No hay enemigo pequeño
El país tiene que evitar una condena dónde sea
Sería bueno conocer el volumen de comercio entre este país y las islas del Caribe que forman Caricom, de manera que pueda medirse (por anticipado) el daño ante la eventualidad de una condena.
La percepción que se tiene puede ser equivocada, al creerse que están apuntando con carabinas vacías, y que no tienen posibilidad de afectar duramente la economía dominicana.
Que el gobierno debiera hacer como Hitler cuando le informaron que República Dominicana le había declarado la guerra a Alemania.
Preguntó que cuántas divisiones tenía, y al decírsele un número insignificante, tachó con un alfiler la isla en el mapa. Problema resuelto ipso facto.
No tiene sentido preocuparse -dirían- por lo que hagan o puedan hacer esos pequeños Estados, pues allá Martelly si confía en ellos, o se entretiene y satisface con sus pronunciamientos.
Lo suyo hasta ahora es sombra, como lo fue en la OEA, y sus golpes o su técnica no muestran contundencia y menos habilidad para propinar un knockout.
Pero no es necesariamente así. Una condena es una condena, aunque sea en La Tremenda Corte.
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