Viento constitucional o Follón de Yamasá

POR JAIME DAVID FERNÁNDEZ
De los políticos, policías y abogados todo puede decirse y la gente lo cree, puesto
que son tres profesiones bastante desacreditadas. Son ocupaciones de débil fe pública.

Razonable o no, hay que revisarse. Tenemos que reflexionar para poder asumir retos que puedan cambiar la generalización de una percepción que exagera en casos, no tiene razón en muchas, acierta en otras, y tantas veces se queda corta.
Durante muchos años, y más allá de regímenes, colores y partidos, la clase política, y somos expresión de la sociedad, aunque nos tapemos las narices, nos hemos hecho de la vista gorda, no hemos aplicado ninguna ley ni política o hemos sido unos irresponsables respecto al tema migratorio, tanto con los haitianos, como con otros extranjeros (si son blancos).
Los partidos políticos, y con pocas excepciones, algunos políticos han fijado posición sobre el tema migratorio. Casi siempre ambiguos, con ligereza o dejando de lado, o como expresiones xenófobas, o a veces delirantes, pero como provienen de grupos de poder son discutibles, si fuesen de grupos sociales de clase media o baja, fueran disparates. Puesto que como todo, en la clase dominante varían los conceptos, por ejemplo en salud mental, los pobres están "locos", los ricos "nerviosos".
Por diferentes razones y/o argumentos, si los hay, nos hemos hecho "los chivolocos", y con gran irresponsabilidad no hemos aplicado políticas migratorias firmes, convincentes y que cumplan con las leyes y reglamentos que hemos tenido o tenemos sobre migración, y hoy "muchos años después" como el Coronel Aureliano Buendía en la novela Cien Años de Soledad, de Gabriel García Marquez, "frente al paredón de fusilamiento", recordamos no "aquella hermosa tarde en que su padre le llevó a conocer el hielo", sino a aquellos cientos de miles de seres humanos que producto del amor desenfrenado y la pasión de sus padres y madres que por muchos años han estado en "tránsito", pero sin licencia de conducir, por cañaverales, fincas, negocios, comunidades, zonas turísticas y múltiples lugares mojados o sin mojarse, pero viendo crecer a hijos y nietos. Nos recordamos ahora, y con un gustoso, estruendoso y aliviante "viento constitucional" son declarados "hijos transitorios" con derecho a iniciar su papeleo para poder hacerse "residentes", y luego poder tener el derecho a seguir haciendo papeles para solicitar la nacionalidad dominicana que desde el castillo de la gloria inmortal no defendieron en la invasión norteamericana del 1965.
Ahora están los debates legales entre el "viento constitucional" o "Follón de Yamasá" como escribiera Juan Antonio Alix, de un lado, y los tratados internacionales riesgosos de injerencistas de la soberanía a conveniencia, del otro lado.
Nos parecemos a muchos colegas de la medicina que investigan con profundidad para lograr el diagnóstico, luego aplican el tratamiento al diagnóstico, pero se olvidan del ser humano, y cometen graves errores éticos.
Puede haber debate entre lo legal y lo ético, ó coincidencia o diferencia dependiendo de en qué lugar estemos, pero siempre lo humano estará por encima de esos debates. En nuestro país hay cientos de miles de seres humanos sin dudas de su descendencia que no son sujetos de ningún servicio de seguridad social porque no tienen identidad, y la clase política se recuerda de algunos si están en edad de votar y no les cuesta mucho trabajo.
Lugares como Bávaro-Punta Cana, Cabarete, las Terrenas y otros están llenos de extranjeros (blancos) y de haitianos sin que se hagan esfuerzos sostenidos por regularizar su situación, ni en el orden migratorio ni sanitario. Los gobiernos centrales que hemos tenido han sido muy débiles, los gobiernos locales no asumen ninguna responsabilidad, y el sector privado saca sus beneficios pero con poco compromiso.
En Los Arroyos de Pedernales encontré hace algunos años a decenas de criaturas cuyos padres son dominicanos pero como las madres son haitianas no les permiten ser declarados. Pero si el papá es dominicano y la madre es extranjera (raza blanca), hay flexibilidad.
El tema lo estaremos discutiendo "los próximos cien años" como le dijera el Presidente Chino Mao Tsé Tung al presidente Richard Nixon (EE.UU.) en su histórico encuentro en 1972. Pero ya no serán "Cien años de soledad" sino cien años de violación a los derechos humanos, porque como sociedad dominicana hayamos protegido "nuestra soberanía", que como escudo nos sirve de escondite a tantos años de irresponsabilidad, debilidad institucional y defensa a conveniencia de la nacionalidad dominicana.
Pero como políticos, y algunos "convertidos" en guardianes de la legalidad soberana deberemos seguir bajo serios cuestionamientos en la credibilidad, y débiles en la fe pública.

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