“Nuestra división y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud”.
¡Qué celebramos el 22 de junio? Celebramos el día de la unidad latinoamericana, exactamente a 184 años de la realización del Congreso Anfictiónico de
Panamá, la gran idea de unidad del genio de América: lo que hoy llamamos la patria grande de Simón Bolívar, el gracias a la vida de
Violeta Parra, el sendero luminoso de
José Carlos Mariátegui, por donde nos movemos en la materialización del continente de la esperanza del que nos habla Pablo Neruda en su
Canto General.
¿Qué nos hace falta para saldar la deuda histórica que tenemos las generaciones presentes con Simón Bolívar, San Marín, Artígas, Miranda, Sucre, Morazán,
José Martí, Sandino, el Ché? ¡Unión! Sin duda…
“Seguramente la unión es lo que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración”, decía
el General Bolívar. Unir naciones libres fueron siempre los deseos del Padre de la patria. Por eso se esmeró en la unificación de la Nueva Granada y Venezuela, ese era el objeto magnífico que se había propuesto el Libertador Bolívar desde las incipientes armas. De allí pasó a la liberación del Ecuador, nación que se integró igualmente a la
Gran Colombia.
El 22 de junio y los siguientes días de ese mes sexto del año 1826, nos convoca a permanecer atentos en los lugares sagrados de la patria, para seguir labrando la unidad de nuestros pueblos. Ese día se reunió en la Ciudad de Panamá el Congreso Anfictiónico tan dispendioso al Libertador.
Un año y medio, no seis meses, son los que habían pasado desde la expedición de la circular y de los laureles de la gran Batalla de Ayacucho. Todos los lectores conocen que en el Congreso de Panamá participaron representaciones de México, Provincias Unidas de Centro América, Perú, y claro, lógicamente…, la Gran Colombia que era la promotora. Bolivia, que ya había sido fundada por Sucre, no estaría presente por razones de tiempo. Se negaron asistir Chile y la expectante República de Argentina a partir de una cadena de desconfianzas.
Los Estados Unidos, también fueron invitados, pese a la opinión contraria que tenía Bolívar, los estadounidenses mandaron dos observadores, quienes llevaban instrucciones de no aceptar ningún compromiso; aunque sí la forma de evitar la creación de una confederación que podría afectar sus ya crecientes intereses.
Del mismo modo tenían instrucciones de oponerse a cualquier legislación que limitase su futura acción. Se enfrentarán también a cualquier proyecto que perturbase el estatus colonial de España en Cuba y Puerto Rico y así como el reconocimiento de Haití, que se había liberado hacía rato.
No está demás refrescarles a Ustedes estimados Compatriotas que el Caribe era ya considerado por la divina providencia una presa segura de los gringos y que como tal debía caer bajo la hegemonía estadounidense.
De otro lado, el gobierno de los Estados Unidos había hecho expresa su admiración al ideal bolivariano de libertad; pero procedería políticamente en su contra, porque tal ideal, de hacerse realidad, perjudicaría el futuro de lo que ya se perfilaba como un nuevo imperio.
En cambio, se reivindicaría la Doctrina Monroe, en ese cometido imperial para que ningún extraño, salvo los propios estadounidenses pudiesen intervenir en esta región. Sin embargo, uno de los observadores se quedó en el camino, puesto que murió; el otro, llegó bastante tarde a la cita de Panamá. La reunión una vez celebrada poco o nada iba a hacer por materializar las quimeras de la integración del anfitrión.
Las ausencias y presencias de la que debió ser la gran Asamblea de pueblos libres en Panamá, tenían sus expresiones. El primer gran ausente fue el propio Simón Bolívar. Se han dado distintos esclarecimientos a este alejamiento y ausencia del Libertador. Pero todas ellas resultan contrarias a la lógica propia de la acción del organizador de esa reunión. El hombre que preparaba con extremado cuidado las batallas para alcanzar sus triunfos no se había cuidado, especialmente, en esta ocasión de la que debió ser la batalla final, la decisiva.
¿Había abandonado sus viejos sueños? ¿Los consideraba ya imposibles de realización? En efecto, Bolívar tenía ya clara conciencia del resultado de esa reunión; mucho antes de la realización de la misma sabía lo que podía esperar del encuentro de Panamá. La unidad que había hecho posibles las victorias militares finales en Junín y Ayacucho había dejado de existir. Hombres y pueblos que, hasta las vísperas de esas batallas habían estado integrados por la dependencia que combatían, no sabían cómo componerse en la libertad por cuyo triunfo habían luchado.
Bolívar sigue así cabalgando a lo largo de la historia y pueblos de esta América. Como diría José Martí, aún calza las botas de campaña, porque aún tiene mucho que hacer en esta América, su América, nuestra América.
Hoy es día de la unidad latinoamericana… Cantemos con alegría, como decía el maestro Billo Frómeta, que tanto le cantó a Caracas.
Estimados compatriotas… América Latina es una familia de pueblos, es hechura de la profecía libertaria de Simón Bolívar contenida en la célebre Carta de Jamaica, es la predicción que hoy discurre con ánimos renovados por las grandes corrientes de agua del Paraná, del Orinoco, del Amazonas y del
Río de la Plata.
“¡Alerta! ¡Alerta! que camina la espada de Bolívar por América Latina”, empiezan a entonar las masas movilizadas del conteniente indoamericano; tal cual lo plasmó Simón Rodríguez en su obra Sociedades Americanas: “la fuerza está en la masa y la fuerza moral está en el movimiento”.
Venezuela ya decidió, al igual que Cuba… No queremos ser una colonia de los Estados Unidos de Norteamérica… Sí. Queremos ser una integración de pueblos. Nos asiste la moral política y militar de haber derrotado a los imperios de Francia en Haití, donde la revolución de los negros levantó a más de 150.000 esclavos para echar a los galos; y al de España en la Batalla de Ayacucho, donde los realistas fueron derrotados por la insurgencia que llevaba en sus filas soldados venezolanos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, chilenos y argentinos.
Hay un legado indómito circulando por nuestras venas, que continúan abiertas y que mantiene hipertensa la sangre rebelde de la raza caribeña, taína, charrúa, araucana, tahona, wayú, quechua, aymara, kuna, quiché, maya y azteca, pues, esas mismas que mezcladas con la europea y la africana han dado origen al ser latinoamericano y caribeño, el que siempre estará comprometido con la solidaridad y la libertad.
Solidaridad sin codicia, que significa para nosotros la unidad sagrada y la integración entre hombres y pueblos. Unificación sin la cual la aspirada libertad no pasará de simple buena intención.
¿Que nuestros pueblos anden opuestos a la recolonización emprendida por los Estados Unidos de Norteamérica? Eso no es dólar blando que circula devaluado por las tierras americanas, no es una moda pasajera. No. Sucede que la masa, por fortuna, sigue a la inteligencia; de allí esa insaciable prisa por encontrarnos y conocernos cada día más y más, de conjugar el verbo en tercera persona: ¡Nosotros los latinoamericanos!
La lucha de ayer por independizarnos de España sigue siendo la misma lucha de hoy, pero esta vez contra un imperio superlativamente poderoso que impone la división entre nosotros los latinoamericanos con amenazas de terror y muerte. El propósito es idéntico; las metas, igualmente, como ayer, son la libertad, la justicia social, la democracia pura de la que hablaba Mariátegui.
Hoy le decimos al gobierno de los Estados Unidos que nos acosa permanentemente, que invierte colosales sumas de dinero para derrotar a la Revolución Bolivariana… le decimos que la palabra de Simón Bolívar era más eficaz que su propia espada. Que su pensamiento político, estampado en discursos, cartas, y arengas nos fortalecen contra sus estrategias imperiales. Les recordamos a los gringos, además, que Bolívar sigue así… cabalgando a lo largo de la historia y pueblos de esta América morena. Como diría José Martí, aún calza las botas de campaña, porque aún tiene mucho que hacer en esta América, su América, nuestra América.
La salvación integral de América Latina está en marcha. Creer que se realizará sola, sería hacerla imposible; será la obra de nuestra perseverancia, de nuestro desinterés o no será. Vamos con los legendarios mágicos del pueblo quiché, del pueblo maya, por la segunda independencia con Bolívar, con el Ché, con Zumbí, con Tupac katari, con Manuela Saenz, con Cesar Vallejo, con Micaela Bastidas, con Tupac Amaru, con Bartolina Sisa, con Simón Rodríguez, con Micaela Bastidas, con Miguel Ángel Asturias: Acompáñanos Brujo del Envoltorio, Acompáñanos Brujo Nocturno, Acompáñanos Brujo Lunar, Acompáñanos Guarda-Botín… ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedra lumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbra…, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbra, alumbre…!
isotilloi@gmail.com
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