Corea del Norte y el cuento mediático de la guerra mundial



Ria Novosti


"La mejor táctica durante un conflicto es dejar que la fuerza pase como el viento o como el agua siguiendo su corriente"
(Jin Kwon, Maestro de TaeKwon Do)


Periódicamente los medios de comunicación unidos, implícitamente en el Partido Mediático Globalizado, eligen a un líder que se atreve a oponerse a los halcones neoliberales que planean subyugar a su país, para tildarlo de “loco”, “diabólico”, “brutal”, “irracional”, “paranoico”, “dictador”, “narcisista” etc...

Cuando escuchábamos estos epítetos relacionados con América Latina, ya se sabía que se trataba de Fidel Castro o Hugo Chávez, aunque últimamente Evo Morales también ha sido incorporado en este grupo de “políticos peligrosos al sistema”. Pero ahora por voluntad de los globalizadores esta lista se expandió a Asia envolviendo al presidente de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong-un, acusándolo de ser promotor de una guerra en la península coreana.

Tan poderoso ha sido el despliegue de la nueva guerra mediática que prácticamente todos los 195 países miembros de las Naciones Unidas, a excepción de Cuba y Bielorrusia, se han adherido a Washington en su condena a la RPDC. A la vez el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad en enero último la resolución 2087 destinada a recrudecer el bloqueo económico y financiero impuesto por los Estados Unidos y sus aliados incondicionales de la OTAN, desde hace ya 60 años y que ha sido mucho más severo y duradero que el acoso contra Cuba. La situación se agravó drásticamente después de que la Unión Soviética abandonó en 1989 a su aliado incondicional y su vecino coreano. China siguió ayudándole a la RPDC, tratando al mismo tiempo de no disgustar a su mayor socio comercial de Washington.

Para entender el acoso primero, del Japón contra Corea y después, del occidente contra la RPDC, se debe revisar la historia moderna de la península coreana. Desde 1910 hasta el final de la segunda Guerra Mundial en 1945 la península había permanecido ocupada por el Japón que la convirtió en su colonia. Los frecuentes intentos de la rebelión fueron cruelmente reprimidos. En 1930 los japoneses crearon varios escuadrones especiales para experimentar armas biológicas con coreanos. Uno de ellos, el Escuadrón 731 superó inclusive por su crueldad los experimentos del doctor alemán Josef Mengele. Cerca de 200.000 mujeres coreanas fueron obligadas a convertirse en las “mujeres de placer sexual” para el ejército imperial japonés. En 1945 la parte del norte de Corea fue liberada por la URSS y la del sur por los EE.UU. Los norteamericanos para prevenir los intentos del líder revolucionario del norte Kim Il-sung de reunificar el país en 1948, cuando él se proyectó como un posible ganador de las elecciones presidenciales en la península, canceló las elecciones, haciendo permanente la división del país en dos partes.

Posteriormente la misma maniobra hizo en Vietnam. En 1950 bajo el pretexto de unas maniobras militares conjuntas norteamericanas-surcoreanas se desató una guerra en la Península que duró tres años.

De acuerdo al general norteamericano Curtis Lemay, que participó en la invasión, cerca de un 20 por ciento de la población de Corea fue aniquilado, cinco millones se quedaron sin hogar y dos millones se convirtieron en refugiados. Los historiadores frecuentemente se acuerdan cómo el general MacArthur ordenaba a los pilotos no regresar nunca de sus misiones de bombardeo con las bombas a bordo. Todas las construcciones más de un piso en Corea del Norte fueron convertidas en ruinas. Se calcula que los estadounidenses lanzaron más bombas sobre la RPDC que sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Recién en 1953, al sentirse el ejército norteamericano impotente, frente a la resistencia de los coreanos del norte, se decidió firmar un armisticio entre ambas Coreas que coincidió también con el inicio de la Guerra Fría. Al disolverse el campo socialista, Norteamérica y la Unión Europea decidieron encrudecer el bloqueo tanto contra Cuba como la RPDC. Al inicio del segundo gobierno de Barack Obama fue creado por el Pentágono el plan “Eje Asiático” que significó el inicio de la política de contención militar contra China y el traslado de las prioridades geoestratégicas occidentales del Medio Oriente al Pacífico asiático.

La elevación de la Corea del Norte por los estrategas del Departamento de Defensa y los del Departamento de Estado al nivel de un “latente peligro” para la seguridad nacional norteamericana y del mundo, ha sido un pretexto para endurecer todo tipo de ya existentes sanciones contra la RPDC con el aval prácticamente incondicional de casi 195 países del planeta. Parece que ninguno de estos países se percató que la RPDC es el único país del mundo que no tiene derecho de lanzar un satélite de observación para evaluar la extensión de sus bosques y pronosticar la cosecha agrícola nacional.

Inmediatamente después de poner su satélite en órbita, el mundo entero apoyó sin reflexionar la iniciativa de EE.UU. de condenar este lanzamiento como una prueba de un misil balístico a pesar de que los especialistas más destacados en la materia, como el científico aeroespacial alemán Marcus Schiller y el analista de seguridad espacial Michael Elleman del International Institute for Strategic Studies, entre muchos otros, declararon que no se puede comparar el lanzamiento de un satélite con él de un misil balístico. Ha sido un invento de los medios de comunicación globalizados. Sin embargo, en este período de tiempo cuando la “ignorancia y la desinformación controlada” reemplazan al conocimiento libre. Todo indica que a casi nadie le interesa la verdad sino su propio acomodo individual con el poder reinante para sobrevivir cómodamente.

Lo curioso fue que el mismo día, la India hizo la prueba de un misil balístico y posteriormente Corea del Sur lanzó un misil de esta categoría sin avisar a nadie y ningún país del mundo lo objetó, ni nadie hizo el ruido mediático que se levantó por el caso norcoreano. El representante de la RPDC ante las Naciones Unidas (NU), So SE Pyong declaró que “desde la fundación de las NU se realizaron en el mundo 2.000 pruebas nucleares de las cuales sólo tres eran norcoreanas y fueron lanzados 2.000 misiles balísticos de los cuales cuatro eran de su país.

Sin embargo, las únicas pruebas y lanzamientos condenados por las Naciones Unidas eran de la RPDC, negando este organismo el derecho de usar el espacio con los fines pacíficos a su país”. Tampoco le permiten el desarrollo de su energía nuclear a pesar de ser desde 1984 miembro de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear.

La situación en la Península Coreana se agravó en marzo pasado cuando Estados Unidos y Corea del Sur iniciaron las maniobras militares conjuntas “Key Resolve”, mostrando un despliegue inusitado del poderío militar para este tipo de ejercicios anuales y una agresividad excesiva. En la percepción de los dirigentes norcoreanos esta actitud tenía cierto parecido con las maniobras de 1950 que dieron inicio a la guerra en la península coreana. En seguida dieron orden de alerta a sus fuerzas armadas y llamaron a los reservistas que superarían unos cuatro millones. También el gobierno norcoreano canceló el armisticio de 1953 viendo cómo los aviones B-52 estaban sobrevolando la península a baja altitud y a plena luz del día, entonces anunció un “estado de guerra” con Corea del Sur.

La prensa globalizada usó esta declaración y lanzó la campaña de histeria acusando a la RPDC de propiciar una Nueva Guerra Mundial y ser un potencial provocador y agresor. Están usando su premisa de que en el mundo globalizado la mentira y la desinformación son aceptadas fácilmente por la mayoría de la población. Recién el 3 de abril los periodistas de “The Wall Street Journal”, Adam Entous y Julian E. Barnes revelaron en el artículo “Estados Unidos reduce su demostración de fuerza en Corea”, que hace varios meses el gobierno de Barack Obama aprobó el plan “The Playbook” para aumentar la tensión en la península y hacer chillar la economía de Corea del Norte debido a la movilización declarada en todo el país. A la vez es un pretexto para mostrar al pueblo norteamericano la necesidad de mayor presencia de sus fuerzas armadas en la zona de Asia Oriental y en general en el Pacífico.

No es de extrañar que en el tiempo cuando el ministro de relaciones exteriores de Rusia, Sergey Lavrov declara que “Moscú y Washington no discrepan sobre la tensión en Corea”, la prensa rusa ha tomado en serio la premisa norteamericana en su análisis, diciendo que Corea del Norte está dando pretexto a los Estados Unidos para un incremento legítimo de su poderío en la región. La tergiversación de la verdad más simple ya no puede ser. El aumento de la presencia estadounidense en el Pacífico comenzó agresivamente en el segundo período presidencial de Barack Obama con la puesta en marcha del plan “Eje Asiático” orientado a contener a China, así se lograría hacerla entrar en una nueva variante de la” Guerra de Galaxias” que daño en su tiempo la economía de la URSS debido al sobregasto militar.

Los pensadores “iluminados” norteamericanos consideran que a partir de 2015 China Y Rusia llegarán a un potencial difícil de confrontar y actualmente debido a su cierta inseguridad geoestratégica es un período de “oportunidad estratégica” para contenerlos y en especial, a China. Para eso Estados Unidos debe aumentar su presencia militar y económica en la región del Pacífico Asiático. Las 17 maniobras militares que Norteamérica realizó en la región en el año pasado persiguen precisamente este fin, igual como la formación del Tratado Económico del Pacífico. La existencia de Corea del Norte es un simple pretexto más para ampliar esta agenda. En realidad ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia quieren unificación de las Coreas. Para los Estados Unidos con unificación terminaría la razón para mantener 35.000 soldados en Corea del Sur. China y Rusia podrían perder un país de contención para los planes de expansión norteamericanos, porque la RPDC tiene una amplia franja de frontera con China y también de menor dimensión una línea fronteriza con Rusia. Y esto lo haría pensar dos veces tanto a China como Rusia en su alianza con Norteamérica y en las futuras votaciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Corea del Norte. También debería meditar bien la Argentina porque siendo miembro del Consejo de Seguridad, ha apoyado todas las condenas contra la RPDC sabiendo que son injustas, mientras a la vez está pidiendo justicia respecto las Malvinas.

Es hora de saber que estamos presenciando un juego sucio de la comunidad internacional contra Corea del Norte. De un lado Estados Unidos se encuentra clandestinamente con los representantes de la RPSC, como lo hizo dos veces en marzo pasado, y del otro lado organiza provocaciones para justificar su expansión. La prensa globalizada tampoco publica el mensaje que el presidente de la RPDC, Kim John- un mandó en marzo pasado al presidente Barack Obama: “No queremos guerra. Queremos conversar”. Todo el mundo ignoró este mensaje igual como la reciente orden del gobierno norcoreano anunciando el retorno de reservistas a la labor habitual. Es decir el peligro de la guerra está disminuyendo, pero a quién le gusta ver e interpretar las señales en esta época globalizada.

Uno de los filósofos más relevantes de China, Lao Tse que vivió en el Siglo VI a.C. escribió un haiku que decía: “Está lloviendo/ No hay quien lea la señal del camino”. Igual estamos nosotros a pesar de los miles de años de experiencia que hemos tenido.

Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130413/156843835.html

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