Enfermo de eternidad
La historia de los judíos abarca más de 4,000 años. Podemos decir que es “una viejísima historia” la que se narra en el Antiguo Testamento. El pensamiento occidental está compuesto por tres “estratos culturales”: la religión judeo-cristiana, la metafísica griega y la ciencia moderna. San Pablo, el difusor del cristianismo, era un judío que conocía muy bien el Pentateuco y otros libros del viejo testamento, entre ellos el de los Salmos. El rey David es el autor de muchos célebres salmos. Su hijo Salomón fue el constructor del Primer Templo de los judíos; su reinado duró hasta 925 AC. Quiere decir que David vivió unos mil años antes de Cristo.
Por tanto, los salmos tienen más de tres mil años de antigüedad. Algunos de los temas que contienen son realidades humanas permanentes; especialmente en el ámbito de la política. En el salmo siete, versículo 15, se dice: “miren al hombre preñado de malicia: concibe la desgracia y da a luz el fracaso”. El salmo cinco, versículo 10, afirma de ciertos hombres: “pues nada de sincero hay en su boca y sólo crímenes hay en su interior. Para halagar tienen buena lengua, mas su garganta se abre para tragar”. En el salmo diez, versículo 3, leemos: “El malvado se jacta de la avidez de su alma, el aprovechador maldice y desprecia al señor”.
Las trampas que el hombre realizaba en tiempos de David y de Salomón, las sigue haciendo ahora, en el siglo XXI, en la República Dominicana, en México, Madrid o Nueva York. Se dice que Salomón redactó el “Cantar de los cantares” cuando era joven; y que el “Eclesiastés” es la obra de su madurez. En el capítulo tres de este último texto, titulado: “El hombre, enfermo de eternidad”, Salomón cuenta: “me puse a considerar la tarea que Dios impone a los hombres para humillarlos. Todo lo que él hace llega a su tiempo; pero ha puesto la eternidad en sus corazones, y el hombre no encuentra el sentido de la obra divina…”.
Y concluye: “lo que es, ya existió”; lo que será ya fue…”. Finalmente, agrega: “…en vez de derecho se encuentra injusticia; en la sede de la justicia se sienta el malvado”.
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