viernes, 29 de marzo de 2013

Tres mujeres en la vida de José Martí


La Habana (PL) El libro recién presentado en esta capital Tres mujeres en la vida de José Martí, de Ramiro Valdés Galarraga, nos introduce en una faceta poco o nada tratada sobre quien todos conocen como el más universal de los cubanos.

Intelectual estudiado durante la mayor parte de los 160 años cumplidos este 2013 de su nacimiento, la vida privada del Héroe Nacional de Cuba se limita, en cambio, a la especulación pública más que a páginas escritas sobre ella.

Claro que no es extraño que sean las creaciones, luchas y pensamientos de Martí los que ocuparon hasta ahora dichos espacios, dadas las colosales dimensiones de esa arquitectura levantada en solo 42 años de existencia.

La epopeya humana e intelectual martiana merece tal reflexión y espacio historiográfico, científico, literario y artístico, que hoy resulta difícil de encontrar una zona vacía o vedada de conocimiento sobre su vida.

La mayoría de ese bagaje sobre el cubano más conocido en el resto del planeta junto a Fidel Castro, parte de las fundacionales Obras Completas, de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, también fuente principal del presente texto.

Más recientemente apareció la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, con prólogo de Fidel Castro, publicada por el Centro de Estudios Martianos, que rebasa otros estudios y aportes anteriores.

Pero desde hace tiempo se imponía una investigación más detallada sobre esa existencia íntima, nada distante, por cierto, de la imagen pública que se suele tener del Apóstol de la independencia de Cuba.

LA PRIVACIDAD, TEMA DE RIESGO Y ESPECULACIÓN

Tres mujeres en la vida de José Martí enfrenta el clásico desafío que impone a cualquier investigador incursionar en la vida privada de personalidades y, aún más, de grandes genios universales como Martí.

Aunque los entresijos del paso por el mundo de esos actores de la historiografía sean los más proclives a despertar el interés y la curiosidad humana, los equívocos suelen también estar a la vuelta de cada página.

"Para escribir sobre las intimidades de Martí -apunta además Galarraga- es una obligada necesidad apoyarse en fuentes de garantía, para reducir a su mínima expresión el subjetivismo de cualquier autor".

Esfuerzo de búsqueda y consulta bibliográfica que también aporta el autor en sus otros dos libros sobre el Héroe: Diccionario del pensamiento martiano (2002), y José Martí, los padres y las siete hermanas (2004).

El rigor documental es preciso en cada intento investigativo sobre la extensa obra martiana, pero el énfasis prestado a esa región de la privacidad del Apóstol tuvo que ser en particular riguroso, precisa el autor.

Mucha especulación ha generado en la historia el tema de las relaciones del Héroe con sus más allegadas féminas, por ser generalmente poco tratado y a la vez polémico en el debate público sobre cualquier figura masculina.

Por otro lado, en el caso de un estudioso serio como Valdés Galarraga, la investigación requirió un cuidado casi quirúrgico de respeto a la ética martiana en materia amorosa, defendida a capa y espada por el propio Maestro.

Esa actitud cívica de Martí enfrentaba también ataques de enemigos políticos, contemporáneos o posteriores, además del machismo de unos o la mojigatería de otros que, de un modo u otro, se apartaron de la realidad.

Razón principal para que uno de los objetivos del autor fuera el de demostrar la falsedad de la presunta paternidad de Martí sobre María Mantilla, hija de Carmen y de su primer esposo y amigo del apóstol, Manuel Mantilla.

Así, Valdés Galarraga aclara desde la introducción que su intención no es una historia de amor, pese al papel de ese sentimiento en Martí, sino un estudio sobre la influencia de esas tres mujeres en su personalidad.

El texto resulta, en general, atrayente sobre temas martianos hasta ahora sin enfocar con la misma intensidad que pasajes históricos, épicos, filosóficos, periodísticos o literarios, sobre todo los poéticos y ensayísticos.

¿QUIÉNES FUERON ESAS MUJERES? 

Luego de afirmar que en realidad el Héroe "fue muy desafortunado en amores", Galarraga nos presenta esas relaciones en su libro, para el cual invirtió dos años de pesquisa, del modo siguiente: 

Carmen Zayas-Bazán e Hidalgo: nacida en Puerto Príncipe, hoy Camagüey, única mujer con la que Martí se casó el 20 de diciembre de 1877, y con quien engendró a su único descendiente José Francisco Martí Zayas-Bazán, Ismaelillo como llamara a su hijo.

Fue un matrimonio de 13 años, de ellos solo cuatro de convivencia real y nueve físicamente separados, en el que Martí amó y fue correspondido.

Pero su felicidad duró solo dos años y estuvo signada por la incomprensión de ella respecto a su causa libertadora.

María García Granados y Savorio, la Niña de Guatemala: hija de un expresidente de ese país, especie de romance platónico de unos siete meses, sin contacto físico, en los que Martí y la joven de 17 años se amaron en silencio.

Carmen Miyares Peoli: relación mutua y profunda surgida a los 27 años con la llegada del Maestro a Nueva York, y madurada durante los 15 años restantes en que juntos prepararon allí "La Guerra Necesaria", como él le llamó a la gesta independentista de 1895.

No existen pruebas de relación marital entre Martí y esa dama de origen cubano-venezolano. Cuando este amor pudo divulgarse, tras fallecer el esposo de ella, y Carmen Zayas-Bazán abandonarlo a él, tuvo que ser discreto.

De las tres, fue esta última -conocida como Carmen Mantilla por el apellido de su esposo- "el alma gemela que tanto soñara Martí, ya que contribuyó al empeño más caro de su vida, la libertad de Cuba", afirma el autor.

Valdés Galarraga contrapone esa última relación de Martí a la de su legítima y controvertida esposa, Carmen Zayas-Bazán, de la cual â�"afirmaâ�" "fue, a no dudarlo, el mayor error que cometiera en su corta vida".

El investigador achaca esa falla a la inexperiencia del Héroe en esa época y a "la necesidad de encontrar un amor que le compensara las grandes vicisitudes de su temprana juventud".

Y es aquí donde este libro epistolar, de profundas enseñanzas éticas, ofrece a través del pensamiento del Maestro una de las más crudas y hermosas verdades de la vida.

En carta escrita a su hermana Amelia en 1882, en respuesta a una misiva enviada por ella, donde le anuncia su matrimonio, Martí intenta librarla de posibles confusiones de amor: 

"La felicidad de la vida, Amelia, -escribe- está en no confundir el ansia de amor que se siente a tus años con ese amor soberano, hondo y dominador que no florece en el alma sino después de un largo examen, detenidísimo conocimiento y fiel y prolongada compañía de la criatura en quien el amor ha de ponerse".




Por Antonio Paneque Brizuela 

*Periodista de Prensa Latina 

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