Margarita Cedeño De Fernández:La carta de Bill y Melinda
Somos conscientes de que el desarrollo económico, por sí solo, no mejorará los niveles de calidad de vida de nuestra población, por lo cual la labor que hemos emprendido de reorientar las políticas sociales hacia intervenciones integrales cobra cada vez más importancia.
Hace apenas unos días, el genio de la tecnología Bill Gates y su admirable esposa Melinda Gates, hicieron pública su acostumbrada carta anual, en la cual plantean algunos retos que enfrenta el mundo en la lucha contra la desigualdad y la pobreza.
La Fundación Bill & Melinda Gates, la organización no gubernamental más grande del mundo, es ejemplo de los grandes aportes que pueden hacer el sector privado y la sociedad civil, cuando se unen al Gobierno en el combate a los males que afectan a nuestras sociedades.
Este año, la carta anual de los Gates, estuvo dedicada a desmontar 3 grandes mitos que bloquean el progreso de las personas en pobreza extrema: el mito de que las naciones pobres están condenadas a la pobreza, el mito de que la ayuda extranjera es una pérdida de dinero y; el mito de que salvar la vida de personas en vulnerabilidad, llevará a la sobrepoblación del planeta.
En resumen, la carta de Bill y Melinda demuestra: 1) que la mayor parte de las naciones que eran pobres hace 30 ó 40 años, ya no lo son, y se han convertido en economías importantes que juegan un rol decisivo en el panorama mundial, son las llamadas economías emergentes; 2) que la ayuda que han prestado los gobiernos extranjeros a países en vías de desarrollo ha sido decisiva en la disminución de indicadores relacionados con salud y educación, eliminando barreras importantes para el desarrollo y; 3) que existe una relación directa entre la salud general de la población, la disminución de las tasas de mortalidad (especialmente la mortalidad materno-infantil), con la capacidad de generación económica que posee un país.
Los 3 factores que se han analizado en esta ocasión, requieren de nuestra especial atención como país. Por un lado, porque somos una nación que ha pasado recientemente al grupo de los países de ingresos medios, de acuerdo a los estándares internacionales, lo que resulta ser una razón de orgullo para nuestro país, pero a la vez un reto en la tarea de consolidar nuestra economía, los sectores que la conforman y su impacto en el desarrollo social.
Por otro lado, estos factores nos imponen la tarea de revisar la relación que existe entre los indicadores de desarrollo humano y los indicadores económicos de nuestro país.
Esto último es muy importante, porque nos permitirá analizar el impacto de nuestra matriz económica en los indicadores sociales, por ejemplo, cómo impacta en los indicadores de educación y salud, el aumento de la inversión en turismo. O cómo aumentan o disminuyen los indicadores económicos en la medida en que mejoran las condiciones de vida de los grupos vulnerables.
Somos conscientes de que el desarrollo económico, por sí solo, no mejorará los niveles de calidad de vida de nuestra población, por lo cual la labor que hemos emprendido de reorientar las políticas sociales hacia intervenciones integrales cobra cada vez más importancia.
Pero más que nada, la carta de Bill y Melinda propone una importante meta, a la cual hemos hecho referencia anteriormente: “Crear un mundo donde la pobreza extrema sea la excepción y no la regla, y donde cada niño o niña tenga las mismas oportunidades, sin importar dónde haya nacido”. Bill Gates afirma que “para el 2035, prácticamente no habrá naciones pobres en el mundo”.
Leyendo esta parte de la carta recordé la obra “Viaje al Optimismo” de Eduardo Punset, donde también se demuestra ese avance que ha tenido el mundo en cuanto a ingresos per cápita, disminución de la pobreza, el impacto de las tecnologías en nuestras vidas. El hecho de que las cosas están mejor, nos permite dedicarnos a la tarea de seguir arreglándolas.
El camino que hemos recorrido para lograr la meta de eliminar la pobreza extrema y, yo agregaría, erradicar el hambre en nuestro país, ha estado lleno de obstáculos y dificultades, pero también de grandes ejemplos de personas que superan la pobreza y se montan al tren del desarrollo.
Como dicen Bill y Melinda, “si leemos las noticias cada día, tendremos la impresión de que el mundo está cada vez peor”, pero la realidad es que cada vez más los países se embarcan en un camino de progreso y desarrollo, donde se garantizan los derechos de los ciudadanos. Y es que donde hay derechos, hay justicia...y, como decía Confucio, donde hay justicia, no hay pobreza
TOMADO DEL LISTIN DIARO
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