¿Populista o popular?

|POR DIARIO LIBRE



Un artículo aparecido en una publicación se hacía la pregunta de si un político podía ser popular sin ser populista, es decir, mantener niveles de aceptación, sin jugar a complacer a su electorado, aunque se perjudique el país.
Siempre ha habido populistas y demagogos, esa enfermedad de la política que antepone los intereses personales del líder y de su partido a los de la nación, pero en los últimos tiempos han crecido como la verdolaga, particularmente en América Latina, tierra fértil para estas deformaciones.
En una época en que todo el mundo lo quiere todo y en seguida, el demagogo lleva las de ganar. Nadie quiere malas noticias, ni que le pospongan sus sueños. Vivimos en los tiempos de después de mí, el diluvio, es decir, no nos importa lo que ocurrirá después. Lo mío es hoy y ahora.
El verdadero líder, sin embargo, es el buen padre de familia, el que da las noticias malas con dulzura, pero sin ocultar la realidad de los hechos, consciente de que, a la corta o a la larga, la verdad siempre sale a flote.

En la República Dominicana, nadie quiere ser el portador de malas noticas, ni el que tome las decisiones que parecen inaplazables. El costo del populismo ya lo estamos viendo en una creciente deuda y en el deterioro social que se observa.

Las primeras bajas en la guerra del populismo es la clase media, que cada día ve disminuir sus posibilidades, atrapada entre la crisis y sus aspiraciones.

Necesitaremos a un líder al que no le importe ser impopular, pero que salve al país.

atejada@diariolibre.com

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