EL PADRE MEJÍA VALLEJO EJEMPLO DE INTEGRIDAD
INTEGRIDAD
Un hombre humilde es el nuevo obispo de SFM
EL SACERDOTE MEJÍA VALLEJO ES HIJO DE PADRES CAMPESINOS DE ORIGEN HUMILDE, QUE SIEMPRE DIERON EJEMPLO CON LA VIDA Y LA PALABRA
Monseñor Fausto Ramón Mejía Vallejo, quien será instalado este sábado 28 de julio como obispo de San Francisco de Macorís, es el tercer sacerdote nativo de la provincia de La Vega que es designado jefe de la diócesis del nordeste, desde que esta fue creada por el Papa Paulo VI el 16 de enero de 1978.
El nuevo obispo será consagrado con la imposición de manos por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo y presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), quien fue precisamente el primer obispo de San Francisco de Macorís.
La ceremonia será celebrada en el estadio Julián Javier, a las 10:00 de la mañana. Además de López Rodríguez, concelebrarán el nuncio apostólico, Josef Wesolowski; los demás obispos del país y algunos del extranjeros. Más de 600 sacerdotes, diáconos y ministros acompañarán a los concelebrantes, mientras que el presidente Leonel Fernández asistirá acompañado de su esposa, la vicepresidenta electa, Margarita Cedeño de Fernández, y una comitiva del gobierno.
Una representación de cada diócesis acudirá para unirse a más de 8 mil feligreses, que se estima asistirán a la consagración de Mejía Vallejo.
Pastor y educadorNacido en Bejucal, provincia Monseñor Nouel, en 1941, entonces jurisdicción de La Vega, Mejía Vallejo fue ordenado sacerdote el 26 de noviembre de 1972 por el entonces obispo de La Vega, monseñor Juan Antonio Flores Santana, a la edad de 31 años, y cuarenta años después, a los 71, ha sido nombrado obispo. Es el sacerdote de mayor edad elevado al episcopado dominicano, y el cuarto designado por el Papa Benedicto XVI en los últimos cinco años.
Sustituye al segundo obispo de San Francisco de Macorís, monseñor Jesús María de Jesús Moya, quien pidió su retiro al Papa Benedicto XVI en 2010, tras llegar a la edad de 75 años.
El canon 401 del Código de Derecho Canónico, en el párrafo 1, establece que “el obispo diocesano que haya cumplido 75 años se le ruega que presente su renuncia al Sumo Pontífi ce, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias”.
Es el caso de su Excelencia De Jesús Moya, que después de presentar su renuncia hace más de dos años, fue aceptada por el Vaticano.
Al ser nombrado obispo, Mejía Vallejo se desempeñaba como rector magnífi co de la Universidad Católica Tecnológica del Cibao (Ucateci). Es doctor en Teología Espiritual de la Pontifi cia Universidad Gregoriana, y licenciado en la misma materia de la Pontifi cia Universidad Lateranense, ambas en Roma.
Además del latín, habla inglés, italiano y alemán. Mejía Vallejo cursó estudios fi losófi cos, teológicos y de latín en el Pontifi cio Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, de Santo Domingo, y tras ordenarse sacerdote obtuvo una licenciatura en Pedagogía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Fue rector del Seminario Menor Santo Cura de Ars de La Vega y del mismo Santo Tomás de Aquino, profesor de varios institutos pastorales y formador de cientos de catequistas y diáconos permanentes.
Como docente desempeñó la cátedra de Teología Fundamental en el Seminario Mayor, y de Historia y Filosofía de la Historia en la Universidad Católica Tecnológica del Cibao y otras universidades.
Tanto en el Santo Cura de Ars como en el Santo Tomás, se destacó por su dedicación y empeño en la formación de las dos últimas generaciones de sacerdotes. Como miembro del equipo de formadores del Seminario Mayor, compartió grandes experiencias en el apostolado y la enseñanza con el padre Mateo Andrés, especialista en psicología, espiritualidad y relaciones humanas de la Compañía de Jesús. Juntos escribieron y publicaron algunas obras.
Tenacidad y sencillezEl “Padre Fausto”, como se conoce a monseñor Mejía Vallejo en los colegios presbiterales del Cibao, ha discurrido su vida sacerdotal entre la formación del clero y las aulas universitarias, que ha sabido alternar con una intensa labor pastoral en distintas parroquias, altos estudios y la publicación de libros sobre temas morales, teológicos, sociales y eclesiásticos.
Mejía Vallejo nació en una humilde familia de campesinos, raíces que nunca ha olvidado. En su servicio pastoral universitario y en la enseñanza en los seminarios siempre ha refl ejado esta hermosa condición humana, que acompaña con el desprendimiento, la sencillez, la tenacidad y una incansable devoción a su tarea evangelizadora.
Entrega totalSu vocación al sacerdocio, según su propio testimonio, nació y se nutrió del entorno de integridad y honradez de su familia. Sus padres, que predicaban con el ejemplo de vida y también de la palabra, inculcaron en los hijos el amor a Dios y a la Iglesia, y la devoción a la Santísima Virgen. A la misa del domingo acudía toda la familia y el rosario a Nuestra Madre del cielo, por igual, lo rezaban juntos todos los días, a las 6:00 de la tarde.
Para el padre Fausto el sacerdote tiene que ser un obrero activo en la edificación moral, con la tarea principal de ilustrar y educar la inteligencia, comunicando la verdad para formar el corazón, elevar el carácter y ennoblecer la ciencia.
“La educación, entonces, debe ser el objetivo de la enseñanza religiosa, que cultiva, desenvuelve y fortifi ca las facultades humanas para hacer que el hombre conozca sus deberes, y conociéndolos los ame, y amándolos los preserve en la práctica de las virtudes, fundamento de las buenas costumbres”, ha escrito.
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SUCESOR DE OTROS DOS OBISPOS VEGANOS El obispo Mejía Vallejo tiene a su favor para su misión pastoral el conocer a todos los sacerdotes miembros del Colegio Presbiteral de la diócesis, siendo formador de los más jóvenes. La diócesis de San Francisco de Macorís tiene una población aproximada de 560 mil habitantes para 48 parroquias, distribuidas en igual número de comunidades de los municipios San Francisco de Macorís, Pimentel, Villa Riva, Castillo, Nagua, Río San Juan y Samaná.
Tiene 60 sacerdotes, de ellos 41 son diocesanos, 92 diáconos permanentes, más de medio centenar de religiosas y unos 200 seminaristas en distintos centros. La diócesis fue creada por Paulo VI, mediante la bula Aptiora in Deis, el 16 de enero de 1978.
La diócesis de La Vega entonces fue desmembrada para crear la de San Francisco de Macorís, cuya jurisdicción abarca los territorios comprendidos por la provincias Duarte, María Trinidad Sánchez y Samaná.
Organizar la nueva diócesis le correspondió a su primer obispo, el hoy cardenal López Rodríguez, quien la pastoreó desde el 25 de febrero de 1978 hasta el 15 de noviembre de 1981, cuando fue promovido a la Sede Arzobispal Primada de América de Santo Domingo por el Papa Juan Pablo II, que en 1992 le confirió la dignidad de Cardenalicia.
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