Julio Anguita y Juan Bosch: tienen en sí, el decoro de muchos hombres
EL BULEVAR DE LA VIDA
Julio y Bosch en tiempos de la nausea
PABLO MCKINNEY
No son exageraciones, sino vivencias. Mientras uno más conoce la Real Politik más ama a su perro. Como andan las cosas, lo mejor que se puede hacer hoy con la política es literatura.
Tal que hoy, recuerdo a Julio Anguita, líder histórico de Izquierda Unida, primer alcalde comunista de la democracia española, que el pasado viernes viajó al lugar del que no se vuelve por culpa de una corazón cansado de latir, luchar, pensar.
A Julio Anguita, tuve el privilegio de conocerlo en unos encuentros que organizaba la Asociación de Corresponsales Extranjeros en España, con el liderazgo político español de entonces.
Como Juan Bosch, era maestro dentro y fuera de las aulas, en la escuela o el partido, era maestro. Pero no solo en esa vocación didáctica se parecía Anguita a Bosch, sino también en la firmeza de sus convicciones -que rozaban la terquedad-, en su sólida formación intelectual, y en la manera en que concebía la práctica política, sin hacer diferencia entre lo que se dice, lo que se hace y cómo se vive. Por eso vivió, humilde y frugal en su apartamento espartano en su Córdoba, con un estoicismo que heredó de Séneca, su compueblano estoico.
Recuerdo ahora la vez que me confirmó que sí, que era cierto que ya jubilado había renunciado por escrito a la pensión vitalicia que le correspondía por sus años como parlamentario (diputado) porque “con la pensión como maestro tenía suficiente para vivir dignamente”. Y volvió a sus clases en un instituto de Córdoba, hasta el fin.
Ahora que el Cambalache de Discépolo y el Melesio Morrobel de Freddy han sido superados por la realidad, por el alocado, resentido y amargado del bar y de la esquina del pueblo, todo un “periodista ciudadano” de las redes sociales que a falta de argumentos solo sabe insultar; ahora, es buen momento para recordar a Julio Anguita. Sus ideas fueron valiosos aportes, pero más valioso fue el ejemplo de su vida. De Martí uno aprendió hace ahora mil años, que cuando en una sociedad abundan los hombres sin decoro, siempre nacen en ella seres excepcionales que tienen en sí, el decoro de muchos hombres. Julio Anguita y Juan Bosch, por ejemplo.
TOMADO DEL LISTIN DIARIO
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