Crisis del PRD: causas y efectos
Las crisis del PRD son el resultado de luchas personalistas
Escrito por: Rosario Espinal
En los últimos días varios periodistas me han interrogado sobre la situación del PRD. Las preguntas claves que formulan son tres: ¿A qué se debe la crisis persistente del PRD? ¿Qué papel juega Leonel Fernández en esa crisis? ¿Qué impacto tiene la crisis del PRD en el sistema democrático?
Resumo aquí mis ideas al respecto.
Las crisis del PRD a partir de 1978 tienen un común denominador: son el resultado de luchas personalistas, sin fundamento ideológico, con tendencias constituidas en torno a figuras que aspiran a la candidatura presidencial.
Parecería una paradoja porque el PRD hasta la muerte de José F. Peña Gómez era un partido con una rubricada ideología (la socialdemócrata), pero esa supuesta ideologización no permeó la dirigencia partidaria. Peña Gómez la adoptó y consiguió vigencia internacional, pero no hubo internalización ideológica.
Para la mayoría de los dirigentes, el PRD ha sido un instrumento de masas que constituye una formidable plataforma electoral para llegar al poder. Sentido de misión histórica ha faltado a todos.
La primacía de intereses personalistas ha dificultado que el PRD se estructure como un partido con institucionalidad democrática, aún en la época en que Peña Gómez era el jefe político. Cuando su candidatura presidencial estaba vedada por ser negro y de origen haitiano, Peña tenía capacidad de sortear las diferencias intra-partidarias. Después de su fallecimiento, el PRD quedó acéfalo aún recibiera el favor del voto popular en 1998, 2000 y 2002. Hipólito Mejía tenía carisma e instinto político, pero no la racionalidad suficiente para relanzar el partido y consolidar un gobierno. Miguel Vargas surgió del vacío.
Hoy, la confrontación irresoluble entre Vargas y Mejía es evidencia contundente de la falta de institucionalidad democrática del PRD. Ante este impase, la masa popular que forjó Juan Bosch y luego Peña Gómez está incapacitada para acceder al poder porque las dos principales figuras del partido anteponen sus intereses personales a los partidarios.
La falta de racionalidad política que ha caracterizado las confrontaciones del PRD también ha afectado negativamente sus gobiernos y refuerza la idea de que el perredeísmo es caos.
Las causas principales de la crisis del PRD son de origen interno, pero el PLD no es ajeno al conflicto actual. Para gobernar por muchos años como desea, el PLD necesita un PRD debilitado y sin posibilidades de restructuración. Los perredeístas se arruinan ellos mismos, pero el PLD es orejudo y mantiene la cizaña que también desangra.
Para mantener el PRD debilitado, el PLD tiene a su favor las instancias públicas electorales y alguna facción perredeísta siempre dispuesta a negociar con el gobierno para hundir su contrincante. Miguel Vargas, corto de carisma y con una presidencia del partido tambaleante es presa fácil del gobierno, pero no es el único. Todos han peregrinado al Palacio Nacional a congraciarse con sus opositores. ¡Vaya disparate!
¿Qué efecto tiene la crisis del PRD para el sistema político dominicano? Una democracia sin oposición es como un juego de béisbol con un solo equipo. No hay contienda, no hay diferencia, no hay calidad, no hay ganancia, no hay emoción. Eventualmente la gente se harta, protesta, o se sume en la apatía.
Un retorno del PRD al poder en su actual condición no es deseable porque sería otro desastre. Pero un PLD en el poder por largos años, como anunció Fernández, roería el alma política nacional.
Es muy difícil que el PLD gobierne largo tiempo, entre otras razones, porque un colapso del PRD, que sería una condición necesaria, traería posiblemente el colapso del PLD por desgaste. Entonces estaríamos en presencia de un colapso del sistema partidario.
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