UNA ESPERANZA LLAMADA PCR
General Zorrilla Ozuna |
Cuando un pueblo adopta su
destino, la historia avanza.
Es la lectura principal de lo ocurrido
en los últimos 14 años en la patria grande, como la llamara Bolívar a la América latina y el Caribe.
Con el naufragio del modelo neoliberal
que nos quisieron implantar desde del Norte, la frustración y la esperanza se juntaron,
allí nació la coyuntura.
La audacia política y la visión de patria de
un Guerrero que ya es eternidad, el que demostró con su combate que “si se
puede” y le devolvió a esta patria grande los sueños y las utopías que por más de quinientos años
yacían arrinconados por el yugo opresor
del norte y sus socios criollos. Chávez se
hizo presente, ubicándose a la altura de su papel histórico.
Estos procesos libertarios, de independencia y
justicia social son eventos generadores de cambios profundos en la consciencia
de la América morena. Dejan lecciones que urge retomar.
En la República Dominicana el movimiento
progresista y liberal ha recorrido caminos tortuosos, y aún hoy, a las
alturas del siglo XXI, no ha logrado cuajar sus sueños.
Quisqueya, la tierra del gran Cacique libertario
Enriquillo se rezagó en el proceso latinoamericano. Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia etc.,
nos tomaron ventaja en esta marcha hacia el futuro y los movimientos de
la izquierda nacional, no se escapan a esta crítica. Los soñadores originales
no tuvieron descendientes para continuar el desafío. Los pioneros fueron
sacrificados prematuramente, o fueron ahogados en las tormentas de los egos. En
ambos casos, las proclamadas vanguardias herederas, renunciaron a la dialéctica
del crecimiento social y conceptual, se aferraron a la supervivencia del
aparato y expulsaron a su fuente natural: el Pueblo.
En los últimos cincuenta años surgieron
experiencias y líderes políticos, muchos, que hoy no están: Juan Bosch y su
gobierno democrático 1963. Manolo Tavarez Justo y las Manaclas, Tomas Fernández
Domínguez y su movimiento constitucionalista, Francis Caamaño y la guerra
patria de Abril 1965, Balaguer y sus 12
años de contrarrevolución, Juan Bosch y Peña Gómez se dividen, uno, Peña Gómez ,toma
el camino de la Social Democracia y Juan se hace más progresista y
abraza el socialismo como su norte en la búsqueda del bien colectivo, Don
Antonio Guzmán y la apertura a la democracia, el retorno de Balaguer y su
gobierno conservador, Leonel Fernández y la modernidad, Hipólito Mejía y la
crisis financiera, retorno de Leonel Fernández y el fortalecimiento de su
liderazgo, llegada de Danilo Medina al Palacio Nacional y sus iniciativas de
hacer lo que nunca se hecho.
Si bien los sectores progresistas y liberales
han promovió batallas políticas e
ideológicas importantes a nivel de opinión pública y otros escenarios, no
estuvieron a la altura de las expectativas generadas. Sin embargo, la historia
no se detiene, prosigue su curso trazado por las corrientes sociales, políticas
y económicas.
Por las curiosidades del
devenir histórico y del realismo mágico, precisamente gracias a la crisis económica, social, política y sobre
todo a la de orden ético que se originó
en la primera década del siglo XXI, surge una nueva fuerza política llamada PCR.
¿Cuál sería la labor fundamental de esa
nueva fuerza?
El PCR debe ser convocador y promotor
del rescate de valores ancestrales, que fortalezcan los tejidos sociales,
estimulen la investigación propia y la producción de conocimiento que apoye el
ejercicio y la creatividad en las artes y que promueva la organización de redes
sociales y la participación comunitaria, tareas urgentes para un proceso
social.
La gran tarea de comenzar a darle
cuerpo a los sueños de un país, es a través de su historia, de la Cultura, esta
tiene que ver con el imaginario social, el mayor poder dinamizador de la
sociedad. Tratamos con seres que sueñan, que aman, que inventan mundos.
La creación de este espacio cívico
renovador, educador y conductor es inaplazable.
Si el PCR nació como repuesta a la desilusión de las grandes mayorías y por la audacia de un líder (General Zorrilla
Ozuna), que supo ubicarse a la altura
histórica para dar esperanzas a los excluidos, a los pobres de nuestra patria,
al igual que aquel Arañero de Barina, Venezuela
que lucho y vivió por los pobres del mundo.
El partido cívico renovador debe constituirse
en una nueva experiencia organizativa, social, política y cultural, superando
errores del pasado y haciendo aportes a los irreversibles cambios sociales
de la época.
Domingo Núñez Polanco
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