Amores que no maten
Existen los amores que matan, que son asfixiantes, dependientes
Elegir una pareja probablemente sea el acontecimiento de mayor ejercicio entre el cerebro y la emoción. Utilizar la madurez y la racionalidad para atreverse a confrontar y discriminar entre el placer, la seducción y los indicadores de alta peligrosidad que posee la pareja seleccionada, es una actitud de valiente.
Confrontar los propios sentimientos para ser objetivo, racional, y socialmente empoderado para hablarle al corazón “me gusta, pero no me conviene” es lo que se ha convertido para muchas parejas en una verdadera trampa.
Las personas funcionan y establecen relaciones basadas en “me gusta y me conviene” o “no me gusta, pero me conviene”; Aunque algunas se encuentran ambivalentes entre “ni me gusta, ni me conviene” pero, por miedo a la soledad tengo una pareja. Sin embargo, existen los amores que matan, que son asfixiantes, dependientes, patológicos, traumáticos, tóxicos y sufribles. Esos amores socializan los de personalidad antisocial, los de personalidad límite, los paranoicos, los pasivo-agresivos, los de tendencia impulsiva y controladoras.
Es un amor almacenado en un cerebro que ha experimentado tantas experiencias traumáticas, que termina asociando que amor es igual a dolor, que sufrir y padecer es la forma de existir en el amor.
Los amores que matan se hacen cada vez más obsesivos, más pasionales, más encadenantes y enfermizos, para terminar en relaciones riesgosas.
Literalmente, elegir una pareja se ha convertido en una sabia razón de vida, que pocas personas lo hacen de forma consiente y madura. El amor que no mata, es un amor construido de actitudes emocionales positivas: afecto, compasión, cuidado, buen trato, felicidad, respeto, valorización y admiración a la condición humana.
Ese amor sano, oxigenante y nutriente, se practica en cada circunstancia. Se hace sintiente y solidario, en cada propósito de vida. Debido a que lo sostiene una personalidad madura, sana, que ha aprendido a valorar los riesgos, las consecuencias, antes de que la emoción y la reacción lleguen a la conducta.
El amor no está en crisis, en crisis están las personas. Los jóvenes y adultos de esta contemporaneidad se han dejado conquistar por el amor del placer, del sexo, del goce, que entretiene y alimenta el fundamento de “me gusta, pero no se si me conviene”.
Amores que no matan. Parejas no traumáticas. Relaciones sin riesgos y sin vulnerabilidad psicoemocionales, es lo que debemos exigir, buscar y mantener. No son aspiraciones humanas. Son derechos y conquistas que las parejas se merecen, para ser felices.
La prevención a los divorcios traumáticos, a los feminicidios, a las parejas de alto riesgo, y al sufrimiento emocional, se evita con una inteligente elección de pareja, a sabiendas de que no existen parejas ideales ni perfectas; pero se puede aspirar a un proyecto de pareja sano y funcional.
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