LOS NIÑOS EN EL OJO DEL CRIMEN


Report[a]je

Por Fausto Araujo



Aquella era una tarde como otra cualquiera, aunque ciertamente el sol –ya tibio– empezó a ocultarse temprano. Sin embargo, esto para doña Inés no tenia ninguna significación. Ella había puesto hermosos a sus pequeños y estaba presta a llevarlos a la heladería del sector a brindarles unos helados.



Para entonces, 28 de mayo de 1995, Adonis Moreno Rosario, tenia apenas 1 año de edad y su amiguito y vecino Luis Alfredo Núñez, contaba con 8. Doña Inés Rosario adoraba a su hijo Adonis y le tenia particular aprecio a su vecinito Luis Alfredo.

Al poco tiempo de doña Inés abandonar su residencia del sector Las América, en la Capital, “escoltada” por los dos menores a quienes se disponía brindarles los helados, de golpe y porrazo, como si apareciera un “platillo volador”, como si se los “tragara la tierra” a los tres, desaparecieron por arte de magia y hasta el día de hoy nadie ha vuelto a saber mas de ellos.

Siete años mas tarde, en el mismo mes de mayo, pero el día 4 del año 2002, el menor Juan Carlos Belliard Martínez, salió en horas de la noche de la casa de su madrina en el sector Miramar y aun no ha regresado.

Escenas como estas se han venido repitiendo paulatinamente en la Republica Dominicana, donde una ola de misteriosas desapariciones y asesinatos de niños y niñas se ha venido registrando en los últimos años, lo que ha atemorizado a la población.

Esa situación la atestiguan diversos sectores del país, las paginas de los periódicos y los noticiarios de radio y televisión, que generalmente dan un gran despliegue a los constantes acontecimientos que tienen que ver con desapariciones y asesinatos de niños y niñas.

Hay varios casos de menores que han desaparecido y luego de un buen tiempo sus cuerpecitos aparecen entre matorrales, viviendas en construcción, solares baldíos, debajo de puentes, en ríos o en cañadas, pero sin vida y con evidentes rasgos de violaciones sexuales.

Pamela, apenas tenia un año y medio de edad, era la adoración de sus padres y sus vecinos. Una mañana la menor desapareció de la silla donde la había dejado su madre en la sala de la casa. Durante días fue buscada por todas partes sin que se diera con su paradero, hasta que una triste tarde la policía y vecinos encontraron su cuerpo putrefacto envuelto entre sabanas debajo de la cama de un vecino cercano.

El temor y el nerviosismo se han apoderado de muchos padres de familia de la nación, porque una buena parte de las desapariciones de menores de edad terminan en pavorosas tragedias como la de Pamela o la de los horrendos y salvajes crímenes perpetrados contra los niños José Rafael Llenas Aybar y Genis Samboy Pérez, de 12 y 11 años de edad, respectivamente.

Entidades como el Movimiento Continuación del Progreso, la Funasoca y la Coordinadora de Mujeres del Cibao han levantado su voz de protesta ante lo que llaman “ola de crímenes y desapariciones que se cometen contra inocentes criaturas”, al tiempo que piden que “se aplique la pena máxima” contra los involucrados en esas acciones bochornosas.

Según las tres entidades, la sociedad dominicana no puede continuar siendo estremecida por personas que se agrupan para cometer actos tan horrendos e inhumanos como son los de asesinar a un menor o quitárselos a sus familiares a escondidas con fines inconfesables.

Hace poco la dirección ejecutiva del organismo rector del sistema de protección de niños, niñas y adolescentes había manifestado su preocupación por las constantes denuncias de desapariciones de niños en el país.

Revelo que un informe del Instituto Internacional de los Derechos Humanos dado a conocer a principio del año pasado daba cuenta del trafico de niños y de mujeres en la Republica Dominicana.

Una investigación de [A]HORA y consultas hechas a especialistas sobre las múltiples publicaciones aparecidas en los medios de comunicación del país alusivas a raptos y asesinatos de niños arrojó cinco razones fundamentales vinculadas a las causas que generan las desapariciones de menores.

De acuerdo con la investigación, a la mayoría de los menores de edad que son robados por desconocidos los utilizan para venderlos a familias nacionales o extranjeras de alta posición económica, para prostituirlos, violarlos sexualmente, ultimarlos, para extirparles algunos de sus órganos y colocárselos a hijos de personas de cuantiosos recursos económicos que los necesitan, o utilizarlos en rituales diabólicos.

Se recuerda el caso de una niña dominicana que se reportó como desaparecida y luego fue encontrada en una plaza de Puerto Rico con unas gafas negras en los ojos pidiendo limosna. La menor fue raptada del país para sacarles los órganos de la vista y colocárselos a los de un hijo de familia adinerada que los requería. Hay quienes piensan que pudieron ser usados en ritos satánicos, pero la primera versión es la más convincente.

Ante ese y otros hechos acaecidos en el territorio nacional y en otras de las naciones del mundo que se encuentran en vía de desarrollo, diversas entidades de la Republica Dominicana han denunciado en varias ocasiones que aquí y en el extranjero operan bandas que se dedican a raptar niños y niñas para luego venderlos con los propósitos que hemos mencionado.

De igual manera, se ha revelado que en el mundo circula una despiadada banda que se dedica al trafico de órganos humanos. Se teme, incluso, que la misma hace tiempo que ha incursionado en la sociedad dominicana, en Haití, Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Brasil y otras naciones.

No obstante, las autoridades policiales han negado de manera sistemática esas denuncias y al referirse a las desapariciones de menores de edad han explicado que muchas veces de lo que se trata es de pleitos que se registran entre parejas y que uno se lleva el niño o la niña a escondida. Nada mas, añade.

Sin embargo, como si se los hubiese tragado la tierra o llevado un “platillo volador” una apreciable cantidad de menores de edad han sido reportados como desaparecidos en los últimos años en distintos puntos del país, sin que hasta ahora se sepa el paradero de muchos de ellos.

La situación ha provocado tensión en el seno de las familias dominicanas, muchas de las cuales no dejan salir sus hijos solos a las calles ante el temor de que puedan ser secuestrados o violados.

Entre los cientos de casos revelados por los medios de comunicación de la nación en los últimos años se destacan las desapariciones ocurridas en el 2002 de los menores Juan Carlos Belliard Martínez, de 10 años de edad, quien se esfumó la noche del 4 de mayo; Yendri Javier Linares, de los Guarícanos, Luis Arturo Concepción, de la Isabelita, Raymundo Díaz Alcántara, de La Ureña, Julissa Ruiz Cepeda, Mayelin Carolina Sierra y José Antonio de la Cruz, del kilómetro 12 de Las Américas, en Santo Domingo.

Además, Anthony de Jesús Almonte Núñez, de Los Ciruelitos y una menor nacida en el hospital Cabral y Báez de Santiago, hija de Miguelina Rodríguez; Joel Tavárez, de Pueblo Nuevo, San Francisco de Macorís, Yohaira Jerez, de 13 años y Elizabeth Olivo Polanco de 4, quienes fueron reportadas como desaparecidas en enero de este año en Montecristi.

Antes de esos casos se reportaron múltiples desapariciones desde distintos puntos del país ocurridas durante los años 1995, 1996, 1997, 1998, 1999, 2000 y 2001. Como si mayo fuera un mes adecuado para esos casos, otra vez en ese mes, pero del año 1996, se dio cuenta de varias desapariciones en el sector Barrio Nuevo, de Villa Mella, en la Capital.

Además, a finales de 1995 se reportaron las desapariciones sucedidas en Santiago y el Distrito Nacional de los menores Mario Iván Rodríguez, de apenas 21 días de nacido; Clavelys Abreu, Santa y Jahaira Hiraldo González, así como la de un niño de 7 meses, hijo de los señores Eduardo López y Mercedes Canela.

La prensa nacional también se ha hecho eco de la desaparición de los niños Adonis Moreno Rosario –de un año de edad e hijo de los señores Marcos Moreno e Inés Rosario (también desaparecida)– y Luis Alfredo Núñez, de 8 años y quien fuera procreado por los esposo Leopoldo Antonio Núñez y Josefina Luna de Núñez.

La señora Rosario y los menores Adonis y Luis Alfredo se esfumaron como por arte de magia la tarde del 28 de mayo de 1995, cuando la dama salió de su vivienda, ubicada en el ensanche Las Américas, de la Capital, a comprarle unos helados a los dos infantes.

Como esa escena tan rara y misteriosa se han registrado muchas otras en los últimos años en la Republica Dominicana.

Otros de los casos más sonados en los últimos tiempo que tienen que ver con el rapto y asesinatos de niños son los alusivos al intento de secuestro de la niña Mary Luz García, hija de un reconocido empresario editorial del país y las desapariciones y posterior muerte de los niños José Rafael Llenas Aybar y Genis Samboy Pérez, las cuales dejaron consternada a la ciudadanía y asaltaron grandes titulares en las portadas de los diarios.

Llenas Aybar fue salvajemente asesinado de 34 puñaladas por su primo Mario José Redondo Llenas y el amigo de este Juan Manuel Moline Rodríguez. Por la forma en que fue ultimado todavía se cree que se trato de un “culto diabólico”. ¡La verdad es que el caso fue bastante despiadado, bárbaro, raro y endemoniado!

Sobre el móvil del referido crimen se ha dicho de todo y también se involucró al joven Martín Palma Mecía, hijo de la ex embajadora de Argentina en la República Dominicana Teresa Mecía de Palma y del señor Luis Palma, lo que generó escándalo en la sociedad dominicana y provocó que la diplomática fuera relevada en el cargo.

La desaparición de Samboy Pérez, quien residía en la comunidad La Guama, en Enriquillo, se produjo el miércoles 17 de julio y dos días después, el viernes 19, fue encontrado muerto por el perro de su casa. Al pequeño le propinaron varios machetazos en el cuello. Era hijo de los señores Miguel Ángel Samboy y Martha Pérez.

Hay una gama de casos de desapariciones de menores hijos de familias con ciertas posibilidades económicas, los cuales son secuestrados para luego solicitar ciertas sumas de dinero para liberarlos.

Asimismo, existen incontables ejemplos de niños y niñas, hasta con pocos meses de haber nacido, que desaparecen de sus hogares y son violados, asesinados y prostituidos.

Los más diversos sectores representativos de la sociedad dominicana y las autoridades correspondientes deben aunar esfuerzos y tomar cuantas medidas sean necesarias para acabar con las odiosas desapariciones, violaciones, prostitucion y muerte de niños y niñas que se reportan a diario.

Hay quienes plantean que como las desapariciones de menores se han hecho una constante en Republica Dominicana y de que existen bandas criminales que se dedican al robo de niños y al comercio de órganos humanos, el Código Penal dominicano debería contemplar la cadena perpetua para las personas que sean sorprendidas en la comisión de actos tan inhumanos. Eso sería tarea del Congreso Nacional.

Fuente: Revista Ahora


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