Última entrevista a Federico García Lorca
La presente entrevista a Federico
García Lorca fue publicada el 10 de junio de 1936 en el diario madrileño El
Sol, en la sección “Los diálogos de un caricaturista salvaje”. El
“caricaturista salvaje” no era otro que un gran amigo de Lorca, el pintor y
dibujante catalán Lluís Bagaría i Bou (1882-1940).Bajo el título de “Diálogo
con García Lorca”, el texto ha pasado a la posteridad como la última entrevista
realizada al poeta (el 18 de agosto, García Lorca fue asesinado por un pelotón
de fusilamiento en Víznar), si bien hay que aclarar que el texto – recuperado
en el libro “Caricaturas republicanas” editado por Rey Lear -, reproduce más
bien un intercambio de impresiones en el que ambos personajes se preguntan el
uno al otro acerca de cuestiones diversas.
Federico García Lorca Ilustración Josep M. Maya |
Última entrevista a Federico García Lorca, de Luis Bagaría (Fragmento).
Lluís
Bagaría i Bou: Tú que has dado categoría lírica a la calabaza de Gil Robles y
has visto el búho de Unamuno y el perro sin amo de Baroja, ¿me quieres decir el
sentido que tiene el caracol en el paisaje puro de tu obra?
Lorca: Me
preguntas el por qué de esa predilección por los caracoles de mis dibujos. Pues
muy sencilla: para mí, el caracol tiene un recuerdo sentimental de mi vida. Una
vez, estando dibujando, se acercó mi madre, y al contemplar mis garabatos me
dijo: “Hijo mío: Me moriré sin poder comprender cómo te puedes ganar la vida
haciendo caracoles”. Desde entonces, yo a mis dibujos los bauticé así. Aquí
tienes saciada tu curiosidad.
Lluís
Bagaría i Bou: Poeta García Lorca, sutil y profundo, pues tu verso tenue y
bello, verso con alas de acero bien templado, horada la entraña de la tierra:
¿Crees tú, poeta, en el arte por el arte o, en caso contrario, el arte debe
ponerse al servicio de un pueblo para llorar con él cuando llora y reír cuando
este pueblo ríe?
Lorca: A tu
pregunta, grande y tierno Bagaría, tengo que decir que este concepto del arte
es una cosa que sería cruel si no fuera, afortunadamente, cursi. Ningún hombre
verdadero cree ya en esta zarandaja del arte puro, arte por el arte mismo. En
este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay
que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para
ayudar a los que buscan las azucenas. Particularmente, yo tengo un ansia
verdadera por comunicarme con los demás. Por eso llamé a las puertas del teatro
y al teatro consagro toda mi sensibilidad.
Lluís
Bagaría i Bou: ¿Crees tú que al engendrar la poesía se produce un acercamiento
hacia un futuro más allá, o al contrario, hace que se alejen más los sueños de
la otra vida?
Lorca: Esta
pregunta insólita y difícil de la aguda preocupación metafísica que llena tu
vida y que sólo los que te conocen comprenden. La creación poética es un
misterio indescifrable, como el misterio del nacimiento del hombre. Se oyen
voces no se sabe dónde, y es inútil preocuparse de dónde vienen. Como no me he
preocupado de nacer, no me preocupo de morir. Escucho a la Naturaleza y al
hombre con asombro, y copio lo que me enseñan sin pedantería y sin dar a las
cosas un sentido que no sé si lo tienen. Ni el poeta ni nadie tienen la clave y
el secreto del mundo. Quiero ser bueno, sé que la poesía eleva, y siendo bueno
con el asno y con el filósofo, creo firmemente que si hay un más allá tendré la
agradable sorpresa de encontrarme en él. Pero el dolor del hombre y la
injusticia constante que mana del mundo, y mi propio cuerpo y mi propio
pensamiento, me evitan trasladar mi casa a las estrellas.
Lluís
Bagaría i Bou: ¿No crees, poeta, que sólo la felicidad radica en la niebla de
una borrachera, borrachera de labios de mujer, de vino, de bello paisaje, y que
al ser coleccionista de momentos de intensidad se crean momentos de eternidad,
aunque la eternidad no existiera y tuviera que aprender de nosotros?
Lorca: Yo no
sé, Bagaría, en qué consiste la felicidad. Si voy a creer al texto que estudié
en el Instituto, del inefable catedrático Ortí y Lara, la felicidad no se puede
hallar más que en el cielo; pero si el hombre ha inventado la eternidad, creo
que hay en el mundo hechos y cosas que son dignos de ella, y por su belleza y
transcendencia, modelos absolutos para un orden permanente. ¿Por qué me
preguntas estas cosas? Tú lo que quieres es que nos encontremos en el otro
mundo y sigamos nuestra conversación bajo el techo de un prodigioso café de
música con alas, risa y eterna cerveza inefable. Bagaría: no temas… ten la
seguridad de que nos encontraremos.
Lluís
Bagaría i Bou: Te extrañarás, poeta, de las preguntas de este caricaturista
salvaje. Soy, como sabes, un ser con muchas plumas y pocas creencias, salvaje
con dolorida materia; y piensa, poeta, que todo este equipaje trágico del vivir
floreció en un verso que balbucieron los labios de mis padres. ¿No crees que
tenía más razón Calderón de la Barca cuando decía “Pues el delito mayor del
hombre es haber nacido” que el optimismo de Muñoz Seca?
Lorca: Tus
preguntas no me extrañan nada. Eres un verdadero poeta, que en todo momento
pone la llaga en el dedo. Te contesto con verdadera sinceridad, con simpleza, y
si no acierto y balbuceo, sólo es por ignorancia. Las plumas de tu salvajismo
son plumas de ángel, y detrás del tambor que lleva el ritmo de tu danza macabra
hay una lira rosa de las que pintaron los primitivos italianos. El optimismo es
propio de las almas que tienen una sola dimensión; de las que no ven el torrente
de lágrimas que nos rodea, producido por cosas que tienen remedio.
Lluís
Bagaría i Bou: ¿No crees que tenía más razón Calderón de la Barca cuando decía
‘Pues el delito mayor/del hombre es habr nacido’ que el optimismo de Muñoz
Seca?
Lorca: El
optimismo es propio de las almas que tienen una sola dimensión: de las que no
ven el torrente de lágrimas que nos rodea, producido por cosas que tienen
remedio.
Lluís
Bagaría i Bou: Sensible y humano poeta Lorca: seguimos hablando de cosas del
más allá. Soy repetidor del mismo tema, porque también el tema se repite él
mismo. A los creyentes que creen en una futura vida, ¿les puede alegrar
encontrarse en un país de almas que no tengan labios carnales para poder besar?
¿No es mejor el silencio de la nada?
Lorca:
Bonísimo y atormentado Bagaría: ¿No sabes que la Iglesia habla de la
resurrección de la carne como el gran premio a sus fieles? El profeta Isaías lo
dice en un versículo tremendo: “Se regocijarán en el Señor los huesos
abatidos”. Y yo vi en el cementerio de San Martín una lápida en una tumba ya
vacía, lápida que colgaba como un diente de vieja del muro destrozado, que
decía así: “Aquí espera la resurrección de la carne doña Micaela Gómez”. Una
idea se expresa y es posible porque tenemos cabeza y manos. Las criaturas no
quieren ser sombras.
Lluís
Bagaría i Bou: ¿Tú crees que fue un momento acertado devolver las llaves de tu
tierra granadina?
Lorca: Fue
un momento malísimo aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una
civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una
delicadeza únicas en el mundo para dar paso a una ciudad pobre, acobardada; a
una “tierra del chavico”, donde se agita actualmente la peor burguesía de
España.
Lluís
Bagaría i Bou: ¿No cree, Federico, que la patria no es nada, que las fronteras
están llamadas a desaparecer? ¿Por qué un español malo tiene que ser más
hermano nuestro que un chino bueno?
Lorca: Yo
soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites
geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más. Yo soy
hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista
abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos.
El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la
siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de
todos. Desde luego, no creo en la frontera política. Amigo Bagaría: No siempre
los interviuvadores van a preguntar. Creo que también tienen derecho los
interviuvados. ¿A qué responde esta ansia, esta sed de más allá que te
persigue? ¿Tienes verdaderamente deseos de sobrevivirte? ¿No crees que esto
está ya resuelto y que el hombre no puede hacer nada, con fe o sin ella?
Lluís
Bagaría i Bou: Conformes, desgraciadamente, conformes. Yo soy en el fondo un
descreído hambriento de creer. Es tan trágicamente doloroso el desaparecer para
siempre. ¡Salud, labios de mujer, vaso del buen vino que supiste hacer olvidar
la trágica verdad: paisaje, luz que hiciste olvidar la sombra! En el trágico
fin sólo desearía una perduración: que mi cuerpo fuera enterrado en una huerta:
que por lo menos mi más allá fuese un más allá de abono.
Lorca: ¿Me
quieres decir por qué tienen carne de rana todos los políticos que
caricaturizas?
Lluís
Bagaría i Bou: Porque la mayoría vive en las charcas.
Lorca: ¿En
qué prado corta Romanones las inefables margaritas de su nariz?
Lluís
Bagaría i Bou: Querido poeta: aludes a una de las cosas que llegan más al fondo
de mi alma. ¡Nariz de Romanones, excelsa nariz! La de Cyrano era una nariz
desaparecida al lado de la nariz de mis amores. Rostand gozó menos que yo con
la mía. ¡Oh “paneaux” para mis visiones decorativas! Mis margaritas se fueron
cuando las entregaron en una solitaria estación, camino de Fontainebleau. Nunca
te habrán preguntado, porque ya no es moda, cuál es tu flor preferida. Como yo
ahora he estudiado el lenguaje de las flores, te pregunto: ¿Cuál es la flor qué
prefieres? ¿Te la has puesto alguna vez en la solapa?
Lorca:
Querido amigo: ¿Es que piensas dar conferencias como García Sanchíz para
preguntar esas cosas?
Lluís
Bagaría i Bou: ¡Dios me libre! No aspiro a tocar mal el violoncelo.
Lorca: ¿A
qué responde, querido Bagaría, el sentimiento humano que imprimes a los
animales que pintas?
Lluís
Bagaría i Bou: Querido Lorca: Según los católicos, los animales no tienen alma;
tan sólo algunos animales enchufistas, como el perro de San Roque, el cerdo de
San Antón, el gallo de San Pedro y el palomo de la divina carpintería; y yo he
mirado de dar humanidad a los animales sin padrinos, dignificarlos con mi
lápiz, para que sirvan de contraste con los hombres de animalidad pura. Querido
Lorca: te voy a preguntar por las dos cosas que creo tienen más valor en
España: el canto gitano y el toreo. Al canto gitano, el único defecto que le
encuentro es que en sus versos sólo se acuerda de la madre; y al padre, que lo
parta un rayo. Y eso me parece una injusticia. Bromas aparte, creo que este
canto es el gran valor de nuestra tierra.
Lorca: Muy
poca gente conoce el canto gitano, porque lo que se da frecuentemente en los
tablados es el llamado flamenco, que es una degeneración de aquél. No cabe en
este diálogo decir nada, porque sería demasiado extenso y poco periodístico. En
cuanto a lo que tú dices, con gracia de que los gitanos sólo se acuerdan de su
madre, tienes cierta razón, ya que ellos viven un régimen de matriarcado, y los
padres no son tales padres, sino que son siempre y viven como hijos de sus
madres. De todos modos, hay en la poesía popular gitana admirables poemas
dedicados al sentimiento paternal; pero son los menos.
El otro gran
tema porque me preguntas, el toreo, es probablemente la riqueza poética y vital
mayor de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas,
debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que
hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los
toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo. Es el drama puro, en el
cual el español derrama sus mejores lágrimas y su mejor bilis. Es el único
sitio adonde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más
deslumbradora belleza. ¿Qué sería de la primavera española, de nuestra sangre y
de nuestra lengua si dejaran de sonar los clarines dramáticos de la corrida?
Por temperamento y por gusto poético soy un profundo admirador de Belmonte.
Lluís
Bagaría i Bou: ¿Qué poetas te gustan más de la actualidad española?
Lorca: Hay
dos maestros: Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. El primero, en un plano
puro de serenidad y perfección poética, poeta humano y celeste, evadido ya de
toda lucha, dueño absoluto de su prodigioso mundo interior. El segundo, gran poeta
turbado por una terrible exaltación de su yo, lacerado por la realidad que lo
circunda, increíblemente mordido por cosas insignificantes, con los oídos
puestos en el mundo, verdadero enemigo de su maravillosa y única alma de poeta.
Adiós,
Bagaría. Cuando te vuelvas a tus chozas con las flores, las fieras y las
torrentes, diles a tus compañeros salvajes que no se fíen de viajes de ida y
vuelta a nuestras ciudades; a las fieras que tú has pintado con ternura
franciscana, que no tengan un momento de locura y se hagan animales domésticos,
y a las flores, que no galleen demasiado su hermosura, porque les pondrán
esposas y las harán vivir sobre los vientres corrompidos de los muertos.
Lluís
Bagaría i Bou: Tienes razón, poeta. Vuelvo a mi selva, a rugir con mis rugidos,
más amables que las bellas palabras de los amigos, que a veces son blasfemias
en baja voz.
Federico
García Lorca: La última entrevista. Escrito por: R@MBLA.
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