Leonel Fernández y su promisorio futuro político


César Medina 
lobarnechea1@hotmail.com
Leonel Fernández sale hoy de la Presidencia con 59 años, 12 de ellos en el poder, ejerciendo el liderazgo absoluto de su partido, con arraigo social como ningún otro mandatario en la historia dominicana, con realizaciones materiales tangibles a través de una infraestructura física inigualable, sin deuda de sangre, sin propiciar ni aceptar una sola persecución política, sin violación a los derechos humanos, con amplias libertades públicas y excesivo respeto a los medios de comunicación y a la disensión y al libre juego de las ideas. Cometió errores, y es posible que muchos errores, en un país tan complicado, con tantos problemas pendientes de solución y con una deuda social más vieja que la colonización. Pero nadie objetivamente puede negar que Leonel Fernández llevó a cabo la obra de gobierno más prolífica, en todos los sentidos, que ha tenido esta República desde su creación.
Los errores, las fallas, las inobservancias de indelicadezas y hasta las irregularidades y hechos de corrupción que pudieron producirse en estos últimos ocho años de gobierno, sólo vienen a demostrar que no hay obra perfecta.
Pero en nada esos hechos, sin importar su magnitud, pueden ensombrecer una gestión que sobresalió por el respeto a los derechos humanos –si como decimos la gente debe ser lo primero– por un crecimiento sostenido a pesar de los avatares de la crisis internacional, por la estabilidad económica y por la enorme reducción de la pobreza extrema propiciando una mejor distribución de la riqueza a través de los programas de asistencia social que benefician a más de 1.3 millones de dominicanos en toda la geografía nacional.
Ni hablar de la infraestructura física levantada por el gobierno de Leonel en todo el país. Sus detractores podrán minimizar el carácter prioritario de algunas de ellas, pero jamás podrán negar que en estos ocho años hubo una transformación urbana del sistema vial en nuestro país, con túneles, elevados, pasos a nivel y a desnivel en las principales ciudades, nuevas carreteras para enlazar todas las regiones, los polos turísticos, preciosas avenidas intra-montanas, autovías que bordean las costas... Una auténtica transformación del sistema vial de nuestra media isla.
A todo lo largo y ancho del país Leonel Fernández hizo obras sustanciales en cada provincia, en cada municipio, en cada pueblo. Nuevas escuelas, nuevos hospitales, edificios de oficinas públicas, recintos policiales y militares, estaciones del Cuerpo de Bomberos, asfaltado completo de calles y avenidas, reconstrucción y reparación de recintos públicos.
Gobiernos y prioridades
Todos los gobiernos del mundo establecen sus prioridades en el gasto público, aunque en algunos países existen normativas legales que distribuyen el ingreso por sectores o por áreas específicas.

La normativa nuestra para la inversión pública se establece en el Presupuesto de Ingresos y Gastos Públicos, una ley que el Congreso aprueba a principios de cada año y que presupone el ingreso fiscal y los recursos externos y los distribuye en 12 partidas a las diversas instituciones del Estado que a su vez han sometido para aprobación sus respectivas estimaciones de gastos. La discrecionalidad del Presidente en el gasto público, después que se cumplen los compromisos presupuestarios y las cargas fijas del Estado –pagos de sueldos y salarios, servicio de la deuda externa, etc.–, es la priorización de las obras que considere fundamentales para el desarrollo. En la captación de recursos para estos fines juega un papel fundamental el equipo económico del gobierno que se agencia financiamientos externos e ingresos adicionales que administra el Ejecutivo.
A partir de esos excedentes la iniciativa y creatividad del Presidente es fundamental y juega un papel determinante el interés social, humano o político que pueda tener cada obra en el interés del Ejecutivo. Y por eso, básicamente, se distingue un presidente de otro.
Se estima que la administración de los recursos es la parte más espinosa y difícil de un gobierno, porque las necesidades multiplican por miles los recursos que nunca alcanzan, ni siquiera en las economías más ricas del planeta.
Un Presidente y otro
Si echáramos una ojeada a las últimas administraciones es fácil encontrar que sólo dos gobiernos en el último medio siglo han priorizado la inversión pública en la infraestruc- tura física: Balaguer y Leonel. Y resulta hasta fácil entenderlo. Porque la obra física siempre puede ser postergada para aplacar la presión social en un país pobre donde todo está por hacerse, en especial, asegurar la comida a la gente.

Esa visión corta y tubular crea mayor atraso y pobreza y posterga hasta la infinidad la infraestructura física que impulsa el desarrollo en otros órdenes: crea fuentes de trabajo por cuanto en cada obra importante se emplean millares de obreros, técnicos y profesionales; retorna la inversión en pocos años cuando se trata de obras viales, avenidas, túneles, carreteras y elevados; resuelven problemas fundamentales de salud para los pobres cuando se trata de hospitales, centros especializados, plazas de salud; las escuelas contribuyen con la educación imprescindible en sociedades como la nuestra.
Obras de esa magnitud y en la cantidad que va demandando el crecimiento del país tienen un efecto multiplicador que en algún momento se torna irreversible, porque se convierten en exigencias inaplazables de los pueblos y consagran a los gobernantes.
Pero para acometerlas hay que dejar atrás el chiquitismo de una clase política miope; una crítica maliciosa que jamás llega a superar su propia mediocridad y a opinólogos, facultos y sabelotodos que nunca han aportado nada a esta sociedad. Esa es la diferencia entre gobernantes como Balaguer y Leonel, con sentido de grandeza y visión histórica....
...Y los otros tres del último medio siglo, que sólo dejaron más atraso y pobreza.

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