Visión del PLD y la sociedad civil sobre el déficit y la reforma fiscal


Orlando Gil 
orlandogil@claro.net.do
CARTA PRESUMIBLE Y MARCADA.-  El gobierno hizo bien en jugar la carta de la sociedad civil, pero debía suponer que en el Consejo Económico y Social no iban a justificar ni encubrir el déficit y mucho menos aprobar la Reforma. Como enseñó Leonel Fernández y parece haber aprendido Danilo Medina, con hablar no se pierde nada. Ni siquiera tiempo. Agotada esa instancia, o anticipado su fracaso, tomó camino propio, el único que le quedaba viable y posible: el Comité Político del PLD. Y no porque fuera una congregación de monjes, en exceso generosa, sino porque era una especie de Mesa Redonda, a la manera del rey Arturo, y allí se sentaban los responsables del déficit y los promotores de la Reforma. Como en las mejores familias de Gascue, ahora en la Zona Universitaria, lo bueno y lo malo se dejaban sin reconocimiento ni sanción. La explicación del déficit hacia adentro fue todo un poema, y los fundamentos de la Reforma versículos nuevos u olvidados de la Biblia oficial. Los peledeístas, sin ninguna duda, estuvieron el pasado lunes juntos, pero sobre todo reburujados...
CON ESA SOCIEDAD NADA.- Los que de cerca o de lejos conocen al PLD, saben que en ese partido repugna todo lo que tenga que ver con la sociedad civil, y que los peledeístas que se equivocan o intentan hacerse los graciosos, más tarde o más temprano pagan esa afrenta de mala manera. Francisco Domínguez Brito tuvo que recogerse, pues sus aprestos, que eran nobles, fueron considerados una ofrenda innecesaria a los grupos que desde fuera se desviven por un culpable. O por el mejor de todos: Félix Bautista. Se pensará que fue por Vincho Castillo o Abel Rodríguez del Orbe que el procurador Domínguez Brito bajó la guardia. No. Se le tenía como un hombre de la Iglesia, pero su iniciativa contra el senador de San Juan  lo lanzó ñsin que esa fuera la ideañ en brazos de la sociedad civil, y para la ortodoxia del partido eso fue más que suficiente para reprobarlo. No lo dejaron dormir ni siquiera una siestecita, pues con tantos ruidos cualquier sueño se convertía en una pesadilla. Fue mucho el alboroto, pero importante la advertencia...
LA BOCA COMO MEDIDA.-  Ese será el mismo rasero que se aplicará a quienes desde la Cámara de Diputados o el Senado de la República quieran jugar a la sociedad civil, echando de lado la disciplina de partido o queriendo pescar obras en el nuevo Presupuesto. ¿Se calló o callaron al senador de Moca? José Rafael Vargas era considerado un político prudente (“medido por buen cajón”) y además de clara militancia danilista. Sorprendió a propios y extraños que de un momento a otro se transfigurara (¡oh, pero él no era así!) y se lanzara al ruedo como un torero sin miedo. Ni siquiera Manuel Benítez, el famoso Cordobés, tuvo igual audacia en sus primeros años de leyenda. Sin embargo, recuperó su compostura y nadie lo oye por parte. Así como salió, volvió a la trastienda, y todos ñamigos y enemigosñ coinciden en que lo llamaron al orden, y este no podía ser otro que callarse. Su colega Wilton Guerrero es Wilton Guerrero, y la apnea del sueño da con ronquido, y es tanta la costumbre que sus compañeros de partido  duermen tranquilos. Del susodicho se dice lo mismo que del  muchacho malo: “Él es así”...
TODO BAJO CONTROL.- La disidencia en el PLD hasta ahora la tienen controlada, o por lo menos no es un elemento de preocupación. La nueva versión del déficit, que lleva  impronta de Leonel Fernández, fue puesta en manos del Comité Político, y se supone que será bajada como línea a las demás instancias del partido, constituyendo la opinión oficial. No hay razón, por tanto, para que los ánimos se tornen agrios ni los escrúpulos ahoguen la conciencia de los libres. Lo que hubo fue lo propio en cualquier organización acostumbrada al cinismo y al poder: mirar hacia otro lado. Además, el déficit y la Reforma son el nuevo desafío, y si no pueden conseguir ayuda de otros, asumir la única alternativa. Como dice el pueblo, echarse su cojombro al hombro, y emprender las nuevas batallas como si fuera la misma guerra. Leonel Fernández no es culpable de nada, y Danilo Medina merece su oportunidad. Ese entendimiento oscuro no podía darse más que donde se dio: en el Comité Político, un organismo en que todas las complicidades son posibles. El país se alarma y teme lo peor, pero ellos se convidan y hacen una fiesta...

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