RESUMEN CUENTO DE BOSCH LUIS PIE A eso de las siete la fiebre aturdía al haitiano Luis Pie. Además de que sentía la pierna endurecida, golpes internos le sacudían la ingle. Medio ciego por el dolor de cabeza y la debilidad, Luis Pie se sentó en el suelo, sobre las secas hojas de la caña, rayó un fósforo y trató de ver la herida. Allí estaba, en el dedo grueso de su pie derecho. Se trataba de una herida que no alcanzaba la pulgada, pero estaba llena de lodo. Se había cortado el dedo la tarde anterior, al pisar un pedazo de hierro viejo mientras tumbaba caña en la colonia Josefita. Un golpe de aire apagó el fósforo, y el haitiano encendió otro. Quería estar seguro de que el mal le había entrado por la herida y no que se debía a obra de algún desconocido que deseaba hacerle daño. Escudriñó la pequeña cortada, con sus ojos cargados por la fiebre, y no supo qué responderse; después quiso levantarse y andar, pero el dolor había aumentado a tal grado que no podía mover la...
Invasión USA a República Dominicana 1916 Por José Vásquez Romero Al conmemorarse un siglo de la ocupación USA de 1916 en la República Dominicana , es oportuno reflexionar acerca de las repercusiones que tuvo aquél acontecimiento en la vida de la ciudadanía en los planos económico, político, social y cultural. Es inocultable que, en el contexto de aquella prolongada presencia directa, durante ocho años de las fuerzas militares del poderoso país del Norte, se introdujeron medidas en el tren gubernamental, como en el seno de la sociedad que provocaron cambios a corto, mediano y largo plazo en el modo de ser, pensar y actuar de la población. Dicha modificación en la mentalidad del país no fue casual, dado que el propósito fundamental de aquella cruzada imperialista, tenía como misión principal, propiciar justamente el desarrollo de un proceso de cambios sociales y culturales, dirigidos o planificados, orientados a superar las condiciones de atraso secular, que ga...
Con su sensible ojo de prófugo Encarnación Mendoza había distinguido el perfil de un árbol a veinte pasos, razón por la cual pensó que la noche iba a decaer. Anduvo acertado en su cálculo; donde empezó a equivocarse fue al sacar conclusiones de esa observación. Pues como el día se acercaba era de rigor buscar escondite, y él se preguntaba si debía internarse en los cerros que tenía a su derecha o en el cañaveral que le quedaba a la izquierda. Para su desgracia, escogió el cañaveral. Hora y media más tarde el sol del día 24 alumbraba los campos y calentaba ligeramente a Encarnación Mendoza, que yacía boca arriba tendido sobre hojas de caña. A las siete de la mañana los hechos parecían estar sucediéndose tal como había pensado el fugitivo; nadie había pasado por las trochas cercanas. Por otra parte la brisa era fresca y tal vez llovería, como casi todos los años en Nochebuena. Y aunque no lloviera los hombres no saldrían de la bodega, donde estarían desde temprano consumien...
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