lunes, 3 de agosto de 2020

John Stuart Mill:Filósofo, economista y político escocés



Así se explica el sentimiento de los hombres que muestran antipatía a la libertad y la igualdad de la mujer. Esos esclavistas temen […] que exijan en el matrimonio condiciones de igualdad: temen que toda mujer de talento y de carácter prefiera otra cosa que no te parezca tan degradante como el casarse, si al casarse no hace más que tomar un amo, entregándole cuanto posee en la tierra.

Nacido en Londres en 1806 se le conoce como un gran filósofo, economista y político escocés, el cual defendía el utilitarismo enfocados en la calidad, libertad e igualdad de géneros, y sobre todo en la búsqueda de la felicidad para la mayoría, defendiendo que el sometimiento de la mujer constituye un modelo social obsoleto basado en prejuicios y que afecta gravemente el progreso social.

John no fue un niño feliz, fue criado en un estricto régimen de estudio impuesto por su padre, el economista James Mill. John fue un niño prodigio a la fuerza, rindiendo cuentas de sus avances, sin amigos ni tiempo libre del que disfrutar. Con catorce años ya escribía obras originales y su educación estaba muy por encima de la media, si bien, se vio envuelto en una profunda depresión a temprana edad.

Este gran pensador del siglo XX, junto con su amada Harriet Taylor, pusieron las bases de la teoría política en la que creció y se movió el sufragismo.
El feminismo respeta a este hombre por su libro La sujeción de la mujer, en 1869, y por su trabajo en la cámara de los comunes de Londres, donde no consiguió llevar adelante ninguna iniciativa. Tuvo que soportar la sorna de sus compañeros e incluso del periódico Times, al querer cambiar la palabra hombre por persona en el texto sobre el derecho al voto. Si bien, llevar la petición del voto al parlamento fue muy importante para las sufragistas, ya que permitía que la cuestión llegara a la opinión pública. Además, su libro se convirtió en la biblia de las feministas, causando gran impresión en la mentalidad de las mujeres de su época, traduciéndose por todo el mundo y haciendo que las mujeres comenzaran a plantearse su propia situación.

Además de todo, esta historia tiene un componente romántico, ya que John Stuart y Harriet Taylor formaron una pareja sorprendente y provocadora en su época. Se conocieron en 1830, ella tenía 23 años y él 25; ella se había casado a los 18 con John Taylor, un hombre de negocios interesado en la política radical. Harriet deslumbró con su belleza, inteligencia y cualidades a Mill, y él a ella. Ella ya tenía dos hijos cuando se conocieron y al año tendría a su tercera hija. Harriet tenía una buena educación, colaboraba en una revista; antes de conocer a Mills era una madre feliz y considerada en su momento buena esposa, aunque con gustos distintos a los de su marido y una actitud feminista y anticonvencional.

Mill se encontraba en medio de una fuerte depresión. Su padre le educó como si nunca hubiera sido un niño, introduciendo conocimientos de forma muy precoz y a la fuerza. Esa depresión fue provocada por la falta de interés sobre lo que había sido el centro de su vida. Su misión era ser un reformador del mundo. Pero él continuaba formándose y visitando a pensadores, muchos amigos de su padre.

Su melancolía desapareció cuando conoció a Harriet y protagonizaron una apasionada relación, dentro de los límites que el matrimonio de ella les permitía. Entre los dos compusieron una serie de libros y escritos esenciales en la historia del pensamiento. Eran dos almas enamoradas, con una relación que rompían las barreras de la época, donde la mujer era la receptora pasiva del amor. Ambos renunciaron a mantener relaciones sexuales por respeto al marido de Harriet y a las convenciones del momento, ya que no existía el divorcio en pleno puritanismo victoriano. Ambos se trataron como igual, en una época en que la mujer peleaba por sus derechos políticos y empezaban a soñar con los derechos civiles.

La pasión contenida por la época queda reflejada en la correspondencia que se conserva; ésta debió de ser arrolladora y supuso una crisis en el matrimonio de ella. Harriet y su esposo decidieron separarse durante seis meses, ella se mudó a París y Mill la siguió. Tras esos seis meses, resolvieron la situación con un acuerdo: conservar su vida familiar con él y sus hijos y ser amiga de Mill. Ambos hombres aceptaron el acuerdo, demostrando que las normas y leyes dispuestas sólo eran convenciones para su persona. Las normas que la sociedad había creado para las mujeres sólo eran diques de contención ante su libertad. Esas mujeres no eran como las habían dibujado, como debía ser una mujer. A Harriet, culta e inteligente no le bastaba con tener marido, casa e hijos, quería su propia vida y buscó el hueco para conseguirla.

A pesar de las críticas, decidieron no romper su amistad, rompiendo antes con las convenciones y amistades que con su relación. Mill, además, renegó de sus privilegios como varón. En 1851, Harriet y Mill consiguieron estar juntos dos años después de la muerte de su primer esposo, momento en que ambos deciden que era la hora de contraer matrimonio, tras veinte años de amistad. Mill la tomó como esposa, pero siempre otorgándole todos sus derechos personales y humanos, derechos que la ley le otorgaba a él como marido fueron cedidos a su mujer, la cual se estableció como depositaria de sus propios derechos. En 1832 publicaron los ensayos sobre el matrimonio y el divorcio, donde indagan en una nueva manera de entender y vivir las relaciones de pareja, donde no se concibe la esclavitud de la mujer, sino un contrato entre iguales. Harriet falleció en 1858, relegando el trabajo intelectual en su hija Helen, heredera del pensamiento de su madre. La sujeción de la mujer fue escrita en 1861 y publicada en el 69, una obra producto de las conversaciones e ideas del propio Mill con Harriet, ideas de las que nunca se apropió, ya que siempre respetó las aportaciones de su mujer y luego su hija, de forma que siempre marcaba las contribuciones de cada una de ellas.

Esta obra fue la base del sufragismo, escrito no sólo desde la racionalidad, también desde la emoción, ya que explica que los prejuicios son difícilmente desmontables con la lógica. Para él, el matrimonio como estaba instaurado era una forma de prostitución, en lo que se refiere a entregar a la persona por pan; defiende el cambio en la ley, el divorcio y la necesidad de la educación en las mujeres que les permitiera una independencia económica y que decidieran las relaciones libremente. El único punto en que discrepan es en el trabajo; para Mill no era deseable cargar el mercado laboral con un número doble de competidores, a lo que Harriet respondía que las mujeres no debían sufrir ningún límite en su actividad, defendiendo que si hubiera igualdad no haría falta leyes sobre el matrimonio, ya que las mujeres se formarían para trabajar en lo que les apasionase.

El contrapunto estaba en que el discurso de la época defendía que esa entrada produciría una bajada de los salarios, si bien Harriet defendía que si así fuera, y la pareja ganara menos, se daría un cambio notable, pasando la mujer de sirvienta a socia. De esta forma la desigualdad es un perjuicio debido a las costumbres y mantenido por la ley del más fuerte. Además, la cuestión del sexo y el ámbito emocional hacen que la dominación del hombre sea distinta a todas las demás, lo cual es el verdadero obstáculo para superar la desigualdad íntima y sentimental entre ambos sexos. Mill señala que el caso de las mujeres es diferente a cualquier clase sometida: sus amos no sólo quieren sus servicios u obediencia, quieren además sus sentimientos, siendo una esclava voluntaria, de forma que han encaminado todas sus fuerzas en la educación para esclavizar su espíritu.
Se enseña a las niñas a no tener iniciativa, a someterse y consentir la voluntad de los demás; se les dice que su deber como mujer es vivir para los demás, y el sentimentalismo corriente. Debe negarse a sí misma y no vivir más que para sus afectos. Para Mill los humanos son libres e iguales, esforzándose en criticar y desarticular las formas de dominio de las mujeres por parte de los hombres.

Mill falleció en Francia el 8 de mayo de 1873, pero su legado y su historia ha de conocerse para comprender que la defensa de la justicia social nos concierne a todos.

Inma Vela

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