Maridos atrapados fuera de base
Creí que era una fotografía real, pero nunca he pisado ese sitio
Cuando mi amigo recorrió silenciosamente el pasillo de su casa en horas de la madrugada para dirigirse hacia la habitación de la trabajadora doméstica, estaba seguro de que, al igual que en otras ocasiones, su esposa no se había dado cuenta de la situación.
Pero unos toques violentos en la puerta, lo llevaron a pegar un brinquito, rompiendo el abrazo de lucha libre que le aplicaba al cuerpo desnudo de la fregatriz.
-¿A qué se debe esta sinvergüencería, este atropello de la moral?- gritó la señora, mientras los azorados amantes terminaban de vestirse, luego de abrirle.
-Oh, eso es fácil de explicar; se debe a que cuando uno se quita los zapatos, y pisa blandito, hay que tener oído de ciego como el tuyo, para escuchar esos pasos- contestó el consorte, tratando de disminuir la carga dramática del suceso.
Desafortunadamente, la dama canceló a la sirvienta, y se mantuvo durante más de un mes hablando con él solamente lo necesario, para posteriormente “ponerle el divorcio”.
Un amigo me relató que a un pariente cincuentón, su esposa lo atrapó, tras devolverse a buscar algo que olvidó en la casa, haciendo el amor con la sirvienta, una joven con anatomía generosa de curvas.
-¡Virgencita de la Altagracia!- exclamó levantando los ojos hacia el techo del aposento conyugal- nunca esperé esto de ti, estoy verdaderamente sorprendida.
- Como a quien sorprendieron fue a mí- dijo su cónyuge- se sobreentiende que soy el sorprendido; tú lo que estás es estupefacta.
Aunque el hecho culminó en divorcio, mi amigo expresa que la dama hoy lo relata con cara risueña, elogiando la humorística corrección semántica de su ex.
Una vieja amiga contrató a un reportero gráfico de un periódico, para que retratara a su marido a la salida de un motel, del cual tenía información que este utilizaba con frecuencia para forcejear, desprovisto de ropaje, con una querida.
El comunicador cumplió el encargo, y le llevó una foto donde aparecía el hombre saliendo del lugar abrazado con su pareja consensual.
Al mostrársela al marido, este la examinó con detenimiento para luego, con rostro donde aparecía una expresión de asombro, exclamar: diablo, este truco, este montaje, está bien logrado, porque al principio creí que era una fotografía verdadera, pero después me di cuenta que era falsa, porque nunca he pisado ese sitio.
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