LA DIALÉCTICA PERREDEISTA:Como las abejas cuando coronan una nueva reina.
“El agua se aclara sola...al paso de la corriente”
PRD
Las letras del viejo bolero se ajustan como anillo al dedo a la situación actual del Partido Revolucionario: La insurrección cede cada día y se consolida la institucionalidad.
Lo que ha pasado, dicen los más optimistas, es una especie de autopurga, la típica expresión natural de la indigestión en el cuerpo humano cuando el organismo por sí mismo se ocupa de expulsar los elementos tóxicos.
O cuando el exceso de alcohol obliga al borracho a introducirse el dedo hasta la campanita para forzar la limpieza estomacal, expulsando hasta la bilis...
El autocontrol de la sobrepoblación humana, con las plagas bíblicas.
O las especies del mundo animal y la propia naturaleza, que ellas mismas se ocupan de autocontrolarse cíclicamente, devorándose a sí mismas y a través de los incendios por generación espontánea y los desastres naturales.
Como las abejas cuando coronan una nueva reina. Una de las dos tiene que irse con sus obreras, con sus zánganos y el resto de sus lacayos... Porque dos reinas no caben en la misma colmena, en la misma organización, en la misma asociación. Y la más vieja tiene que emprender vuelo al frente de un reducido enjambre en busca de un nuevo hogar.
En el PRD está ocurriendo lo mismo. Soplan nuevos vientos y parece que la colmena ha coronado nueva reina. De pronto, y para sorpresa de todos, ha surgido un nuevo liderazgo potenciado por la torpeza de Hipólito Mejía que, junto a una generación agotada y a otros ambiciosos que quisieron pescar en mar revuelto, actuó aguijoneado por una votación dos veces millonaria de la que se creyó propietario.
Un gravísimo error
Para entender la “dialéctica perredeísta” lo he dicho muchas veces hay que tener antecedentes históricos y actuar en consecuencia... Porque el PRD es un partido predecible donde los acontecimientos pueden anticiparse. Si en algo ha sido coherente el PRD ha sido en seguir el mismo patrón de conducta en sus 73 años de existencia.
En ese partido nadie está por amor a la patria, como en ningún otro del sistema. El PRD tiene vocación de poder y como tal constituye una escalera para el ascenso social y económico de sus dirigentes y militantes. Cuando no tiene el Ejecutivo, está garateando por él, lo que le viabiliza levantar recursos. O tiene muchos senadores, infinidad de diputados y cuchumil síndicos y regidores. Alcanza para todos...
Pero los perredeístas saben por experiencia que el poder que irradia las siglas de su partido avasalla el liderazgo individual.
Se demostró con Peña Gómez y Majluta a partir de 1982 hasta 1990, una batalla de ocho años que ganó el que finalmente levantó el trofeo que hábilmente le entregó Balaguer: Peña Gómez, que en las elecciones de ese mismo año compartió con Bosch el voto liberal para unificar el voto conservador que finalmente selló la victoria del Presidente ciego.
Una jugada maestra del caudillo reformista que surtió un doble efecto. Porque a partir de ahí otro gallo cantó en la traba perredeísta.
Jacobo sucumbió a la simbología del PRD en poder de Peña desde entonces, a pesar de que apenas cuatro años antes, en 1986, fue el candidato más votado y el preferido por las grandes multitudes. Se lo llevó esa misteriosa “dialéctica perredeísta” que pocos llegan a comprender.
Y ahora se llevó a HM.
Es el mismo fenómeno que acaba de llevarse de paro a Hipólito Mejía. Los que le quedan a su lado, ya están volviendo al redil como mansos corderitos. Y Miguel los está recibiendo, inteligentemente. Su discurso de unidad y la oferta de amnistía, han llegado a las bases y a la dirigencia media y alta del partido.
Ya se está viendo, están volviendo en masas, sobre todo en los pueblos y en la dirigencia zonal periférica.
Volverán todos, excepto los orgullosos “viejos robles” que ya no tienen ninguna significación en el partido y que tarde o temprano ñdespués de las bembitasñ llegarán a buscar sus bandejas de despedida.
Pasará lo mismo que en el proceso de autopurga anterior, en 1990. Todos aquellos que se quedaron con Majluta ñRaful, Arnaud, Tomás Hernández, Tonty, Maluf, Stormy y paro de contarñ, todos, sin excepción, fueron regresando uno por uno al PRD de Peña Gómez. Y Peña Gómez los recibió a todos con rangos de generales, y pasado el tiempo hasta les entregó tropas. Habrá algunos obtusos que digan: Peña y Miguel no son lo mismo... Y tendrán razón, pero poca. ¡Porque el que es el mismo es el PRD!
LISTIN DIARIO
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