JUAN BOSCH: UN PERIODISTA HAITIANO EN SANTO DOMINGO...
Por allá por los años de 1933, nos visito aquí en Santo Domingo, el poeta y periodista Haitiano Charles F.Pressoir, el entonces joven intelectual Juan Bosch, con apenas 23 años de edad, escribió en la Revista Bahoruco, No. 159, Santo Domingo, 23 de agosto de 1933, p.9. las impresiones que tan distinguido visitante e intelectual Haitiano le habían causado.
Charles F. Pressoir está en Santo Domingo. Le vi, cuando saludaban un amigo, bajar a saltos la escalinata del hotel; pero como no lo esperaba y, como además, tiene figura tan nuestra, tan criolla, no me fijé en él. Vino luego esa sonrisa distinguida, la amplia mano tendida.
-¡Pressoir!
-El mismo – contesta en su perfecto español.
Pressoir es ahora secretario del “Comité Domínico-Haitiano de Relaciones Culturales”. Es además, abogado al servicio de su gobierno. Pero eso no pasa de tonterías. Lo importante está en que su libro Al ritmo de los convites le coloca en primer plano entre los grandes poetas haitianos. Dígalo sino su traducción al inglés debida a Enma Nerthley Underwood. Lo importante, “ítem y más”, está en su prolífica labor periodística en Haity Journal, del que es redactor, Temps, la revista de Charles Monavia y Action Nationale; sus dedicaciones de estudio a los problemas domínico -haitianos; su obra Cartas a Juan, parida de un fino humorismo.
Viendo a Pressoir se explica uno su gran capacidad de trabajo, esa facilidad de hacer mil cosas distintas y hacerlas bien; es pequeño, inquieto como una culebrilla, de conversación amena y fácil.
-Oiga – nos dice - : nuestra lucha por enseñar el español en Haití es tan grande, que casi toda la mitad de la población de Jeremie habla español.
Calla un rato. Su silencio está lleno de sonrisas y distinción.
-Francamente – agrega – entre nosotros sobra la frontera. Si logramos conseguir que en Haití se habla español, dentro de diez años la isla tendrá un corazón sólo.
Es además un hombre práctico.
-Vuestros periódicos serán los nuestros. Lo que un dominicano piense resonará en Haití. Además, ¿no producimos, ustedes y nosotros, café y tabaco, azúcar y maderas? ¡Pues juntos no tendremos problemas de superproducción, puesto que no nos haremos competencia entre casa!
Charles F. Pressoir habla con entusiasmo; le salva la fe, esa fe que le permite emprender una lucha contra el arcaísmo legislativo haitiano y logra convencer a los legisladores de que la mujer puede y debe ser titular, hasta conseguir una ley autorizando la mujer a ser abogado; esa fe que le permite atender a sus quehaceres profesionales y sobrarle tiempo par a el periodismo, para la literatura, para creer en el porvenir de estos países.
Pressoir estuvo aquí con el equipo de Volley ball, en el séquito, y ha vuelto.
-¡Aunque sólo fuera por ver estas bellas cartas de las muchachas dominicanas, volvería aquí a cada rato! – nos dice sonreído. Y lo creemos. Este dinámico poeta, que no gusta del verso libre, porque no ¡tiene música, que habla cinco idiomas y es profesor de latín, que se educó en París y ama el negro, que es haitiano y parece nuestro, por su color trigueño encendido, por sus ojos vivos y su inquietud latina, que es haitiano y tiene corazón cibaeño, es muy capaz d e venir de Port-au-Prince, en avión y a pie, con tal de estar un segundo prendido de los ojos de una dominicana!
¡Aunque no sea bella!
Juan Bosch
Revista Bahoruco, No. 159, Santo Domingo, 23 de agosto de 1933, p.9.
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