El caso del cadáver



Silvio Herasme Peña
A pesar de los años transcurridos y de que el tiempo atempera las peores experiencias, resulta angustioso escribir sobre la suerte que corrió el cadáver del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Nos impacta tanto recordarlo, que nos impide tratar su suerte como la de cualquier otro ser humano. Caamaño fue el compañero, el hermano, el héroe admirado por el pueblo sensible de la República Dominicana.
Cuando yo le reproché a un amigo general por qué no impidió el fusilamiento de Caamaño, él me respondió que nadie podía evitarlo porque fue una orden directa de arriba. Y “orden directa de arriba” quiere decir que fueron instrucciones precisas del señor Presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer. Ese mismo Balaguer -maestro del cinismo- que se identificó ante Fidel Castro como “su primer soldado” cuando el líder cubano lo visitó en su casa con motivo de su gira oficial al país.
Ignoramos si Fidel indagaría con Balaguer por qué fue muerto y luego calcinado el cadáver del Héroe de Abril; pensamos que debió hacerlo aunque nunca se haya revelado.
Balaguer temía vivo y muerto a Caamaño; odiaba que el coronel de Abril viviera en el país, o fuera prisionero suyo. Se dice que Balaguer habría dicho que en el país no había cárcel “para un preso como ese”, y por tanto directa o indirectamente hizo saber a los jefes militares cuál debía ser la suerte del jefe de la guerrilla de Caracoles: Matarlo.
Pero esa decisión extrema, ilegal e inhumana, implica el reto de disponer de sus restos. ¿Entregarlo a su familia?...
A su padre que era un ex general de la Era de Trujillo?.
Se decidió que no sólo se llegó a la crueldad de matarlo sin un juicio en la justicia civil o militar por intentar una guerrilla en el país, sino que también el cadáver era una afrenta horrible para sus asesinos.
La incógnita sobre la suerte del cadáver de Caamaño lo despejó el diario “La Noticia” , hace muchos años, cuando escrita por mí se publicó una nota que decía: “Caamaño fue incinerado”.
Luego supe que Balaguer quedó tan impactado por la revelación que esa tarde no fue a caminar al Mirador, como lo hacía cotidianamente.
Temía que un periodista lo cuestionara sobre el asunto.
Como el comandante de las fuerzas anti-guerrilleras, general Beauchamp Javier, fue asesinado, corresponde al excontralmirante retirado, Milo Jiménez hijo, aclarar la incógnita ante la opinión pública y decir la verdad.
Y decir la verdad de la visita del padre de Caamaño, don Fausto, cuando solicitó a Balaguer los restos de su hijo.
Balaguer le aseguró al padre de Caamaño que se le entregarían los restos del héroe de Abril. Entonces Balaguer llamó a Jiménez hijo para que cumpliera su promesa y éste le respondió: Usted sabe lo que ocurrió con el cadáver…qué vamos a hacer?.
Ante esta clarificación Balaguer le habría dicho a Milo que se buscara un cadáver parecido y que lo entregara sin cabeza…Es decir, se quería matar a un inocente para cubrir farsa.
El cadáver prometido por Balaguer al general Fausto Caamaño nunca fue entregado y del tema no se volvió a hablar.
Me sorprende sobremanera que Claudio Caamaño diga que quedaron restos de Caamaño. Personalmente dudo de esa versión.
Los jefes militares dejaron en el lugar de la pira funeraria un personal militar para garantizar que se cumplieran las diabólicas instrucciones.
No es lógico pensar que esos militares dejaran de cumplir esas órdenes.
Pero aún después de una semana de que se incinerara el cadáver, por lo menos otro jefe militar visitó el lugar para “garantizar que las instrucciones fueron cumplidas” y bajó del lugar seguro de que “del cuerpo del coronel no quedó nada”.
Como quien ha propuesto que los restos del Héroe de Abril sean trasladados al Panteón Nacional es el Senado, entendemos que Reynaldo Pared Pérez debe solicitar al presidente de la República, Danilo Medina, que ordene una investigación definitiva por parte del Ministerio de las Fuerzas Armadas.
Y dado que el titular de las Fuerzas Armadas es un distinguido militar, el Almirante Sigfrido Pared Pérez, hombre de un claro sentido histórico, entendemos que se determinaría, de una vez por todas, la responsabilidad de quien ordenó el fusilamiento y la cremación del cadáver del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Estamos seguros que esa es la vía para despejar las incógnitas sobre el final de la vida de una persona tan heroica que el Senado de la República entiende que sus restos deben ser trasladados al Panteón Nacional, en donde reposan los huesos de aquellos que dieron su vida y su fortuna por la Independencia Nacional. Recuérdese a Duarte y los otros Padres de la Patria.
Pero es indispensable que se le haga un exhaustivo examen de ADN a los restos que Claudio dice que son de Caamaño. La historia se sirve con legitimidad.
Y todo deberá quedar aclarado para siempre.
Ese es el legítimo camino Claudio.

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