder en enero de 2007 y dos años más tarde los ecuatorianos lo ratificaron en ese cargo, mediante un nuevo proceso electoral, tras la aprobación de la nueva constitución de 2008.
El domingo el carismático mandatario ecuatoriano volvió a ganar con casi 57% de los votos y gobernará Ecuador cuatro años más, a partir de su posesión el 24 de mayo de este año.
Si completa este nuevo período de gobierno sumará 10 años al frente del país, el lapso más largo en la historia de Ecuador, que entre 1997 y 2007 registró una crónica inestabilidad política que ocasionó que siete presidentes, entre ellos tres derrocados -Abdalá Bucaram en 1997, Jamil Mahuad en 2000 y Lucio Gutiérrez en 2005-, desfilaran por el palacio presidencial ecuatoriano.
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