¿Próspero Año Nuevo?
En el inicio del año todos hacemos votos para que mejoren las cosas
OLEO DEL PINTOR MIGUEL NUÑEZ (COLECCIÓN: HACIA EL CORAZÓN DE LA ISLA) |
Llegamos a una fecha en que, como cada año, nos embarga la alegría, el entusiasmo y se nos levanta el ánimo - excepto para aquellos pasando por situaciones extremas de infelicidad. Después de celebradas las navidades con su alta carga de espiritualidad y fe cristiana el almanaque nos echa encima la despedida del Año Viejo y el recibimiento de un Año Nuevo que todos esperamos cargados de esperanza y “muchas cosas buenas y nuevas”, contenidas en un prometedor “próspero año”.
Efectivamente, en lo personal y familiar todos hacemos votos para que mejoren las cosas y, generalmente, nos olvidamos, a pesar de las recientes devociones de fe y solidaridad cristiana por la que acabamos de atravesar, del sufrimiento y calamidad que envuelve a muchos tanto en el país como en el resto del mundo. Hagamos un ejercicio de lo que realmente pudiera ser prosperidad, de manera integral y abarcadora, tanto en lo nacional como para el resto de la humanidad.
Nacionalmente esperaríamos que la economía no asfixie ni en lo macro ni en lo familiar, que, realmente, se tomen acciones que representen un salto que redunde en la disminución de la pobreza y que cada individuo pueda tener acceso a lo imprescindible del ser social. En consecuencia, que la educación se expanda y que todo niño y enfermo reciba la atención médica y medicamentos que requiera. Que todo adulto aprenda a leer y escribir. Que se recuperen los valores morales y que la familia dominicana refuerce sus tradicionales principios éticos y de honestidad. Que ello alcance a nuestros gobernantes para que, dando el ejemplo, pongan coto al nefasto ejemplo de la corrupción oficial, absorbente de tantos recursos de necesidad pública y pueda, con esa fuerza moral, enfrentar también aquella vagabundería que se manifieste en el sector privado. Que la iniciativa y búsqueda de la eficiencia empresarial no se entremezcle con el afán de lucro y la ambición desmedida. No muy lejos iría la nación sin un sector empresarial consecuente y responsable.
Aunque, sin dudas, todos podrían enriquecer la relación de objetivos imprescindibles para un Año Nuevo verdaderamente “próspero” para toda la población, no puede olvidarse que, de cierta manera, todo esta íntimamente relacionado, en éste mundo que se dice global, con el acontecer que nos rodea. Por ello, también sería de desear que el liderazgo internacional sea capaz de dar lecturas adecuadas a la crisis de cuyos tentáculos no logran librarse y que tanta zozobra está produciendo en un mundo industrializado que se creía exento de esas calamidades; que la política de la guerra y las amenazas se sustituya por el de la negociación y la concertación, que las Naciones Unidas pueda ser, finalmente, lo que el mundo necesita que sea, un órgano regulador en el marco de un interés multilateral y no de pretensiones unilaterales y que permita, entre tantos otros objetivos pendientes, que Palestina tenga su Estado e Israel pueda vivir en paz y seguridad. Todo eso sí que contribuiría a un año realmente próspero.
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