Dietas que transtornan

17/11/03 Por Por Mirta Gorelik

Actualmente, parecería que bastara con presentar cualquier síntoma aislado de trastornos de la alimentación, para que una mujer sea rotulada con el temido sello de bulimica o anoréxica. Pero la realidad es mas compleja, y los diagnósticos apresurados son riesgosos.

En verdad, resulta difícil advertir cuando estamos frente a cualquiera de estas enfermedades, y cuando frente a aquello que recientemente se ha calificado como "trastornos alimentarios no específicos ". Sin embargo, la bulimia y la anorexia tienen parámetros muy claros desde el punto de vista medico-psiquiátrico. Para que una persona sea considerada bulímica, es necesario que presente determinados síntomas. Entre otros, se pueden citar los siguientes, a los que no se debe contemplar aisladamente:
Consumir una cantidad de comida definitivamente superior a la que comería la mayor parte de la gente en un periodo similar.
Comer en un estado de fuerte pérdida de control ( muy frecuentemente, a escondidas ), lo cual lleva después a la sensación de culpa y vergüenza, así como a conductas compensatorias. Los atracones, así como las " compensaciones ", tienen una frecuencia superior a la de una vez por semana y son sostenidas en el tiempo.
Las conductas compensatorias, que tienen la finalidad de eliminar lo que se comió durante el atracón, van desde el vómito autoinducido hasta el abuso de laxantes o diuréticos, pasando por la actividad física extrema o los ayunos.
La anorexia, por su parte, también presenta rasgos identificatorios :
Vivencia perturbada del peso, las formas y el tamaño corporal. Peso claramente inferior al adecuado a la edad y contextura física.
Extrema rigidez en el control del apetito.
Negación del riesgo que implica el bajo peso.
Ausencia de menstruación durante por lo menos tres meses seguidos.
Frente a estas enfermedades, existen los " trastornos alimentarios no específicos " : disfunciones que, sin llegar a la intensidad de los síntomas bulímicos o anoréxicos, también requieren contención y tratamiento. La persona, por ejemplo, se atracona sin llegar a la frecuencia semanal, y tampoco toma laxantes o vomita. De todas formas, y aunque la vivencia sea angustiosa, uno o varios atracones no alcanzan para agitar al fantasma de la bulimia. Así tampoco nadie debería apresurarse a calificar de anoréxica a una jovencita que esta delgada, hace dieta y " se mata " en el gimnasio. La realidad es mas compleja que estas conclusiones rutinarias, y sin embargo, en más de una oportunidad he recibido consultas de alguna madre preocupada porque su hija había sido diagnosticada como bulímica. Habiendo vomitado solo en una ocasión !
Recuerdo a Alejandra F.: el profesional que le había diagnosticado bulimia le proponía realizar un tratamiento de hospital de día ( de 8 a 17 hs., diariamente ), lo cual equivalía a tener que abandonar su empleo, y por consiguiente, también su departamento. Alejandra acababa de separarse y vivía sola. Cuales eran sus síntomas ? : comilonas compulsivas que no podía controlar y le ocasinaban no solo " dolores de panza " sino también estados depresivos. Después de cada comilona, apelaba a dietas restrictivas que resultaban muy difíciles de ser respetadas a lo largo del tiempo. Y era este falso recurso de la dieta lo que conducía inevitablemente a Alejandra a su próxima comilona.
Visto desde esta perspectiva, quedaba claro que su problema no era " ser bulímica " sino caer en el círculo vicioso de dieta-atracón-dieta-atracón....
Al registrar que no era etiquetada - y mucho menos impulsada a cambiar brutalmente su modo de vida - Alejandra sintió un gran alivio. Acepto un plan equilibrado de alimentación, en el que podía comer de todo un poco, y en la medida en que empezó a superar sus compulsiones pudo también comenzar a decodificar otras emociones. Emociones que tenían que ver con su historia personal y familiar, y que hasta el momento ella no había podido poner en palabras. Su caso no excepcional : los " trastornos alimentarios no específicos" requieren que se trabaje en forma conjunta el aspecto nutricional y el psicológico.
Tal como Alejandra, muchas mujeres se someten a dietas restrictivas con la con la ilusión de que así cumplirán con el actual modelo de delgadez, que es muchas veces inalcanzable. En esta conducta radica
el principal origen de los " trastornos no específicos de la alimentación ", que se extienden en la población a un ritmo aun mayor que el de la bulimia y la anorexia. Para entender como funciona este mecanismo, basta remitirse a un experimento realizado en la Universidad de Minnesota, durante el cual 36 personas fueron sometidas a una dieta restrictiva prolongada, basada en bajas calorías.
Los 36 voluntarios redujeron su consumo calórico a la mitad a lo largo de 6 meses y, ni bien habían perdido un 25% de su peso, se comenzó a observar en ellos una serie de cambios : se veían mas preocupados por la comida y el comer, coleccionaban recetas y libros de cocina, desarrollaron nuevos hábitos ( desmenuzar la comida, por ejemplo ), bebieron mas te y café, y aumentaron su consumo de cigarrillos.
Lo más significativo se produjo, sin embargo, durante el período de recuperación de su peso: un alto porcentaje informó que que sentía hambre a pesar de haber estado alimentándose en forma normal, otros escondieron comida, y también se verificaron atracones. Y lo más preocupante: todas las personas que participaron de esta experiencia desarrollaron distintos grados de irritabilidad, ansiedad, depresión, indecisión, aislamiento social, pensamiento obsesivo, insomnio y pérdida de interés sexual.
Tal como se demostró en aquel momento, cualquier persona que sea sometida a dietas desbalanceadas y restrictivas ( y que a veces se muestran simplemente en una revista ), desarrollarán trastornos que van mucho mas allá de lo alimentario. No alcanzan para aplicar erróneamente la etiqueta de " enfermo bulímico o anoréxico " pero si requieren la atención de un profesional responsable. Acompañar a un paciente de estas características, y sostener su posibilidad de modificar conductas que el considera incontrolables, es el desafío que actualmente enfrentan nutricionistas y psicólogos.
 
 
* Mirta Gorelik
Lic. en Psicología
Especialista en trastornos de la Alimentación

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