Algo de literatura latina: Plinio el viejo
Monstruos mitológicos de Plinio el Viejo
Gaius Plinius Secundus, conocido como Plinio el Viejo, escribió los 37 libros de su Historia natural en el siglo I a.C. Esta obra, la primera enciclopedia de la historia, abarcaba el saber de toda su época en campos como la física, la astronomía, la geografía, la botánica, la zoología y la medicina. Plinio recogió el saber de más de 400 obras griegas y romanas.
Su curiosidad científica lo llevó a acercarse demasiado al volcán Vesubio en plena erupción para estudiarlo y allí murió ahogado por sus gases. En su honor se llama erupción plínica a las erupciones volcánicas violentas con gran expulsión de materiales.
Criaturas fantásticas de la Antigüedad
La obra de Plinio el Viejo tuvo una enorme influencia en toda la antigüedad hasta el siglo XVIII. Cuando llegó la imprenta, fue una de las obras con más reimpresiones de la historia.
Más allá de los saberes científicos, Plinio también habló de la existencia de seres fabulosos, criaturas mitológicas que se creía que existían verdadermente. En tratados y esculturas medievales y en el renacimiento, se encuentran representaciones e interpretaciones de algunas de las criaturas fantásticas que Plinio describe en su obra (cíclopes, seres que se alimentan del perfume de flores y frutos, mujeres que paren elefantes o serpientes).
Los monstruos de Plinio el Viejo poblaron las leyendas europeas durante siglos. Algunas de ellos han llegado hasta nuestros días y se siguen representado, como el ave fénix o el basilisco, aunque ya no quede nadie que piense que existen de verdad.
Basilisco
El basilisco era una serpiente pequeña pero letal procedente según Plinio del norte de África. En griego antiguo basilisco significa pequeño rey, y por eso se le dio este nombre a la criatura, se creía que llevaba una corona sobre la cabeza. Esta bestia se acercaba a la presa con el cuerpo erguido en vez de arrastrarse por el suelo como las demás serpientes y escupía fuego por la boca.
La mejor manera de defenderse contra ella era ponerle delante un espejo, ya que al ver sus propios ojos se moría de miedo. Seguramente la invención de esta criatura se basó en los relatos de los viajeros sobre la cobra egipcia, que ataca erguida a sus víctimas y cuyo veneno es mortal y tiene una especie de coronita en la cabeza.
Blemia
Según Plinio estas criaturas vivían en África, no tenían cabeza y la boca y los ojos los tenían en el pecho. Los blemios fueron en realidad un pueblo nubio nómada que habitó entre Persia y el Alto Egipto entre el segundo milenio a.C. hasta el siglo V.
Esciápodo
Esciápodo viene de la palabra griega que significa literalmente «que se hacen sombra con sus pies». Según Plinio eran hombres que tenían una sola pierna terminada en un pie gigantesco. Así podían perseguir corriendo a los animales más rápidos, y los días de mucho calor en los desiertos donde vivían, ponían la pierna en alto y utilizaban su pie como parasol.
Esfinge
Plinio el Viejo fue el único autor de la antigüedad que dio a entender que las esfinges eran una especie de animal y no un ser de ascendencia divina del que sólo existía un ejemplar: aquella esfinge cuyo acertijo sólo pudo acertar Edipo.
Hesíodo la hizo hija de la Quimera y de Ortro, el perro hermano de Cerberos, el perro de tres cabezas que guardaba la puerta del infierno, pero según Plinio, vivía en Etiopía y tenía pelaje cobrizo, cuerpo de león y alas de águila.
Mantícora
Según Plinio las mantícoras vivían en Etiopía, tenían tres hileras de dientes y cara y orejas de hombre aunque del color de la sangre, los ojos azules, el cuerpo de león y una cola de escorpión terminada en un aguijón. Corría con mucha rapidez y le encantaba la carne humana y era capaz de devorabar a sus víctimas enteras.
Su voz se parecía a la de la flauta o la trompeta. Podía lanzar dardos venenosos para inmovilizar a sus víctimas y su tamaño variaba entre el del león y el del caballo. En realidad esta criatura pertenecía a la mitología persa. Seguramente su origen viene de los cuentos indios, se supone que en su origen sería un tigre.
En la Historia Natural de Plinio aparecen muchos otros monstruos mitológicos, como los sátiros, los abarimon, el ave fénix, la catoblepa y otros. Lo que ahora nos parecen leyendas en su momento fueron certezas. Quizás un mundo poblado por seres extraños y contranatura fuera más divertido que el nuestro. Quizá por eso nos gusten tanto las historias fantásticas.
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