Europa:La izquierda que viene
Algo se mueve a este lado de la política. Tras años de desencanto total con los representantes del pueblo, movimientos sociales, nuevas formaciones y partidos clásicos ‘renovados’ buscan otras fórmulas para llevar a la práctica –y al Congreso– las demandas de la sociedad más progresista. La pluralidad del ‘parlament’ catalán podría enseñar el camino de lo que veremos a nivel estatal, donde el bipartidismo agoniza, y el populismo y la nueva izquierda cobran fuerza.
Texto:
Alejandro Torrús / Luis Giménez. (Este reportaje pertenece al nuevo
número de la revista, el 9 -enero/marzo-, que saldrá a la venta esta misma
semana, y que ya puedes comprar en www.revistanumerosrojos.com).
La crisis económica, los planes de ajuste, la deuda, la
hegemonía neoconservadora en Europa y la ausencia de alternativa
socialdemócrata han traído una crisis política que se extiende por el
continente y cuyas primeras víctimas han sido Italia y Grecia. España puede ser
la próxima. La quiebra de legitimidad del modelo político nacido en la
Transición de 1978 y la consecuente crisis de los partidos que lo idearon y que
lo han dirigido han abierto una importante brecha en el corazón del sistema.
Prueba de ello son los resultados del último sondeo del servicio de Índices de
Opinión Pública (IOP), realizado por Simple Lógica, partner de GALLUP en
España, que revela que cerca del 50% de la población se
abstendría en las próximas elecciones generales y que los dos grandes partidos siguen
perdiendo apoyos. PP y PSOE solo cosecharían el 52% de los votos frente al 83%
que aglutinaron en 2008.
Las
circunstancias son excepcionales. También para la izquierda. La renuncia del
PSOE a plantear una alternativa a la austeridad de la Troika y la
repolitización de la sociedad generada por la irrupción del movimiento 15M han
abierto una ventana de oportunidad que puede ser aprovechada por muy diferentes
alternativas políticas.
El problema
que se plantea, tal y como formula Jaime Pastor, profesor de Ciencias Políticas
en la UNED especializado en nuevos movimientos sociales, es“cómo llenar este espacio vacío”.
“Está claro que ninguna de las organizaciones políticas actuales es capaz de
cubrirlo. Es verdad que IU puede absorber una parte minoritaria de este hueco,
pero es evidente que la formación que lidera Cayo Lara todavía refleja parte de
la vieja forma de hacer política mientras hace unas alianzas muy
contradictorias”, señala Pastor.
Las
encuestas dan alguna información sobre quién puede ocupar este espacio. Según
datos de Metroscopia, el 81% de la población apoyó las críticas al poder
económico y político del movimiento 15M, el 78% está a favor de los escraches
de la PAH y el 77% compartió los motivos del 25S para “rodear el Congreso”.
Así, figuras como Ada Colau, surgidas de la lucha ciudadana en la calle, y las
organizaciones ciudadanas en defensa de los servicios públicos como las mareas,
se han convertido en un auténtico símbolo de la lucha social frente a las
políticas de austeridad del Ejecutivo conservador actual y del socialista
anterior.
Otra forma
de hacer política
Mientras que
la izquierda parlamentaria trata de reaccionar poniéndose el vestido de partido
abierto a la ciudadanía, en la calle los movimientos sociales han ido tejiendo
una red de asambleas, complicidades y convergencias respecto a los puntos
mínimos de cualquier programa que quiera llamarse regenerador. “El lema del 15M
era ‘No somos mercancía en manos de políticos y banqueros’. Es decir, unen
política y economía y por eso no hay que plantearse solo una mera remodelación
parcial del régimen actual, como plantea UPyD y parte de IU, sino que lo que se
plantea en el horizonte es una apertura de un proceso constituyente”, opina
Pastor.
Quien quiera
ocupar el espacio vacío “debe apostar por otra manera de hacer
política”. Y con esto Pastor se refiere a la introducción de
técnicas de democracia participativa. Las nuevas fuerzas para el cambio “deben
basarse en la no representación, la rotatividad de los cargos, el rendimiento
de cuentas periódico de esos representantes en las asambleas de barrio o
distrito. No es nada fácil. No hay una receta estricta para seguir todo eso
pero sí unos criterios y unos principios que el 15M ha puesto de actualidad”,
explica el profesor.
Pablo
Iglesias, politólogo, presentador y miembro de la Fundación CEPS, añade una
nueva variable a esta ecuación. En su opinión, “en los momentos históricos de
excepcionalidad”, como el actual, debe entenderse que “la línea de fractura
social crucial es la que separa a las mayorías de los privilegiados”. Es en
este punto cuando Iglesias introduce una idea repetida desde los movimientos
sociales: se trata de unir a los de abajo
frente a los de arriba.
“La
izquierda debe hacerse pueblo y olvidarse de disputar el verdadero significado
de la palabra izquierda al PSOE para poder convertirse en un bloque de
oposición a las fuerzas políticas del régimen”, asegura Iglesias, que añade que
este nuevo movimiento debe “asumir la importancia de dotarse de portavoces capaces
de emocionar y de actuar como agregadores de sentimientos amplios”. Esto, a día
de hoy en la España de la austeridad, pasa por poner el punto de mira en las
elecciones: “La arena electoral no lo es todo, pero en estos momentos es
ineludible”.
El rol de
Izquierda Unida
A pesar de
que Pastor duda de la capacidad de IU para convertirse en esa fuerza
aglutinadora de todo el descontento social, hasta hoy es indudable la apuesta
que la formación está desarrollando en este sentido. El Consejo Político Federal
acordó el desarrollo del proyecto de un Bloque Político y Social que consiga
una mayoría social que haga frente a las políticas de la Troika. A raíz de ese
documento, IU impulsó la creación de la plataforma “Suma, la gente primero”, un
espacio de convergencia de movimientos sociales y pequeños partidos de
izquierda.
El proyecto
de IU, no obstante, pasa por conformar un gran bloque que se estructure en tres
patas: la propia federación, diferentes partidos de izquierda como CHA o ICV, y
la plataforma de movimientos sociales. “Para construir una alternativa al
bipartidismo y a la Troika hace falta IU, pero IU sola no es suficiente”,
asegura Jorge García Castaño, concejal de la formación en el Ayuntamiento de
Madrid, que añade que el principal obstáculo con el que se puede encontrar la
federación es el de “la voluntad” de las partes implicadas. “IU tiene que ser
consciente de que necesita dar un paso cualitativo muy fuerte. Este paso
consiste en plantear una estrategia de convergencia que sea capaz de llevarnos
a movimientos sociales a los que no hemos llegado nunca, y no quedarnos solo en
el discurso, ya manido, de una apertura hacia los movimientos”, explica García
Castaño.
Nuevas
apuestas
Con el
objetivo de generar estos espacios de convergencia, pero sin una aspiración
electoral propia, han nacido diferentes propuestas en los últimos tiempos como
Frente Cívico, Somos Mayoría, la plataforma Confluencia o Alternativas desde
Abajo (AdA), un espacio de debate y reflexión que está presente en ciudades
como Sevilla, Alicante, Murcia, Zaragoza y, sobre todo, en Madrid. De hecho,
AdA de la Comunidad de Madrid ha apuntado en un documento de trabajo que la
“vía institucional”, aunque no es la única, sí que es necesaria para “impulsar
un proceso constituyente de ruptura democrática a través de la participación
ciudadana”. Así, AdA no descarta formar una candidatura
electoral de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas con el
objetivo de impulsar un proceso constituyente de ruptura democrática a través
de la participación ciudadana.
No obstante,
el politólogo Jaime Pastor considera que “ninguna” de las propuestas planteadas
hasta ahora puede “por sí sola conformar esta alternativa” y opina que hace
falta que surja una “nueva fuerza” que sea capaz de aglutinar todos estos
espacios de convergencia y “llevarlos un poco más lejos”, alcanzando también a
los “antiguos votantes del PSOE”. Mención especial merece, para Pastor, el
Partido X, del que asegura que “puede cubrir un espacio electoral” aunque, de
momento, solo tiene una “presencia significativa en internet”.
El
‘laboratorio’ catalán
Con el reto
soberanista lanzado desde la Generalitat, su izquierda y gran parte de su
sociedad civil, Catalunya es hoy más que nunca una realidad política diferente.
Las dos últimas Diadas multitudinarias con una reivindicación de
autodeterminación, el pulso lanzado por el presidente catalán Artur Mas al
Gobierno de Rajoy y una inmensa mayoría del Parlament favorable a una consulta
por el derecho a decidir, han hecho que el conflicto social y político en
Catalunya se mueva en unos parámetros diferentes al del resto del Estado. De
hecho, muchas voces apuntan que una posible ruptura de la Constitución en
términos nacionales puede, de paso, abrir también la puerta a la izquierda española
en un momento de “crisis de régimen”.
En este
sentido, Jaime Pastor recuerda que Catalunya ha sido “históricamente un
laboratorio político de lo que ha ido ocurriendo en la sociedad española,
también en la Transición”. Además, apunta que “dentro de esa demanda
generalizada por el derecho a decidir” se está conformando “un tejido social y
todo un sector que trata de articular la defensa de la autodeterminación sobre
las relaciones con el Estado español con la denuncia de los recortes y la
austeridad”. Así, las Candidatures d’Unitat Popular (CUP) han construido una
herramienta política que trata de unificar la lucha social por una democracia
real y la reivindicación más nítidamente independentista. Una experiencia
municipalista desde los movimientos sociales que llegó al Parlament hace solo
un año.
En cierta
medida, las CUP son un ejemplo avanzado de lo que muchos movimientos sociales
tratan de hacer en el resto del Estado. El diputado de esta formación en el
Parlament Quim Arrufat explica a Números Rojos que “la mayor lógica de relación
entre las CUP y los movimientos es la práctica política cotidiana, que tiene
que ver con una cultura política determinada, que no es la que está escrita en
unos estatutos, sino la que provoca la participación popular en las luchas”. De
esta forma, él propone “una inversión de la representación entre unos y otros”.
Esto es, dejar de intentar representar a los movimientos y someter los partidos
a su lógica. “Son los movimientos los que representan a las CUP y no al revés”.
Y esto pasa por entender que ha de haber lógica de “complementariedad y de no
cooptación, nunca se les puede pedir a los movimientos que actúen según los
intereses del tiempo político de los partidos”.
Pero de
ninguna manera son algo nuevo. Las CUP nacieron hace más de tres décadas como
una herramienta política municipalista que trató de rearmar desde la base a
numerosos movimientos y colectivos que impugnaban la Transición. Desde
entonces, han cambiado y se han transformado bastante. Por eso, la fuerza política
que llega en 2012 al Parlament es el resultado de una década de “construcción
por abajo del poder popular”, habiéndose convertido en el referente de la
esquerra independentista mientras mutaba empapándose con la cultura con la que
convivían en las diferentes luchas sociales: la del movimiento
antiglobalización, la del feminismo radical, el ecologismo, los movimientos
estudiantiles, la okupación, los Casals…
Desde una
realidad política y social algo diferente, pero en la misma lógica, se
encuentra el Procés Constituent que impulsan Teresa Forcades y Arcadi Oliveres,
y que en los últimos meses ha tenido un importante crecimiento llegando a
sectores sociales hasta ahora despolitizados, aunque IU o las CUP llegaran de
alguna forma. El proyecto de Forcades pone más acento en lo social que en la
cuestión nacional, aunque también apuesta por “la República catalana del 99%”.
Mientras, ICV, al igual que IU, también se plantea la necesidad de abrirse a
los movimientos para impulsar una verdadera “Syriza catalana” que desbanque a
la derecha.
Riesgo
populista
La izquierda
política y social, no obstante, no es la única que opta a ocupar el espacio
dejado por el retroceso de los dos grandes partidos. Jaime
Pastor advierte del auge, aún incipiente, de un “populismo de derechas” que lo que pretende es situar la línea
de fractura del régimen entre “partidos corruptos” y “partidos regeneradores”.
“Los espacios electorales se ocupan rápidamente. No quedan vacíos perpetuamente
y el riesgo es que si no lo ocupan las nuevas formas políticas de izquierdas lo
pueden ocupar fuerzas demagógicas como UPyD o Ciutadans, que en el fondo
defienden intereses e ideologías conservadoras y neoliberales”, concluye
Pastor.
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