El Palacio Nacional es símbolo de la nación
BIEN ESTABLE
El presidente Danilo Medina tiene que sentirse en situación de privilegio cuando inicia su gestión de gobierno en un ambiente que si no es totalmente favorable, por lo menos no le causa problemas. Sus desafíos inmediatos son económicos y sociales, puesto que políticamente no tiene de qué preocuparse. El PRSC es un aliado, y la disidencia de este partido no tiene fuerza ni para asomarse al escenario de los debates y mucho menos para afectar la estabilidad del país. El PRD sigue siendo PRD, y en medio de sus luchas internas no aparece una figura que pueda contrariar el ánimo predominante. Los perredeístas están en los perredeístas, o contra Miguel Vargas o contra Hipólito Mejía, y en ese campo bélico, si alguien apunta hacia fuera, el ex presidente Leonel Fernández será el objetivo. Las izquierdas, por citarlas, ya forman parte del sistema y su accionar no rompe un plato ni se sale de los rieles. La gobernabilidad, desde el punto de vista político, es como una barca que se desplaza suave sobre una mar tranquila, sin vientos ni sopores…
SIN FUERZA
La oposición será asumida por los necios que provee la democracia, pero que no tienen fuerzas para menear la mata y menos para tumbar los cocos. No son núcleos organizados, sino voces solitarias cuya propia naturaleza impide que llenen un cometido. Además, su discurso es moral, o pretendidamente moral. Incluso, si hacen reclamos, serán en el ámbito de las persecuciones y sometimientos judiciales. El objetivo no sería tanto Danilo Medina como su antecesor Leonel Fernández, con quien tienen deudas pendientes. No entienden ni van a entender las razones de poder, y creen que la actual administración puede abandonar sus propósitos para ocuparse de los suyos. Medina no es tonto para no darse cuenta de una jugada que no tiene méritos propios, pero tampoco una finalidad clara. Quieren meter cuña, pero se olvidan que no son del mismo palo. ¿Cómo se sentirán estos devotos de la moralidad cuando ven que la nueva comisión de ética se consagra dilucidando las cancelaciones de empleados públicos? Los tiros saliendo por la culata…
JUEGO CHIQUITO
El gobierno de Danilo Medina, que como toda administración que se inicia deberá pagar el noviciado, tiene que darse cuenta de que su desempeño no es el mejor en el llamado juego chiquito, en las pequeñas decisiones. No es verdad que hace el ridículo cuando apaga las bombillas del Palacio Nacional, pero sí faltan a sus deberes los funcionarios responsables de la medida. Pudieron conocer por anticipado el efecto de ese consumo con un simple cálculo. La prisa es mala consejera, y a veces en política lo importante no es llenar las expectativas, sino crearlas. Con ese apagón voluntario se buscaba demostrar que el ejemplo entraba por casa, sin pensar en la seguridad del más augusto templo del poder. Eso no impide, sin embargo, que se aplique la disposición a otros edificios públicos que no tienen importancia estratégica o que no son como el Palacio Nacional símbolos de Nación. Lo mismo que con las fotos del jefe del Estado. No es una rémora de la dictadura, sino todo lo contrario: una expresión de democracia, de alternabilidad…
LAS METAS
Se tomaron las medidas de ahorro y austeridad, e incluso se conocieron las reacciones de la población, que no fueron una ni dos. Al igual que más adelante se sabrá de sus efectos y resultados. No puede decirse por el momento que todas fueran buenas o que las aplicaciones llenaran su cometido. Ni siquiera el tiempo podría considerarse suficiente. Sin embargo, se hace imperativo algún tipo de evaluación, y sobre todo de sinterización, de reconocer que se fueron demasiados lejos, o que las acciones son muy profundas, y que posiblemente la sal resulte más cara que el chivo. Hay áreas en que la austeridad no da beneficios. Por ejemplo, el turismo. ¿Cómo lograr la meta de los diez millones de turistas de que habló el presidente Medina en su discurso de juramentación, sin tarjeta de créditos o frecuentes viajes o inversión en publicidad? El sector privado, beneficiario inmediato y directo, no es verdad que va a asumir la tarea, conociéndose su vieja costumbre de recostarse. ¿Puede el ministro meterse en camisa de once varas sabiendo de la falta de tela? Con buenas intenciones, recuerdo, no se llega al cielo…
|
Comentarios
Publicar un comentario