DESDE LA ÁFRICA ÁRIDA LO TRAJERON Y AQUÍ SE QUEDARON
Negros en el Caribe. Comprados y esclavizados
MOTIVO DE SON
Ayé me dijeron negro
pa que me fajara yo:
pero e que me lo desía
era un negro como yo.
Tan blanco como te ve
y tu abuela sé quién é.
¡Sácala de la cosina:
Mamá Iné!
Mamá Iné, tú bien lo sabe;
Mamá Iné, Yo bien lo sé;
Mamá Iné, te dise nieto,
¡Mamá Iné!
Nicolás Guillén.
Sacados a las fuerzas de sus tierras, el África árida, caliente y lejana, los miembros de las diferentes tribus africanas fueron despojados de sus vidas, encadenados y enviados hacia tierras lejanas. Cruzaron el Atlántico. Sin saber lo que negociaban, solo podían ver cómo los mercaderes, los negreros, los mostraban como vulgares mercancías a los conquistadores que necesitaban mano de obra. Eran vendidos a precios distintos. Los jóvenes fuertes tenían mayor demanda y por eso su precio era mayor, los mayores eran más baratos, sus fuerzas mermaban, su productividad también.
Este proceso de saqueo vulgar de seres humanos vendidos como bestias duró varios siglos. Las primeras transacciones registradas datan de antes del “descubrimiento” (¿Encubrimiento?) de América. Los datos que ofrecen los archivos indican que las primeras negociaciones se produjeron con mercaderes portugueses alrededor de 1473, cuando una expedición portuguesa llegó a Portugal con un cargamento de 235 esclavos. En 1486 se fundó en Portugal la Casa de los Esclavos, cuya función era la concesión de licencias para venta y compra de esta mercancía humana, pero sobre todo, asegurarse la recaudación de los pagos de impuestos que debían entregar los negreros. Según algunos estudiosos, después de la llegada a América de los portugueses y españoles, entre 1493 y 1495, se registraron 3,600 esclavos en ese organismo (*).
España, el imperio que disputaba supremacía con Portugal, no podía permitir que su rival llevara las riendas en la trata de esclavos. Por esta razón, en 1473 y mediante el Tratado de Alcaçovas, se regularizó la venta de esclavos en esa metrópoli, cuyo centro de trata era Sevilla.
Más tarde, llegando a un acuerdo con su vecino y competidor. Mediante el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494, ambos imperios trazaron la línea divisoria para las exploraciones de nuevas tierras, que a su vez impone los límites que deberán respetar para el comercio directo de esclavos desde las costas de África.
Los primeros esclavos en las islas del Caribe fueron traídos a esta isla, llamada entonces La Española, en 1502. Para 1530 se había “institucionalizado” la trata de negros para el resto del Caribe y de América. Señala el historiador José Luis Gómez-Martínez, en su interesante cronología, que las terribles condiciones de vida a que fueron sometidos los esclavos, hicieron que la población diezmara de manera alarmante. Muchos morían de inanición, otros de enfermedades infecciosas, como ocurrió en 1518, año en que una fuerte epidemia de viruelas en el Caribe diezmó drásticamente la población aborigen y la negra. Este hecho obligó a importar una mayor cantidad de esclavos.
La sobre explotación de esa mano de obra tuvo sus consecuencias. Muchos esclavos desesperados por su situación se sublevaron de forma agresiva. Algunos ejemplos. En 1522 los esclavos negros se sublevaron en La Española, en el ingenio del gobernador Diego Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo. En lo que hoy conocemos como Panamá se sublevaron también de forma agresiva. Las rebeliones de esclavos negros se repitieron en toda la región del Caribe. En 1532 sucedió en Venezuela y en 1533 se produjo en Cuba. En 1547 se produjo la prolongada rebelión de Sebastián Lemba en nuestra isla, La Española. Algo parecido ocurrió en Portobelo, Panamá, cuando en 1550 Juan Criollo se alzó a las lomas para sublevarse, un hecho que le costó varios años a la Corona Española para detener la prolongada rebelión (**).
Por esta razón, Herbert S. Klein, especialista de la universidad de Columbia en el tema de la esclavitud, señala que la trata de esclavos ha sido uno de los mayores crímenes en la historia de la humanidad. Afirma que entre los siglos XVI y XIX fueron capturadas, vendidas, vejadas y sometidas entre 10 y 15 millones de personas. Y, como se señala en este estudio, no hubo potencia europea que no participara de alguna medida en este comercio (***).
El historiador norteamericano afirma que en ese comercio inhumano se involucraron los portugueses, ingleses, holandeses, franceses y españoles, con la complicidad de grupos de poder africanos quienes eran los que abastecían de esclavos a los europeos. “Los abastecedores solían ser autoridades locales o miembros de determinada clase de alguna sociedad africana, a veces, mulatos u otros, oriundos también de África, pero sin vinculación con tribu o nación alguna” (****).
Lo digo de nuevo. Este Caribe nuestro plural, multicolor, multiétnico, ha escrito su historia con sangre, sudor y lágrimas. Llegaron los esclavos, después los chinos e indios. Y otros grupos, también excluidos de sus tierras decidieron quedarse en nuestras islas. Llegaron los judíos y los árabes, escribiendo nuevos trozos de historia de conquista y exclusión y explotación.
En el artículo que viene trabajaremos sobre los procesos mal llamados emancipadores de los esclavos. Obligados por la moda en sus propios reinos, los imperios tuvieron que desdecirse y firmar acuerdos para detener lo que ellos habían hecho gracias a sus propias codicias y sus deseos de poder y control.
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(*) Cf. José Luis Gómez-Martínez, La abolición de la esclavitud y el mundo hispano. Cronología: Esclavitud y trata del negro en América, http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/castelar/esclavitud/c-esclavitud.htm.
(**) Ibidem.
(***) Su obra “Origen y legado de la esclavitud”, fue analizada en un artículo del periódico El Comercio de Perú el 23 de marzo de 2008.
(****) Ibidem.
Ayé me dijeron negro
pa que me fajara yo:
pero e que me lo desía
era un negro como yo.
Tan blanco como te ve
y tu abuela sé quién é.
¡Sácala de la cosina:
Mamá Iné!
Mamá Iné, tú bien lo sabe;
Mamá Iné, Yo bien lo sé;
Mamá Iné, te dise nieto,
¡Mamá Iné!
Nicolás Guillén.
Sacados a las fuerzas de sus tierras, el África árida, caliente y lejana, los miembros de las diferentes tribus africanas fueron despojados de sus vidas, encadenados y enviados hacia tierras lejanas. Cruzaron el Atlántico. Sin saber lo que negociaban, solo podían ver cómo los mercaderes, los negreros, los mostraban como vulgares mercancías a los conquistadores que necesitaban mano de obra. Eran vendidos a precios distintos. Los jóvenes fuertes tenían mayor demanda y por eso su precio era mayor, los mayores eran más baratos, sus fuerzas mermaban, su productividad también.
Este proceso de saqueo vulgar de seres humanos vendidos como bestias duró varios siglos. Las primeras transacciones registradas datan de antes del “descubrimiento” (¿Encubrimiento?) de América. Los datos que ofrecen los archivos indican que las primeras negociaciones se produjeron con mercaderes portugueses alrededor de 1473, cuando una expedición portuguesa llegó a Portugal con un cargamento de 235 esclavos. En 1486 se fundó en Portugal la Casa de los Esclavos, cuya función era la concesión de licencias para venta y compra de esta mercancía humana, pero sobre todo, asegurarse la recaudación de los pagos de impuestos que debían entregar los negreros. Según algunos estudiosos, después de la llegada a América de los portugueses y españoles, entre 1493 y 1495, se registraron 3,600 esclavos en ese organismo (*).
España, el imperio que disputaba supremacía con Portugal, no podía permitir que su rival llevara las riendas en la trata de esclavos. Por esta razón, en 1473 y mediante el Tratado de Alcaçovas, se regularizó la venta de esclavos en esa metrópoli, cuyo centro de trata era Sevilla.
Más tarde, llegando a un acuerdo con su vecino y competidor. Mediante el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494, ambos imperios trazaron la línea divisoria para las exploraciones de nuevas tierras, que a su vez impone los límites que deberán respetar para el comercio directo de esclavos desde las costas de África.
Los primeros esclavos en las islas del Caribe fueron traídos a esta isla, llamada entonces La Española, en 1502. Para 1530 se había “institucionalizado” la trata de negros para el resto del Caribe y de América. Señala el historiador José Luis Gómez-Martínez, en su interesante cronología, que las terribles condiciones de vida a que fueron sometidos los esclavos, hicieron que la población diezmara de manera alarmante. Muchos morían de inanición, otros de enfermedades infecciosas, como ocurrió en 1518, año en que una fuerte epidemia de viruelas en el Caribe diezmó drásticamente la población aborigen y la negra. Este hecho obligó a importar una mayor cantidad de esclavos.
La sobre explotación de esa mano de obra tuvo sus consecuencias. Muchos esclavos desesperados por su situación se sublevaron de forma agresiva. Algunos ejemplos. En 1522 los esclavos negros se sublevaron en La Española, en el ingenio del gobernador Diego Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo. En lo que hoy conocemos como Panamá se sublevaron también de forma agresiva. Las rebeliones de esclavos negros se repitieron en toda la región del Caribe. En 1532 sucedió en Venezuela y en 1533 se produjo en Cuba. En 1547 se produjo la prolongada rebelión de Sebastián Lemba en nuestra isla, La Española. Algo parecido ocurrió en Portobelo, Panamá, cuando en 1550 Juan Criollo se alzó a las lomas para sublevarse, un hecho que le costó varios años a la Corona Española para detener la prolongada rebelión (**).
Por esta razón, Herbert S. Klein, especialista de la universidad de Columbia en el tema de la esclavitud, señala que la trata de esclavos ha sido uno de los mayores crímenes en la historia de la humanidad. Afirma que entre los siglos XVI y XIX fueron capturadas, vendidas, vejadas y sometidas entre 10 y 15 millones de personas. Y, como se señala en este estudio, no hubo potencia europea que no participara de alguna medida en este comercio (***).
El historiador norteamericano afirma que en ese comercio inhumano se involucraron los portugueses, ingleses, holandeses, franceses y españoles, con la complicidad de grupos de poder africanos quienes eran los que abastecían de esclavos a los europeos. “Los abastecedores solían ser autoridades locales o miembros de determinada clase de alguna sociedad africana, a veces, mulatos u otros, oriundos también de África, pero sin vinculación con tribu o nación alguna” (****).
Lo digo de nuevo. Este Caribe nuestro plural, multicolor, multiétnico, ha escrito su historia con sangre, sudor y lágrimas. Llegaron los esclavos, después los chinos e indios. Y otros grupos, también excluidos de sus tierras decidieron quedarse en nuestras islas. Llegaron los judíos y los árabes, escribiendo nuevos trozos de historia de conquista y exclusión y explotación.
En el artículo que viene trabajaremos sobre los procesos mal llamados emancipadores de los esclavos. Obligados por la moda en sus propios reinos, los imperios tuvieron que desdecirse y firmar acuerdos para detener lo que ellos habían hecho gracias a sus propias codicias y sus deseos de poder y control.
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(*) Cf. José Luis Gómez-Martínez, La abolición de la esclavitud y el mundo hispano. Cronología: Esclavitud y trata del negro en América, http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/castelar/esclavitud/c-esclavitud.htm.
(**) Ibidem.
(***) Su obra “Origen y legado de la esclavitud”, fue analizada en un artículo del periódico El Comercio de Perú el 23 de marzo de 2008.
(****) Ibidem.
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