Eterna amistad: Bosch y Fidel IV

Cuarta entrega: Eterna amistad: Bosch y Fidel


Luego de los sucesos del Bogotazo, en Colombia, y las peripecias en que se vio envuelto Fidel Castro, en los primeros días de abril de 1948, ocurrió lo del asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba. Se conmemoraba entonces el centenario del natalicio de José Martí. Ese suceso, nueva vez, conectaría las vidas de Juan Bosch y Fidel .

Al día siguiente de la acción militar en Santiago, un amigo de Bosch lo visitó para informarle de ello y pedirle que no se quedara en su casa, porque lo iban a detener. Bosch lo cuenta así:
“Efectivamente, no me quedé en la casa, sino que me fui al pobladito (porque vivíamos muy cerca pero fuera del pobladito de Santa María del Rosario) a una casa desde la cual yo podía ver la gente que subiera al cerrito donde nosotros vivíamos, y por ahí pasaron dos jeeps con soldados, que bajaron como a los quince o veinte minutos.” (Bosch Carcuro, Matías. Prefiero vivir luchando. Una biografía de Juan Bosch. Ediciones Fundación Juan Bosch, Impresora Soto Castillo, Santo Domingo Este, R. D., 2016, p. 138).

Acusado de haber tomado parte en el asalto al Cuartel Moncada, Bosch fue encarcelado en La Cabaña, tenebroso calabozo de la época colonial; puesto en libertad por gestiones del general Enrique Loinaz del Castillo, último héroe vivo de la guerra de independencia cubana y padrino de su boda con Carmen Quidiello, Bosch volvió a ser perseguido. Por ello decidió asilarse en la embajada de Costa Rica, y fue acogido en ese país, presidido entonces por su amigo José Figueres.

Y se dio un caso llamativo, curioso, coincidencial: en 1942 Bosch vivía en la calle Jovellar 107, en el tercer piso, en Centro Habana; apartamento en que también residía Juan Isidro Jimenes Grullón y su compañera Julia de Burgos, poeta e independentista puertorriqueña. En ese lugar recibió Bosch la visita de Pablo Neruda, en marzo de 1942, en compañía de Nicolás Guillén. En la noche de ese día, volvieron a encontrarse en el recital poético que ofreció Neruda en el salón central del Palacio Municipal de La Habana.

De un apartamento de ese mismo edificio (en Jovellar 107), donde residían los padres (Manuel y Helena) de la combatiente Melba Hernández Rodríguez del Rey, saldrían en la noche del 24 de julio rumbo al Oriente de Cuba Fidel Castro y varios de sus compañeros y puntos clave de los preparativos de aquellos hechos que marcarían la historia de ese país: los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.

Y desde ese edificio, en la etapa post Moncada, se seguirían jugando roles estelares en contra de la dictadura de Fulgencio Batista.” El apartamento de Jovellar 107,(…), fue el lugar escogido para proseguir desarrollando su intensiva labor. Tanto Melba, como su padre, se encargaban de mecanografiar muchos de esos fragmentos (de la reconstrucción que hacía Fidel, desde la cárcel, de su defensa en el juicio del Moncada: La historia me absolverá)”, refiere Oscar Belliard, en su libro Fidel, surgimiento de un líder (Talleres Imprearte EB, Moca, R. D., 2010, p. 179).

Hay otro momento en que las vidas del autor de La Guerra de la Restauración y del líder histórico de la Revolución Cubana se cruzan: mientras Fidel se hallaba en la Sierra Maestra enfrentando el régimen batistiano, el dominicano fue apresado en marzo de 1958 y acusado de colaborar con las acciones del Movimiento 26 de Julio. Después de su primer exilio cubano de 1953, don Juan había regresado a Cuba en diciembre de 1955, tras haber residido en Costa Rica, Bolivia y Chile.

Bosch fue apresado al salir del lugar donde trabajaba, en La Habana, en la agencia publicitaria Godoy Cross (luego llamada Godoy & Godoy), localizada frente al Hotel Nacional; fue detenido por un agente secreto que lo llevó a la Octava Estación, comandada por el célebre Ventura. De ahí pudo salir en libertad por la intervención de Manuel Arriandiaga y el hijo del alcalde de La Habana, Justo Luis del Pozo, que además era representante (o diputado). “Salí de allí milagrosamente -explicaría años después don Juan-, y digo milagrosamente porque una serie de hechos conjuntos, en un momento dado, facilitaron mi salida sin que Ventura ordenara mi libertad”. (Bosch Carcuro, M. Ibid., p. 148).
Luego de recibir protección de la Embajada de Venezuela, viajó a Caracas, el 4 de abril de 1958.

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