La afrenta haitiana
EL DUARTE DEL PINTOR MIGUEL NUÑEZ |
El gobierno de Haití es la mano que mueve los hilos detrás de la campaña que se ha montado en contra de República Dominicana en foros, organismos internacionales, la gran prensa internacional e incluso ante gobiernos amigos.
Algo indignante, inaceptable e impropio dentro del marco del respeto entre las naciones. Y que debería ser respondido en su justa medida por el Estado Dominicano. El canciller haitiano Pierre-Richard Casimir es quien se mueve, en persona y acompañado de otros intelectuales y diplomáticos haitianos, en un periplo de denuncias, la supuesta desnacionalización “debido a la xenofobia dominicana”, que como consecuencia de la sentencia del Tribunal Constitucional sufrirían un número de descendientes de haitianos nacidos en el país, que van entre 200 y 500 milÖdependiendo de quién cuente.
Con ese discurso los haitianos no sólo están irrespetando una decisión soberna de este país, sino que además reniegan y rechazan a sus nacionales cuando los califican de apátridas, a pesar de que su constitución les otorga la nacionalidad sin importar el lugar donde nazcan.
Otro ejercicio de doble moral de esa clase gobernante tradicionalmente ladina y mezquina.
Esos que andan denunciando el supuesto despojo de documentos a los haitianos que residen en este lado de la isla, jamás se han preocupado por documentar a sus ciudadanos en un país donde el sub-registro supera el 60 por ciento de la población.
Tan grave es la violación de ese derecho a la documentación en el otro lado de la isla, que a estas alturas aún no es posible conocer el número de fallecidos en el terremoto del 2010, la mayoría sepultados en fosas comunes sin haber sido identificados.
Esa caricatura de gobierno es capaz de armarse de valor para solicitar condenas internacionales en contra de la República Dominicana, pero no tiene dignidad de exigir a la comunidad internacional que cumpla los compromisos que ha asumido con Haití.
Y no solo los compromisos hechos a raíz del terremoto, sino desde mucho antes. Pues es importante recordar que desde hace dos décadas esa irresponsable comunidad internacional que ahora le hace coro, viene prometiendo de todo a los haitianos, sin cumplirles en nada.
Lo peor es que dentro de los escasos amigos solidarios que han tenido los haitianos se encuentra la República Dominicana, cuyos gobiernos han aprovechado cada foro internacional en los últimos años para recordar los compromisos con Haití.
Y dando el ejemplo. Ya que fuimos de los pocos que cumplimos lo que le prometimos luego del terremoto. Ahí está la universidad donada por los dominicanos, mientras están pendientes las reconstrucciones que otros ofrecieron.
Para pagarnos de esta forma, moviendo lo único que parece funcionar en ese Estado fracasado: sus redes diplomáticas y sus lobbies, articulados ahora para tratar de poner al mundo en contra nuestra en procura de sanciones diplomáticas y comerciales en contra de la República Dominicana.
Y como se trata de una afrenta inaceptable para cualquier país que se respete, los haitianos deben recibir las consecuencias de sus acciones. Aún a sabiendas de que es muy poco probable que logren sus objetivos.
No conseguirán condenas porque el país se defenderá bien. El Presidente ha dispuesto que delegaciones expliquen al mundo el verdadero alcance de esta sentencia, que contrario a desproteger, ampara los derechos a los hijos de extranjeros, obligando al Estado a implementar un plan de regularización. Que se hará, según ya se informó oficialmente, respetando los derechos humanos de todos los extranjeros que residen en el país.
El mismo Presidente Medina inició esa defensa reuniéndose con representantes de delegaciones diplomáticas acreditadas en el país, y hoy sale a Washington un contingente a explicar el caso ante la Asamblea de la OEA.
Y de seguro esas naciones serán receptivas a las explicaciones de estas delegaciones. Y no sólo porque van armadas con la verdad, sino también porque la mayoría de esos países están enfrentado los mismos problemas que nosotros, y algunos hasta aplicando soluciones similares.
Pero al tiempo de defenderse de los ataques, el Gobierno también debería enfrentar la actitud irrespetuosa del gobierno haitiano. Y responderle con una contraofensiva diplomática de proporciones similares.
Denunciando a sus élites políticas y empresariales como lo que son: la más corrupta y perversa de todo el hemisferio. Y explicando cómo la desatención a las necesidades de esa población ha sido suplida en gran medida por la generosidad de este pueblo. Mostrando los miles de estudiantes que van a nuestras escuelas y los miles que son atendidos en nuestros hospitales. Todo a costa del contribuyente dominicano.
Y suspender de inmediato los programas de cooperación que mantiene el Gobierno con los haitianos: los intercambios educativos, las becas y las pasantías médicas, la cooperación agrícola y la asistencia medioambiental.
Todo eso acompañado de estrictas medidas migratorias y un reforzamiento de la frontera, que podría incluir completar el muro fronterizo que ellos ya iniciaron.
Así le enviamos un claro mensaje al vecino hostil:
¡Si actúa como enemigo, como enemigo respondemos!
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