EL CAMINO A LA VIDA ES SIEMPRE CUESTA ARRIBA
Estrujones del vivir
Se ha dicho que andar por terrenos quebrados y pedregosos es un entrenamiento que ayuda a enfrentar las dificultades de la existencia. También se dice que el camino de la vida es siempre “cuesta arriba”. Las personas ejercitadas en la pobreza, acostumbradas a las limitaciones de la escasez, son más resistentes que aquellas que “han vivido en la abundancia” desde niños. La sobra de medios ablanda el carácter. No debe sorprendernos el éxito de individuos que han sufrido toda clase de estrecheces: económicas, sociales, de educación. Endurecidos por el esfuerzo de caminar en pedregales, adquieren la fortaleza propia de los atletas.
La voluntad no es un músculo pero funciona como si lo fuera; el hombre carente de los recursos elementales: alojamiento, vestido, trabajo, está obligado a salir del “atolladero” en que se encuentra. Termina por desarrollar actitudes que le conducen a la “lucha perpetua”. Esta clase de hombres mantiene la voluntad en tensión. Ese dinamismo es la causa fundamental del triunfo de muchos “sujetos salidos de abajo”: en el deporte, en el comercio, en la política. Entre tener un deseo y lograr satisfacerlo, median “los trabajos de Hércules”. Actúan como levantadores de pesas para conseguir un automóvil, muebles o electrodomésticos. Han de tener siempre la voluntad “contraída” como un bíceps invisible.
En cambio, un joven acaudalado puede sustituir el teléfono celular cada vez que salen al mercado “nuevas tecnologías de comunicación”. Lo mismo hace con automóviles o televisores de “última generación”. Tan pronto desea adquirir un aparato, extiende la mano y abre la billetera. Satisface tan rápidamente su necesidad, con poquísimo trabajo, sin que transcurra demasiado tiempo “acariciando” el deseo, que llega a creer que la vida es “cuesta abajo”.
Asombra a los economistas la forma en que se evaporan fortunas acumuladas en el curso de varias décadas. Los abuelos, padres, que iniciaron y consolidaron los negocios, trabajaron con ahínco hasta lograr lo que no tenían. Los herederos, generalmente más educados que los progenitores, escuchan música clásica, leen poemas surrealistas, vacacionan en el extranjero. Pueden no tener las energías y destrezas que se requieren para mantener marchando un tren con muchos vagones. Los estrujones del vivir producen callos y contusiones; también fuerza en los tendones.
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